Pero claro, como esa televisión no se ve en Almería, pues eso no es “tener un par… de discursos”. Como no lo es tampoco atacar a los que te critican reduciéndolos a estómagos agradecidos del adversario.
Como sigan así me van a recordar cómo era antes la etapa aquella en la que nos acusaban a los socialistas de vendernos por un bocadillo. Digo antes porque ahora lo de los autobuses que se llenan para protestar en “las manis” parece ser participación ciudadana y responsabilidad.
Y vendrán a mi memoria las dimisiones de infarto que pedían cada mañana desde la derecha a cualquier cargo público, ajeno a sus filas, que hubiese sido imputado en delitos relacionados con la corrupción o el tráfico de influencias. Entonces había que irse y después ya tendríamos tiempo para las explicaciones. Ahora no, ahora hay que esperar a que los imputados, si son del PP, sean declarados culpables y a pesar de eso “tened cuidadito con lo que decís…”.
Estos no tienen que dimitir ni marcharse a su casa porque los lados del embudo no son iguales; nunca lo han sido y, además, el lado que se aplica a cada uno lo deciden ellos mismos.
Y para que no se nos olvide que no somos iguales ya están algunos convertidos ahora en estómagos agradecidos que se comen lo que antes vomitaban. Eso sí, cuando no tenían sueldo de alguna institución gobernada por el PP o medio igualmente financiado. Que eso no es venderse; eso es ser un gran profesional de la opinión.