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La Gaceta de Almeria > El maíz transgénico produce cambios en los órganos internos y en la sangre

El maíz transgénico produce cambios en los órganos internos y en la sangre

Por LA GACETA DE ALMERÍA 7 de julio de 2005
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El pasado 22 de mayo, el diario The Independent informó sobre
un estudio secreto de Monsanto que mostraba que un grupo de
ratas alimentadas con maíz transgénico de esa multinacional sufrió
cambios en órganos internos y en la sangre. En México, la
Secretaría de Salud (Ssa) aprobó este maíz para consumo humano
desde 2003.

El estudio revelado da cuenta de un experimento que compara
los efectos en dos grupos de ratas: unas alimentadas durante 13
semanas con una dieta alta en maíz Mon 863 (un tipo Bt) y otras
con el grano convencional. El informe de mil 139 páginas muestra
que los roedores que comieron el producto transgénico sufrieron
anormalidades en los riñones y en la composición sanguínea,
padecimientos ajenos a los otros animales sujetos a
experimentación.
Debido a las repercusiones en importantes diarios de Europa y
muchos otros en el mundo (la noticia salió, por ejemplo, en la
portada de Folha de Sao Paulo, uno de los principales diarios de
Brasil), Monsanto dijo que haría público el informe. Pero sólo han
circulado boletines de prensa y un resumen de 11 páginas de dicho
documento. El resto, según la firma, "contiene información
empresarial confidencial que podría ser utilizada por la
competencia".
En México, quizá porque no es un tema relevante -solamente es
el centro de origen del maíz y la población consume este grano de
forma masiva- o quizá porque hay demasiadas ratas o demasiados
amigos de Monsanto, la noticia fue ignorada por las autoridades y
escasamente difundida por los medios.
Sin embargo, varios especialistas consultados por el diario
británico coinciden en que los datos son alarmantes, ya que los
cambios en la sangre podrían indicar que ha habido daños al
sistema inmunológico u otros desórdenes, tales como tumores en
crecimiento. Michael Antoniu, experto en genética molecular de
Guy»s Hospital Medical School, declaró que los hallazgos descritos
en el resumen son "altamente preocupantes desde el punto de vista
médico", y afirmó estar "impresionado por la cantidad de
diferencias significativas que encontraron" en el experimento.
Para Monsanto, en cambio, los cambios registrados son
"insignificantes" y deben ser atribuidos a "variaciones normales
entre ratas". Además, alega, el maíz Mon 863 ha sido aprobado en
varios países, y agrega cínicamente que "si cualquier crítico de la
biotecnología tuviera dudas sobre la credibilidad de los estudios,
debería haberlas expresado a los reguladores".
México es uno de los países a los que se refiere Monsanto. La
Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios
(Cofepris) de la Secretaría de Salud aprobó la liberación del Mon
863 al consumo humano desde el 7 de octubre de 2003. Al año
siguiente, Greenpeace denunció que la instancia gubernamental
citada no hace evaluaciones científicas propias, sino que se basa en
las que le entregan las empresas productoras de transgénicos. Si la
Cofepris tuvo acceso al estudio de la empresa, ¿cuáles fueron sus
conclusiones y en qué las basó? ¿O sencillamente le bastó la
interpretación de la trasnacional de que las anormalidades
reportadas son problemas de las propias ratas?
Monsanto arguye que el evento Mon 863 fue analizado por la
Agencia de Seguridad Alimenticia Europea (EFSA); que ésta conoce
la totalidad del informe y lo recomendó a la Comisión Europea
(que no aprobó el Mon 863). Lo que la firma no cuenta es que
dicha agencia contrató primero al doctor Arpad Pusztai,
reconocido experto en genética molecular y en este tipo de
experimentos, haciéndolo firmar una declaración de
confidencialidad, que aquél siguió pensando en que su texto sería
luego publicado por la agencia.
Pusztai encontró "una lista inmensa de diferencias significativas"
entre los dos grupos de roedores, además de hacer críticas severas
a la metodología y las conclusiones del estudio de la empresa.
A la EFSA no le gustó el Informe Pusztai, que coincidía con el de
otros expertos europeos que habían obtenido antes una versión
censurada del texto, como Gilles-Eric Seralini, de la Universidad de
Caen. Para este y otros de sus colegas, el Mon 863 podría tener
efectos nocivos y no debería llegar nunca a la cadena alimentaria.
La agencia, empero, descartó esta alerta y buscó en su lugar a
"científicos" que coincidieran con Monsanto. Luego publicó una
recomendación favorable.
Al parecer, ser científico independiente de las multinacionales,
población preocupada por su salud, campesinos que quieren que
su maíz no se contamine con elementos tóxicos y millones de otros
ciudadanos que decimos no a los transgénicos por estas y muchas
más razones, no son elementos que deban tenerse en cuenta para
la EFSA, la Secretaría de Salud o los legisladores que votaron la mal
llamada Ley de Bioseguridad. Con Monsanto les alcanza.
http://www.ecoportal.net/con
LA GACETA DE ALMERÍA 7 de julio de 2005
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