En el ecuador de la Legislatura municipal y a una semana escasa del comienzo de los Juegos Mediterráneos en Almería, la ciudad y la práctica totalidad de las subsedes se encuentran en obras, y en la mayoría de los casos trabajando durante las veinticuatro horas, es decir durante el día y de noche. Pero ya sabe el amable lector que “todo va según lo previsto”, diría el más castizo de los políticos responsables del desaguisado que se está produciendo en torno a Almería 2005.
El verano es muy traicionero, y sirve lo mismo para refrescarse que para conocer las más íntimas vergüenzas políticas de los responsables gubernamentales. Y de este modo se sale a dar un paseo por la bella Almería y nos encontramos con que en algunos lugares están en obras, simplemente porque el programa, si alguna vez existió, no se está cumpliendo, y no todo estará listo para los Juegos Mediterráneos, que, sin pretender aguarle la fiesta a nadie, vamos a ver como quedan y qué razones aducirán los responsables cuando se hayan llevado el más tremebundo chasco. A buen seguro le echarán la culpa a terceros, y de este modo nos deleitaremos ante una partida de ping-pong político, sin que ni siquiera la partida consiga acabar en tablas, antes bien se diluirá en el tiempo con el firme propósito de engrosar el baúl del olvido.
Lo cierto es que la ciudad y la mayoría de las subsedes se hallan casi literalmente como si ante unos comicios municipales nos situásemos, y bien sabe el almeriense de a pie la mala pasada que suelen jugar los despropósitos gubernamentales. Quien mejor los conoce en Fernando Martínez, que levantó media ciudad en los meses previos a las Elecciones Municipales y los ciudadanos lo situaron al frente de la Oposición, como también le ocurrió a Juan Megino por las obras del Paseo Almería y a Martín Soler por el regalo que le dejó Santiago Martínez Cabrejas en la calle Obispo Orberá, cuyas obras han llegado al Juzgado. La ciudad de Almería es, a mi juicio, un laboratorio político de primer orden, ya que su acción arrastra a toda la provincia, en cierto modo como no podría ser de otra manera. Y digo esto porque Luís Rogelio Rodríguez-Comendador debería estar mirando el espejo en el que se reflejaron en su día los últimos que le antecedieron, porque será, y es, el responsable político de los despropósitos que se están cometiendo en torno a los Juegos Mediterráneos.
No es Obispo Orberá el único despropósito que el Equipo de Gobierno de Rodríguez-Comendador está cometiendo, actuación heredada y que supondrá su declive político si no se remedia, que difícil remedio tiene ante la evidencia de los hechos. Y unido a ello el conjunto del esperpéntico papel que está teniendo el Ayuntamiento de Almería, principalmente, en torno a Almería 2005. Esperamos a que se celebren, deseándoles el mayor y mejor de los parabienes y que la suerte se alíe, porque, aunque está clarísimo que nadie dimitirá y los Juegos Mediterráneos serán un éxito sin parangón, la van a necesitar algunos responsables gubernamentales.