Principio de campaña
El principio de campaña que estamos viviendo es como una versión aumentada de un año pésimo. Los precios que se pueden obtener por nuestras hortalizas serían irrisorios sino fuera porque están llevando a la ruina a muchos agricultores y algunas empresas de comercialización.
Lo peor es que llueve sobre mojado, porque en las dos últimas campañas los buenos resultados en algunos productos y fechas no han podido ocultar un deterioro paulatino de la situación general del sector.
Razones
Las causas de lo expuesto pueden ser variadas:
– En primer lugar el proceso de reducción de los márgenes debido al incremento de costes de los últimos siete años (especialmente desde la puesta en marcha del €uro).
– En segundo lugar el enorme poder acumulado por la distribución minorista en Europa, que en ningún caso ha sido equilibrado por un proceso privado de concentración, ni suavizado por medidas legislativas de persecución de las prácticas abusivas u oligopolistas.
– En tercer lugar la crisis económica y financiera, la cual al disminuir el consumo privado ha llevado a los minoristas a bajar aún más los costes de aprovisionamiento para mantener los beneficios, lo que ha acelerado y profundizado el problema.
– En cuarto lugar el desmantelamiento de la agricultura europea a cambio de que la industria y los servicios puedan acceder a nuevos mercados, abocando a los agricultores europeos a competir con países terceros que sólo son más eficientes en costes sociales y medioambientales.
– En quinto lugar, aunque podría estar en el primero, la responsabilidad del propio sector que de manera acomodaticia ha eludido las reformas imprescindibles en época de bonanza y ahora se ve obligado a llevarlas a cabo en época de mudanza.
– En sexto lugar la ausencia de política agraria, no digamos de política hortícola, abandonada a la mera gestión e intervención celosa de las ayudas comunitarias.
¿Y ahora qué?
Debemos mantener la calma.
Debemos aplicar las recetas tradicionales de manera más enérgica y acelerada. No se debe retrasar más la puesta en marcha de medidas que fomenten la eficiencia, la productividad, la calidad y la transparencia en la producción y en los mercados.
– Es absolutamente imprescindible la tipificación en origen porque es la puerta de la diferenciación por calidad.
– Es necesaria la aplicación de las medidas de calidad para diferenciarnos como origen de producción primorosa. Para producir segundas baratas ya están otros que también producen más barato.
– Es urgente la concentración de las empresas de comercialización. Para reducir costes, para fortalecer su posición en el mercado y para ofrecer más y mejores servicios.
– Debemos exigir responsabilidad y diligencia a nuestros políticos de todas las Administraciones. La ley está para que la cumplamos todos y no sólo la parte más débil.
– Y lo más difícil: hay que definir un modelo de explotación intensiva de referencia para los agricultores andaluces de hoy y los que tengan que incorporarse en el futuro. En estos momentos no lo sabemos y esto es lo mismo que desconocer hacia donde remar en medio de la tormenta.