La primera obligación de todo gobernante es la de velar por la seguridad ciudadana para conseguir una convivencia pacífica, pero en modo alguno se debe consentir la adopción de medidas gubernamentales que generen la alteración de la normal convivencia entre las vecinos, los vecinos, residentes, veraneantes y visitantes.
Si un gobernante observa que una decisión suya puede alterar la normal convivencia, lo mejor que debe hacer es desterrarla y olvidarla, pedir perdón según el grado de educación que posea el personaje político y restituir las buenas y envidiadas relaciones que rigen en un pueblo. Por eso es por lo que yo, sin que sirva de precedente, me siento identificado con la aseveración de María Dolores de Cospedal de que se está atentando contra la Democracia, contra el sistema político de libertades públicas que nos dimos los españoles en 1978.
Efectivamente, De Cospedal es consciente de la existencia de alumnas aventajadas que tiene en su organización, pero se olvida intencionadamente de citarlas. El asunto que nos ocupa un día más es el empeño de la Señorita Rosa María Cano en construir un complejo urbanístico en la cina de la colina sobre la que se asienta el casco urbano histórico, que me decía un vecino “odia porque no le votamos”, y que ha comenzado su singladura siendo enviada la contratación del proyecto a la Fiscalía Anticorrupción para su estudio porque cuenta con el informe desfavorable de la Secretaria del Ayuntamiento.
El desprecio más absoluto de estos virreyes por la legalidad municipal, creyéndose situarse por encima del bien y del mal, tan solo asumiendo su responsabilidad ante Dios y la Historia, ofrece una fidedigna idea del perfil del gobernante ante el que nos hallamos. La verdad es que yo no veo ese acto como un desprecio hacia la opinión formada y avalada legalmente de la Secretaria Municipal, sino que lo observo como una provocación de la Alcaldesa que se piensa estar suficientemente respaldada como ara tener que acudir a rendir cuentas ante unas Señorías por una mera decisión “por mi pueblo”.
Si así es como veo ese acto gubernamental, en el plano estrictamente político conviene no olvidar su formación ideológica que naciera en el PSUC, para pasar por el tolerante PSOE y acabar como incoherente personaje político en el confesional Partido Popular. ¿Que triste es ver el brillo delirante y desafiante de una gobernante ante un pueblo clamándole piedad por la Historia, respeto a la mejor herencia que puede dejar una persona a sus hijos y a su pueblo como es una fuente de riqueza inagotable, admirable y sin parangón en la geografía peninsular como es el casco urbano histórico de Mojácar?. ¡Que triste!.
Y entiendo que esa tristeza no se le puede achacar a la incultura, que siempre puede ser reparada, sino a la insensibilidad, que ésta sí que no tiene reparación alguna y cuya principal proyección social es la convulsión social, la alteración y conculcación de las cualidades que caracterizan a la gran familia que es un pueblo, pudiendo producir heridas de difícil cicatrización.
Lo que debería preguntarse la Señorita Alcaldesa es el porqué y para qué le encargaron sus convecinos conducir el pueblo durante cuatro años. Yo también me interrogué por ello, y deduje, rápidamente, con los inconvenientes de irreflexión que padecen las prisas, que la Señorita Alcaldesa por el Partido Popular fue elegida para solucionarle los problemas cotidianos a todos y cada uno de las mojaqueras, mojaqueros, residentes, veraneantes y visitantes, así como desarrollar económicamente y hacer progresar socialmente a Mojácar, en el marco de una convivencia pacífica, disponiendo de una ingente cantidad de agentes de la Policía Local ara velar por la seguridad de la ciudadanía y no para reprimir la contestación a los actos gubernamentales que la altere.
La crispación social que ha provocado el proyecto de macro-proyecto urbanístico en el entorno de la Iglesia Parroquial, brillante e inteligente ubicación por ende, lo que hace sospechar que suponga un acto de maldad hacia un sector poblacional que no le vota pero que le botará, es latente, como se puede constatar por el conato de agresión padecido por el edil Ángel Medina en el transcurso de una acalorada discusión y la manifestación que se ha convocado para el día 14 de Mayo, viernes de la semana próxima. Todos, y todos son todos menos lo que se encuentran supeditados a la nómina que le firma mensualmente, contra la Señorita Alcaldesa, y cuando toda persona que no se encuentre comiendo en el pesebre de Rosmary Cano se une en su contra debe ser, según las Vías de Santo Tomás, porque la Alcaldesa ha cerrado los ojos ante la clarividencia, la voluntad y la Historia del pueblo que dice gobernar, del que se está aprovechando y en el que ha producido la mayor erosión social contemporánea.
Con más de veinte años en el Ayuntamiento de Mojácar es para que la Alcaldesa hubiese adquirido conciencia de que los pantalones no son suficientes para vestir la parte más noble del cuerpo sino que existe otra parte de nuestra fisionomía desde la que se consigue todo, quiero decir con este símil que el uso de la fuerza, de la índole que fuere, lo único que provoca es una reacción, como mínimo, proporcional, lo cual en el ejercicio de una responsabilidad gubernamental resulta descabellado que se imponga y no se negocie, que los temas sensibles sean fruto de la concordancia social y no de la cabezonería de una gobernante.