La imagen salía, pasados unos minutos de la seis de la tarde, de la parroquia de San Roque. Tras la cruz guía, abrían el desfile procesional, a modo de camareras pero sin la negra mantilla, las integrantes del coro rociero de la Hermandad de la Virgen del Carmen de Pescadería, ataviadas con vestidos de faralaes blancos y grandes lunares rojos. A continuación, el estandarte de la hermandad y la talla de la Virgen del Carmen, subida en una de las típicas barcas pesqueras, que recibía a cada paso los aplausos y vivas de los presentes y que estuvo acompañada durante todo el desfile procesional por la Banda de Música de Instinción.
Después de recorrer las calles Hipócrates, Rosario, Remo, Linares -ahora Juan Goytisolo- y Valdivia, la imagen desembocó en la plaza Don Marino -antigua Moscú- y bajó por Cordoneros hasta la rotonda de la carretera de Málaga en un mar de gentes que se fueron uniendo en el itinerario para acompañar a la Virgen del Carmen hasta la nueva lonja, desde donde inició la procesión marinera que, este año, ha tenido lugar en el barco “María Gádor”, de José María.
La elección de la nave, ha explicado José María Gallart, el presidente de la Asociación de Pescadores, “se realizaba antes por sorteo” pero, desde hace unos años, “se elige al barco nuevo del año como especial homenaje a nuestra Patrona”.
Y es que, reconoce Gallart, cada uno vive el 16 de julio, en el que se celebra la onomástica de la Virgen del Carmen, conforme a su religiosidad, aunque nadie quiere escapar a su protección. La procesión de la Virgen del Carmen “es una tradición típica en el mundo de la mar y la gente le tiene mucha veneración”, asegura.
Tal es así que, en la tarde de ayer, fueron numerosos los vecinos de toda la capital que quisieron unirse a los habitantes del barrio en esta tradición centenaria.
María Domínguez tiene 65 años y lleva asistiendo a la procesión “toda mi vida, desde que me conozco” porque “me gusta mucho, es muy bonita y la queremos todos”. El encuentro con la imagen sirve también a los devotos para encomendarse ellos mismos y a sus familiares a la protección de la divinidad. “Le pedimos salud, dinero, trabajo y, lo principal, por la gente de la mar y por sus familias”.
Sus hijas y sobrinas, aunque ahora viven en otros barrios de la ciudad, siguen acudiendo cada año a su cita con la Patrona de los marineros. Desde la Colonia de Los Ángeles llegaba Encarna Domínguez, Yessica Ruiz lo hacía desde Torrecárdenas y Susana Ruiz, desde Nueva Andalucía. “Siempre vengo con toda la familia”, reconocía esta última, “porque somos muy devotos”. Una veneración de todo un barrio y de gran parte de la ciudad que tuvo su momento culmen con el paso de la talla al barco que la pasearía por sus dominios marítimos.
Con aplausos y vítores, la Virgen del Mar iniciaba la procesión por la bahía de Almería que la llevaba hasta el río Andarax, para volver de nuevo por las calles de Pescadería hasta la iglesia de San Roque.