Es en el año 1991 cuando la Unión Europea regula la agricultura ecológica por el Reglamento CEE 2092/91, completado por el Reglamento CE 1804/99 en el que se incorpora la figura de producción animal ecológica. En Europa este tipo de producción ha experimentado un enorme crecimiento y la contribución de este sector agrícola continua aumentando imparable en la mayor parte de los Estados miembros. El número de empresas calificadas como ecológicas o en fase de reconversión dentro del marco comunitario de los 25, ascendía a 142.375 en el año 2003, cifra que supone el 1.4% del total de empresas agrícolas, mientras que la superficie destinada a este tipo de explotación abarcaba casi 5,7 millones de hectáreas, lo que representa el 3,5% de la superficie agraria útil con clara tendencia a ir aumentando. En España las tierras destinadas a cultivo ecológico suponían en el año 2005 el 2% de las tierras de cultivo, con predominio de la extensión dedicada a la producción de cereales, leguminosas y otras (96.313,54 ha), al olivar (91.485,20 ha) y a los frutos secos (41.360,37 ha). En cuanto a la distribución de cultivos ecológicos por Comunidades Autónomas en cifras absolutas a los Andaluces nos corresponde el honor de encabezar el ranking con 403.361,15 ha, seguidos a gran distancia por Aragón con 74.219,66 ha y Extremadura con 67.378,53 ha. En cuanto al número de operadores en este sector agroganadero la cifra oscila entorno a los 18.000, un dato relevante para evaluar la rentabilidad social de esta actividad.
A pesar del importante desarrollo alcanzado en los últimos años por la agricultura ecológica en España, impulsada en gran medida por la demanda del mercado europeo así como la puesta en marcha de ayudas agroambientales, este aún se ve frenado por la escasa demanda interna, debido sobre manera a la marcada diferencia de precio que aún existe con respecto a los productos agrícolas de producción tradicional. Diversos estudios muestran que entre los consumidores, el 72.5% de encuestados conoce bien estos productos, un 41% los asocian con alimentos naturales, y el 29,7 % reconocen que son más sanos por haber eliminado los pesticidas químicos en su producción, recalcando eso si, que el 19,7% consideran estos productos caros. La falta de información adecuada, la poca facilidad para adquiríos y un precio superior son la razones por las que el consumo de productos ecológicos en nuestro país no halla despegado aún hacia niveles más deseados, y que nadie dude que a esta selectiva agricultura le espera un futuro brillante.
Es evidente al igual que ha sucedido y está sucediendo con otros sectores económicos la agricultura ha entrado en un nuevo ciclo como consecuencia obligada de la globalización de los mercados, así como de otras variables derivadas del Cambio Climático, agricultura, ganadería y clima están indisolublemente ligados. Unos mercados cada vez más competitivos y exigentes demandan productos de alta calidad y especialización, está opción permite al productor una defensa más adecuada ante los productores emergentes y permiten obtener un mayor valor añadido. Sería urgente apostar por la ecoeficiencia agrícola de nuestra región, así como formular nuevas relaciones contractuales entre la producción agraria, la agroindustria, la distribución y los consumidores actualizando la legislación sobre interprofesionales agroalimentarias, y favorecer a la vez la generalización de los contratos agrarios. La agricultura es el pilar básico de la alimentación y ahí reside nuestra fuerza, y en Almería además constituye el nervio y la espina dorsal vital para que nuestro desarrollo social y nuestra economía no se frene. Si apostamos unidos en un gran proyecto de futuro seremos capaces de plantar cara a los que conocen el precio de todas las cosas e ignoran el valor de las cosas.