La presión municipal sobre los vecinos de Ciudad Jardín está provocando en éstos una psicosis que les hace perder la moción de la realidad y como consecuencia a dispararse comentarios de la más diversa índole que no se acierta a saber si corresponde a sucedidos.
La rumorología siempre ha existido y convertido en la antesala de la noticia, pero en este barrio ha sido sustituida por el comentario a hechos concretos, comportamientos que están provocando una cierta preocupación en un amplio número de vecinos.
Lo último que ha generado una considerable preocupación en el vecindario es la proliferación de multas por aparcar supuestamente mal, y digo supuestamente porque he visto boletines en los que se ha multado por estar la rueda del coche sobre el adoquín de la acera, unas aceras que parecen estar concebidas para tal fin porque desde su construcción se han visto desiertas y la calzada invadida por peatones. La remodelación de una amplia zona de Ciudad Jardín construyendo aceras al nivel de la calzada ha supuesto su reconversión en aparcamientos con el consiguiente desplazamiento peatonal. Escasas personas pueden observarse caminando por las aceras a nivel de calzada, al contrario de lo que sucede en otras calles en las que sus aceras son altas y por encima del nivel del asfalto.
Por si las aceras a nivel de asfalto no se encontrasen convertidas en aparcamientos, su tránsito por ellas resulta difícil al estar pobladas de vegetación que impiden en perfecta sintonía con los vehículos ser usadas peatonalmente. Coches y vegetación impiden la utilización peatonal de las nuevas aceras en Ciudad Jardín. La vegetación no está siendo combatida por el Ayuntamiento pese a existir tramos de acera en que puede divisarse volcada al exterior la planta del jardín, a buen seguro porque la recaudación municipal por este concepto provoca mayor malestar en la ciudadanía que la conseguida por los aparcamientos.
La presión policial que se viene ejerciendo sobre los aparcamientos en Ciudad Jardín está provocando una psicosis homologable a la que se padeció por la ola de robos, durante la que la inseguridad fue alarmante y consiguió que muchas viviendas se vieran en la necesidad de instalar vigilancia tras barajarse la contratación de vigilantes privados que patrullasen el barrio. Afortunadamente esta sensación de inseguridad que se ha vivido en Ciudad Jardín ha disminuido sensiblemente pese a que puntualmente se vienen produciendo robos en viviendas, ciertamente ahora escasos.
Pero si bien es cierto que alguna dosis de relax se ha instalado en Ciudad Jardín, no lo es menos que el ordenamiento del tráfico dista mucho de ser el idóneo, y me baso en el riesgo que supone deambular en coche por el interior del barrio por la señalización que cualquier conductor puede deducir que es desacertada. Ello ha generado la extendida opinión de que se ha llevado a cabo atendiendo intereses privados y no los generales, al contarse con cierto gracejo que existe una calle señalizada atendiendo el interés de una tienda así como otra al de un vecino.
Este segundo ha conseguido el malestar generalizado y que las críticas vayan dirigidas al Alcalde, por haber señalizado los aparcamientos para protegerse de las molestias que supone encontrarse un coche en la puerta de acceso a la vivienda o pagar un vado, para lo que aseguran se han instalado tubos metálicos que impiden la colocación de coches. La calle en cuestión se encuentra señalizada en dirección única y aparcamientos autorizados en una sola línea con periodicidad anual.
La presión policial sobre esta calle y su entorno ha producido el lógico desplazamiento a otras calles no tan rígidamente señalizadas. Y este desplazamiento de vehículos a otras calles ha impedido el tránsito del camión de la basura, que se ha visto obligado a acceder por la calle en que el aparcamiento se encuentra restringido y por dirección prohibida. Pese a la frecuencia con que la policía hace acto de presencia para multar por el aparcamiento, hay viviendas que no se han librado de ser visitadas por los amigos de lo ajeno.
Antaño se había establecido la norma no escrita por la que la Policía Local multaba cuando el vehículo estacionado molestaba a terceros, pero en estos momentos no es así y las multas se hacen con rigor legal hasta el extremo de sancionar porque una rueda haya invadido el bordillo de la acera. Y ya no escapan las calles señalizadas a merced de algún vecino sino que es frecuente observar la grúa retirando coches que no molestan a nadie y que parecen estar acechados para contribuir a pagar las elevadas nóminas en el Ayuntamiento de Almería.