Los propagadores de ‘bulos’ pueden enfrentarse a cinco años de cárcel. La difusión de bulos en las redes sociales puede acarrear hasta cinco años de prisión, según la Fiscalía General del Estado, que ha salido este viernes al paso de las noticias supuestamente ‘falsas’ para anunciar que estudia los tipos penales donde encajar tales delitos. (En realidad ‘falso’ es todo lo que se oponga a la versión oficial del pensamiento único.)
Un informe de la Secretaría Técnica de la Fiscalía señala que la crisis sanitaria por el coronavirus ha provocado el “caldo de cultivo” para los ataques con supuestas “noticias falsas”, que responden a supuestos “delitos de odio, revelación de secretos, contra la integridad moral, desórdenes públicos, injurias y calumnias, contra la salud pública o contra los consumidores”.
Esta intención legislativa es insólita por sería volver al delito de pensamiento propio de las dictaduras así como limitar la libertad de expresar una opinión propia que se oponga a la versión oficial de los hechos por lo que lo considero extremadamente peligroso. Lo más peligroso de esta lista es la llamada “revelación de secretos” porque precisamente el trabajo de un periodista consiste en revelar secretos. Esto sería un atentado directo contra la profesión, y se podría recurrir sin problemas al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo.
TRES EJEMPLOS
Pongamos un ejemplo. Ahora mismo están persiguiendo a Josep Pamies por defender el uso del dióxido de cloro, que es un compuesto de cloro neutro, cuando desde hace muchos años que se está usando en los hospitales para desinfectar la sangre donada en bolsas. Cuando alguien dice que es lejía, simplemente está manipulando la información, porque la lejía es hipoclorito sódico y no dióxido de cloro, que se ha utilizado toda la vida para desinfectar el agua, y que además podría tener propiedades curativas, pero la industria farmacéutica no lo investiga porque es demasiado barato.
Segundo ejemplo, están ridiculizando constantemente el uso de la plata coloidal, cuando de toda la vida los excursionistas hemos utilizado sales de plata para potabilizar el agua de montaña, que además las venden en las tiendas de ‘treking’ muchos años antes de que se hablara de la plata coloidal. Nuevamente no interesa investigarlo a las farmacéuticas porque es demasiado barato.
Tercer ejemplo, el ministro de Ciencia, el astronauta Pedro Duque, quiere prohibir la homeopatía porque dice que no es científica. Habrá que ver qué entiende por ciencia este “cabeza cuadrada” cuando en los países más avanzados de Europa, como Alemania o Suecia, se aplica con libertad todo tipo de terapias alternativas y les va de maravilla. Sospecho de nuevo intereses comerciales bastardos.