Belén Besga soportó casi dos años de maltratos psicológicos de su pareja que le provocaron estrés, ansiedad o desequilibrios hormonales. No llegó a pegarle, pero casi. Su valentía enfrentándose al maltratador, que tenía antecedentes de maltratos, impidió que llegara a golpearle, pero la violencia cotidiana que soportó le dejaron lesiones en la mente y en el cuerpo que a primera vista parecen palizas.
Realmente recibió palizas, pero psicológicas. Decidió autorretratarse con un trípode y un mando a distancia para hacer públicas sus marcas. Hoy tiene una vida nueva. “Ahora estoy feliz, estoy en paz, a pesar de mis tensiones y mis problemas ya no hago nada que no quiera, no me dejo forzar por otra persona, antes sí me dejaba, él me faltaba el respeto, me insultaba y me amenazaba”.
Decidió defenderse pidiendo ayuda, haciendo pública su situación, recurriendo a su entorno más cercano, denunciando el caso en la Justicia. Pero perdió el juicio, una amiga que prometió apoyarle, finalmente se echó atrás y no acudió como testigo. Cuatro años después es una mujer nueva, sin marcas, radiante de felicidad.
La fotografía le ayudó a salir de aquél hoyo sin fondo. Tiene las ideas muy claras y solo desea quererse y no volver a hacer nada que le impongan, nada que a ella no le guste. Pese a perder el juicio, comenzó a ganar su causa cuando decidió exponer unas impactantes fotografías autorretrato de aquellos terribles meses en las que visiblemente se ven las huellas del estrés y la ansiedad. Las fotos comenzaron exponiéndose en el Centro Municipal de Información a la Mujer de Roquetas de Mar y van a recorrer varios lugares de la provincia almeriense e incluso el teléfono de la esperanza.
“Él me pilló mi punto débil. Yo quería ser madre, y él me dijo que íbamos a tener hijos, me decía que iba a ser una madre maravillosa y explotó mi debilidad emocional. Incluso estuve en tratamiento para quedarme embarazada”, recuerda hoy Belén. La pareja estuvo juntos dos años en Almería y desde los desagradables hechos no ha vuelto a verle. La amiga que le aseguró que le iba a apoyar en el juicio tras presentar la denuncia, compañera de su clase de fotografía, no cumplió con su palabra y se echó atrás.
Recuerda Belén que pese a que le prometió ser su testigo y finalmente al no hacerlo “ella tuvo una actitud muy agresiva hacia mí, siendo una situación bastante tensa en aquellos tiempos. Tuve que soportar el tema del juicio, incluso alguna vez no pude entrar en mi casa porque él casi me viola. Afortunadamente tuve mucha sangre fría. Le dije ¿me vas a forzar?, pues termina rápido que yo estoy con mi mente en otro sitio. Si eso es lo que vas a hacer hazlo rápido, en tres minutos y se acabó.
En cierto modo le humillé y él se detuvo”. En la exposición mostrada en el Centro de Información a la Mujer de Roquetas de Mar se ven las huellas del estrés emocional vivido en aquellos duros tiempos, hasta el punto que quien las observa llega a pensar que se trata de marcas de palizas cuando en realidad son marcas en la piel del sufrimiento sostenido.
“Repetía lo típico, que te pide perdón, se ponía a llorar, prometía que va a cambiar, pero llega un momento que tienes que cortar y no engañarte más. Las personas no cambiamos, o vamos a mejor o a peor, pero nuestra naturaleza no cambia. Nos han metido en la cabeza que lo ideal es vivir en pareja, cuando lo ideal es estar bien en tu piel”, se expresa con un rostro radiante de felicidad tras haber superado todo su drama después de darlo a conocer y pedir ayuda. Belén ya ni se plantea tener hijos -“si quieres tenerlos debe ser cuando eres joven”- ahora solo piensa en estar sana, en todos los aspectos, en el más amplio sentido de la palabra “y he madurado mucho. Todas las experiencias negativas te hacen madurar de golpe y ahora las relaciones de pareja me las planteo de otra forma distinta. Tengo muy claro que quiero estar por encima de todo bien conmigo misma en todos los sentidos, y sé que lo contrario no es sano y si no es sano para mí lo rechazo. Ahora estoy feliz, estoy en paz, a pesar de mis tensiones y mis problemas ya no hago nada que no quiera, no me dejo forzar por otra persona, antes sí me dejaba, él me faltaba el respeto, me insultaba y me amenazaba”. Su exposición refleja “una ansiedad extrema, no una depresión. Yo misma hice las fotos con un trípode y el mando a distancia”.
La fotografía ha sido una válvula de escape para salir del acoso que vivió. Ahora da clases a gente mayor, a jóvenes, en la universidad, en el centro de la mujer… y últimamente se está centrando en el fotoperiodismo y el reportaje social, aunque ha estado trabajando muy poco tiempo en prensa escrita. También estudia el papel de la mujer y las cámaras.
“Normalmente las mujeres siempre estamos delante de las cámaras, la figura femenina se presta a ser fotografiada, pero las mujeres detrás de las cámaras son normalmente desconocidas, aunque a lo largo de la historia ha habido grandes fotógrafas e incluso algunas mujeres que eran modelos luego se han pasado a fotógrafas, entonces la mirada de la mujer detrás de la cámara es importante”, añade.
“Conozco el sector masculino laboral, y en general los ambientes masculinos me gustan. Antes trabajé en una constructora rodeada de hombres y me reconocían que era una mujer muy resolutiva, porque me caracterizo por resolver problemas rápidamente, aunque no volvería a aquello ahora. La vida tiene sus etapas y ya estoy anímicamente en otra situación distinta”, afirma tras pasar cuatro años desde que sufrió los malos tratos durante dos años de dura convivencia. La exposición fotográfica se va a llevar también a algún otro ayuntamiento de la provincia y al teléfono de la esperanza. Tendrá una segunda parte positiva de mujeres que han pasado por una similar dura experiencia para comprobar cómo están ahora. “Porque hay un blanco y negro y un color. Se muestra que se puede superar, que ha sido algo ajeno a ti, un suceso, y es una forma de ayudar a las demás, es como una mano que tira de las demás. Lo más importante es que tú pidas ayuda. Los demás te ayudan, pero tú tienes que dar el primer paso”. Sus deseos maternales que la ex pareja explotaba para controlar su cuerpo y mente han pasado ahora a ser maternales pero de otra forma, entregándose a los demás, “como dando clase por ejemplo. Ser madre es algo que se puede ejercer de muchas formas, entregándote a tu pasión. Además ya no estoy en edad de tener hijos, ni biológica ni psicológicamente, ni quiero. Aunque pudiera, tampoco, y ahora me doy cuenta que los hijos hay que tenerlos de joven. Ahora mis hijos pueden ser mis alumnos, o todo el mundo…” ríe por fin a carcajadas. Precisamente con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se conmemora el 25 de noviembre, en Roquetas de Mar, al igual que en el resto de esta provincia más al Este de Andalucía, hay diversos actos previstos, como una conferencia sobre ‘Violencia sobre la Mujer como fenómeno jurídico’, a cargo del juez titular del juzgado de violencia de género roquetero, Miguel Campillo; la presentación del libro ‘La niña y el lobo’ de Ámparo Sánchez, conocida musicalmente como ‘Amparanoia’, que interpretará en directo en acústico varios temas; la lectura de un manifiesto junto a un minuto de silencio y una marcha silenciosa hasta el monolito levantado en Roquetas de Mar en memoria de las mujeres asesinadas donde se depositarán velas y flores en memoria de las víctimas y habrá una representación bajo el título ‘No estás sola’.