Casi siempre que la mujer es víctima de un luctuoso suceso y ahora con motivo de un día mundial sobre la agresión de que es objeto, vengo escuchando opiniones que, reconozco, me provocan cierta estupefacción y me inducen a pensar si me merecería la pena convivir en la soledad antes que con una mujer.
Recientemente un hombre ha sido víctima de su mujer y el luctuoso hecho ha sido catalogado como ‘violencia doméstica’, ofreciendo un grado de criminalidad menor que si la vida le hubiese costado a una mujer, para quien se hubiese honrado su memoria calificándola como ‘violencia de género’ y consecuentemente un crimen más execrable que en el caso anterior.
Pero durante estas vacaciones me comentaban un amigo y dos desconocidos, que en el primer caso fue detenido por una denuncia falsa hecha durante el proceso de separación y en los dos casos siguientes me advertían coincidentemente el riesgo de conlleva para un hombre convivir con una mujer, toda vez que el protocolo a seguir autocalificándose ella como víctimas es radicalmente opuesto a cualquiera en que el protagonista sea el hombre.
Así se me informaba que una mujer presenta una denuncia por maltrato físico o simplemente psicológico y puede acarrearle el hundimiento de su vida al hombre, perfectamente equiparable a la acusación de ser comunista, ahora que se va a cumplir el 43º aniversario de mi detención, por el Régimen de Franco. Y ya que he mencionado del que fui un protagonista, puede hacerse la idea el amable lector de mi ideales comunistas cuando a los cuatro años cofundaba Alianza Popular en una provincia, presidía la organización juvenil de una de sus formalizaciones y copresidía la federativa provincial, lo que no fue óbice para que en el pasado me aplicaran todo el peso de la Ley con las respectivas visitas al TOP.
En fin, lo que quiero poner de manifiesto es que la sobredimensión puede conllevar grandes injusticias. Y por esta sobredimensión no es la primera vez que escucho su utilización como ajuste de cuentas y arma arrojadiza. Porque ante este la utilización que se está haciendo de este sobredimensionamiento deberíase plantear el verdadero papel de la mujer en nuestra sociedad y su homologación con el entorno europeo, del que sobresale sensiblemente.
En este contexto habría que plantearse igualmente la utilización que la mujer viene haciendo de su género y encauzarlo legalmente como se ha hecho en el caso del hombre cuando durante el Régimen de Franco se sobredimensionaba igualmente su opción. Pese a no ser equiparable la violencia de género ahora con la homosexualidad en el pasado, lo cierto es que un maricón era tratado durante el Franquismo como a un maltratador de mujeres en estas fechas.
Yo soy de los que piensan que ejercitar la violencia física sobre la mujer por un hombre es un acto de cobardía y un comportamiento que evidencia un elevado grado de violencia en el individuo, y séase mujer u hombre sobre quien ejerza esa violencia física y/o psicológioca debe ser tratado por igual y condenado con el mayor rigor por ser incivilizado y antisocial el hecho, con independencia de su sexo. Lo que me parece una barbaridad es que sea más grave quitarle la vida a una mujer que a un hombre y más condenable torturar a una mujer que a un hombre. En los dos casos, en mi opinión, deben ser tratados por igual y no hacer distingos por razones de sexo. A esta reflexión me ha inducido la denuncia del PSOE en Carboneras, tildando de machista, y de cuantas lindezas se le ocurrían durante la confección del comunicado, al Alcalde, por haber pedido que se callasen “cuando habla un hombre”. En este caso se da la sobredimensionada utilización que se está haciendo de la violencia que padecen algunas mujeres, e insisto que me parece tan condenable como la que padecen algunos hombres. Pero además, como también señalaba, se está utilizando, en este contexto sobredimensionado, como arma arrojadiza o como ajuste de cuentas, y en este caso de Carboneras se pone de manifiesto. Yo también he vivido en un pueblo durante una etapa de mi vida, y castizamente la frase objeto de arma política arrojadiza contra el Alcalde es usual en los pueblos, por lo que a nadie le debe extrañar escuchar frases del mismo tenor, como “lo dice un hombre”, “palabra de hombre” y un largo etcétera que es el contexto en el que el Presidente de la Corporación Municipal pedía silencio. Paradójicamente ha tenido que ser el PSOE en Carboneras y no otro grupo político o cualquiera de los asistentes al plenario quien mostrara esta sensibilidad hacia la mujer. La circunstancia de estar gobernando el Alcalde hostigado en coalición y haber impedido acceder a la Alcaldía al denunciante llama poderosamente la atención y la impregna de sospecha.