Ignorar los problemas no significa que estos no existan. Limitándonos a lo más cercano, por lo demás extrapolable, solo es necesario ver los Boletines Oficiales de la Provincia para contrastar la imposibilidad de los ciudadanos en afrontar las brutales deudas adquiridas, lo que les incapacita para pagar sus impuestos. Una alarmante insumisión fiscal impuesta por las circunstancias que debería de hacernos reflexionar. No poseemos el Don de la prognosis, pero de persistir en esta actitud colaboradora con el sistema devorador de recursos, acabaremos por embridar un Estado más necesario que nunca, poniendo con ello en riesgo lo social y los derechos que costó muchos años de lucha conseguir, con derramamiento de sangre incluido.
Conste que hemos buscado antecedentes tratando de establecer paralelismos entre la situación económica actual y otros ciclos de crisis acaecidos en el pasado, y tras minuciosa observación y posterior análisis comparativo, hemos llegado a la conclusión de que los pretéritos carecen de valor como datos objetivos que permitan fijar nexos comunes de causas y efectos, de lo que deducimos que nos encontramos ante una situación inédita y desconcertante.
La globalización tan solo económico-financiera ha dado lugar a un nuevo escenario de variables y mecanismos que han derribado las fronteras y escapan al control político de los Estados dando lugar a una mundialización anárquica del mercado. Mercancías y vaporosos flujos financieros circulan vertiginosamente realizando maniobras frecuentemente muy alejadas de toda ortodoxia económica. La fábula del mercado autorregulador. Solo desde esta perspectiva cabe encontrar una explicación razonable que permita entender que la actividad financiera represente 60 veces más que la actividad real. Si al finalizar la década de los años 70 del pasado siglo se contabilizaban unos cientos de transnacionales, hoy en día algo más de 40.000 multinacionales devoran sin límites y escrúpulos recursos naturales, vidas y haciendas, y un trágico ejemplo de ello es la guerra en Irak. Las doscientas mayores compañías acaparan más de1/3 parte de la actividad mundial, la acumulación de capital en sus manos es tal que un solo movimiento en las piezas de su siniestro ajedrez puede dar al traste con la economía de un país como España. Es muy grave que la creación del dinero y su distribución se reserven a un círculo muy limitado y hermético de personas con la aquiescencia del poder político. A menudo estos mismos, los más poderosos, pertenecen ya tanto a la clase dirigente como a la propia élite de los negocios, lo que imposibilita tomar medidas correctoras con las que poner freno a estos calafates ineluctables que permanecen blindados en sus serallos.
No somos eruditos en ciencias económicas, pero como dijo Albert Einstein, la imaginación es más importante que el conocimiento. A pesar del plúmbeo silencio que gravita tras la estafa científica del ladrillo no es difícil imaginar la implicación en la misma de la casi totalidad del sistema financiero; eso si, más difícil de comprender son las razones para la ruptura de la conservadora praxis bancaria al financiar algo que no mantiene ninguna relación entre el valor y el precio, consintiendo con ello tan irracional extravío. Por si la avería de por sí no fuese ya suficientemente grave, los desastres naturales están ocasionando daños de valor incalculable a los que tienen que hacer frente las compañías aseguradoras, y son estas (con la excepción de España) las propietarias de los bancos. Si el terremoto que arrasó la ciudad Japonesa de Kobe ocasionó en su día un remezón financiero mundial, los múltiples y encadenados destrozos a los que estamos asistiendo casi cotidianamente, dígase por ejemplo el acaecido en New Orleáns (USA) tendrán consecuencias de difícil evaluación sobre el mundo de las finanzas en el futuro.
Ningún sector económico escapa del sector financiero. Si partimos de esta base es fácil de entender el encarecimiento en progresión geométrica del precio de las materias primas que cotizan en los mercados de futuros, como el petróleo, y lo que es más grave, la brutal subida que estamos sufriendo en los alimentos más básicos e indispensables. Estos ya no es que no suban los precios en el origen de su producción si no que se está produciendo el efecto contrario pues cada vez se cotiza menos por ello a los productores; y si no pregúntenles a los agricultores ó a los ganaderos a quienes se les estrangula rebajándoles 6 céntimos de euro por litro de leche, mientras al consumidor el mismo producto se le repercute con un incremento del 40%. Los ejemplos serían interminables. No resulta difícil de intuir dada la praxeología de los acontecimientos que están tratando con ello de salvar un sistema financiero siniestrado, sin importarles que ocasionen la ruina y la desesperación de los ciudadanos.
Por otro lado resulta repugnante ver como los Bancos Centrales Emisores acuden prestos en ayuda de estos oligopolios inyectándoles ingentes cantidades de dinero. A los banqueros les facilitan préstamos a cambio de nada para que estos a su vez vuelvan a prestárselo al Estado y a los ciudadanos a un tipo remunerador. El ladrón que de nuevo presta su dinero a la víctima del robo ¡qué jugosa actividad es invertir cuando la paga el contribuyente! Una tela de araña en la que todos estamos atrapados excepto los monstruos que la engendraron. El aparentemente inexpugnable bloque comunista se desmoronó como un castillo de naipes ¿estaremos asistiendo sin darnos cuenta al principio del fin del capitalismo? De ser así ¿qué modelo surgirá después? Por el momento solo se nos ocurre un término para definirlo, INCERTIDUMBRE.