En el primer caso se dieron circunstancias especialmente lamentables, pues mientras nuestro Ayuntamiento decidía pagar por que le publicaran las notas de prensa, los profesionales que trabajaban allí no percibían sus sueldos ni se pagaba a la Seguridad Social, cosa doblemente lamentable, pues no sólo no se cobra, sino que se pone en riesgo la percepción del subsidio de paro cuando se despide a esos profesionales. Todo eso al tiempo que se gasta dinero de los almerienses de forma que induce a sospecha, como han declarado desde la oposición.
En el caso de Ondamar se da la circunstancia añadida de que es una emisora que no tiene licencia, por lo que desde otros medios locales se ha pensado en denunciar esa competencia desleal, a lo que nuestros gobernantes municipales hacen caso omiso y deciden contratar publicidad con ella, curiosamente el Gerente de dicha emisora es uno de los cuarenta asesores con los que cuenta el Ayuntamiento (prácticamente los mismos que hay de la Diputación para 102 Ayuntamientos), y secretario particular del Alcalde.
Estas son cosas que pasan entre el cielo y el infierno, donde se critica sin piedad lo que es cierto, y lo que no lo es también. Cuando alguien emite una opinión le ampara el derecho a expresarse libremente, pero hay que procurar atenerse a la verdad para no conculcar otros derechos, el de las personas a ser informados y no manipulados, y los derechos fundamentales de las personas a las que se critica.