{mosimage}Empezamos a creer que las dos grandes multinacionales políticas, ya sin ideología pero sí con intereses, se pondrían a pensar en los ciudadanos, en las otras formas de pensar y de aportar ideas para la mejora de nuestra forma de vida en pueblos y ciudades.
Cuando empiezan los congresos de estas dos maquinarias electorales (PSOE-PP), siguen sonando ruidos de cambios, ruidos de apertura, posibilidad para que las formaciones minoritarias puedan tener una representación igualitaria a las dos grandes estructuras políticas, igualdad de oportunidad de cara a los ciudadanos, que cualquier formación política podrá tener igualdad de oportunidades.
Claro, todo esto suena tras unas elecciones y tras unos congresos, donde supongo habría que hablar de temas más importantes sino para los ciudadanos sí para los intereses de estas dos formaciones políticas. De este tema se habló, pero eso, sólo se habló.
Parecía que las multinacionales del control de la política estatal podían llegar a un acuerdo. Parecía… pero poco a poco hemos pasado de oír y ver intenciones, a dejar de ver y dejar de oír de hablar a estas dos formaciones políticas de este tema.
De ahí, de lo anteriormente expuesto hemos pasado a ver cómo un pequeño cambio pedido a estas dos formaciones políticas realizada por un grupo minoritario en el Parlamento Andaluz, una simple reforma del reglamento del Parlamento de nuestra tierra ha sido rechazado por los que tienen y temen perder el control de las instituciones política, o dejar de hablar a otros sectores ciudadanos.
Las dos formaciones mayoritarias no están dispuestas a perder el control de nada, y el ponerse de acuerdo para cambiar algo, es sólo para que quede todo atado y muy bien atado para que nada cambie, para que todo siga igual.
Es cierto que hace treinta años teníamos la mejor Constitución de Europa, pero como todo nuestro sistema de gobierno debe ser revisado, debe cambiar como cambian los tiempos y pensando en las necesidades de los ciudadanos. Debemos crear una Constitución que dé las mismas oportunidades políticas a todos, rompiendo el monopolio de las dos grandes multinacionales de la política. El bipartidismo al que nos quieren arrastrar, no beneficia a nadie, empobrece el sistema democrático y frena el progreso de ciudades y pueblos al anteponerse los intereses de los partidos al de los ciudadanos.