Por: DR JOSE MARIA MANUEL GARCIA-OSUNA y RODRIGUEZ
-ILTMO. DR. DON JOSÉ MARÍA MANUEL GARCÍA-OSUNA Y RODRÍGUEZ.
Historiador-Diplomado en Estudios Avanzados de Historia Antigua y Medieval y Médico-Familia de Atención Primaria.
Académico-Correspondiente de la Real Academia de Medicina de Asturias (año-2013). RAMPA. IDE.
Cofrade de Número de la Imperial Cofradía de Alfonso VII el Emperador de León y el Pendón de Baeza. (Creación año-1147)
Socio de Número de la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas. ASEMEYA.
-Socio de Número de la Asociación de Hispanistas del BeNeLux.
Historiador de HISTORIA-16.
Académico-Correspondiente del Instituto de Estudios Históricos Bances y Valdés.
-RESUMEN-
–REINA/FARAÓN NITOCRIS-
Dentro de los acercamientos históricos que tengo el honor y placer de publicar en la conspicua Gaceta de Almería, hoy me voy a aproximar a otro grupo de mujeres del mundo de la Antigüedad; que conformaron una de las grandes civilizaciones de las orillas del mar, que los ensoberbecidos romanos denominaron como Mare Nostrum; se trata de las féminas egipcias del período de los Faraones. Causará sorpresa, como eran libres en su sociedad, y como decidían sobre lo que querían hacer con su vida y sus matrimonios. Es un proceso muy interesante, en su evolución social, ya que siempre pretendieron ser dueñas de su futuro. Inclusive algunas de ellas ocuparon el trono del Alto y del Bajo Egipto o el País de las Dos Tierras, verbigracia:
-REY/FARAÓN RAMSÉS III-
1ª)Nitocris/Neithikerty (Dinastía VI. 2183-2171 a.C. o 2195-2193 a.C. ‘MÁS VALIENTE QUE TODOS LOS HOMBRES DE SU ÉPOCA, LA MÁS BELLA DE TODAS LAS MUJERES, DE PIEL HERMOSA Y ROJAS MEJILLAS’).
2ª)Neferusobek/Nefrusobk (Dinastía XII. Sebekkare Ra. 1787-1783 a.C.).
3ª)Hatshepsut (Dinastía XVIII. Ma’atkare Ra. 1473-1458 a.C.), esposa de Tutmosis II (XVIII Dinastía. Akheperenre. 1492-1479 a.C.).
4ª)Semenejkara/Smenkhkare=Nefertiti/Neferneferuatón-Ra?(Dinastía XVIII. Ankhkheprure wa’enre. 1335-1333 a.C.), en este caso hay dudas sobre si corresponde o no a la grandiosa y bellísima esposa-regia o Gran Esposa Real de Amenofis IV/Akhenatón (Dinastía XVIII. Neferkheprure wa’enre. 1353-1335 a.C.).
5ª)Tausert/Twosre (Dinastía XIX. Sitre meritamun Ra. 1198-1196 a.C.) .
6ª)Cleopatra VII, Ra, Filopator (Dinastía ptolemaica. 51-30 a.C.), entre otras de mayor o menor prosapia.
También se pueden añadir a tres Grandes Esposas Reales, tales como:A) Tiy/Tiyi/Tiye, esposa de Amenhotep III/Amenofis III (El Rey Sol de Egipto. Nebma’atre. 1391-1353 a.C.). La ya citada B)Nefertiti. Y la dulce, inteligente y bella C)Nefertari/Meritenmut, esposa de Ramses II /Ramesses II “el Grande” (Userma’atre’setepenre. 1290-1224 a.C.).
I.-CONSIDERACIÓN QUE LOS EGIPCIOS TENÍAN SOBRE SU MATRIMONIO-
En el Egipto de los faraones, la sociedad estaba organizada alrededor del matrimonio, es decir: un hombre, una mujer y sus hijos e hijas. El ejemplo paradigmático lo encontramos durante el reinado de Ramsés III (Userma’atre’meryamun. 1194-1163 a.C.), en la Dinastía XX (1196-1070 a.C.) del Imperio Nuevo (1550-1070 a.C.) donde existe un listado de todos los que habitaban en cada una de las viviendas de aquellos obreros, que vivían y trabajaban en Deir el-Medineh.
-MOMIA DEL REY/FARAÓN RAMSÉS II “EL GRANDE”-
Estamos en un momento muy importante en la historia de la humanidad, ya que los trabajadores del monumento funerario de dicho soberano realizarán la primera huelga (14 de noviembre del año 1165 a.C.) conocida en el planeta Tierra, la causa era que no recibían ni el salario ni la comida pactados.
-REY/FARAÓN PTOLOMEO I SOTER-
«En ese día unos sesenta artesanos se negaron a proseguir su trabajo. Dirigidos por el escriba Patuere y por dos contramaestres, los picapedreros, carpinteros y dibujantes abandonaron en orden cerrado la obra del Valle de los Reyes, en la orilla occidental del río Nilo, cerca de Tebas. En vez de continuar decorando la tumba del faraón Ramsés III, que los susodichos trabajadores habían excavado en la ladera, alcanzaron la montaña que llevaba a su poblado, atravesaron este último y descendieron a los campos. Su objetivo era llegar al Ramesseum, el notorio templo funerario de Ramsés II “el Grande”, que era ya la sede central administrativa de la que dependían en su trabajo, así como sus graneros repletos de grano. A continuación se sentaron ante la puerta del templo, dispuestos a ocupar los locales. ‘Tenemos hambre y sed’, se lamentaban, y reclamaban insistentemente su salario, el alimento que se les debía y que esperaban desde hacía ya más de un mes. Su acción fue en vano, por lo que volvieron al día siguiente, entonces sus gritos y sus palabras con exabruptos incluidos resultaron tan convincentes que Mentmose, el capitán de la policía del distrito del templo, tomó para sí las reivindicaciones de los obreros y se dirigió, en persona, a Tebas para informar al alcalde. Cuando regresó por la noche sin haber obtenido los resultados apetecidos, los huelguistas seguían ocupando la puerta del templo, determinados a pasar allí la noche con las fuerzas algo recuperadas, gracias a las 55 tortitas azucaradas que el escriba Patuere había conseguido reunir en el interior del templo. Al día siguiente no dejaron de pregonar, bien alto, que el hambre y la sed les había empujado a una actitud tan extrema: ‘No tenemos ropa, no tenemos aceite, no tenemos nada que comer. Escribe a nuestro señor, el faraón Ramesses, explicándoselo; escribe también al gobernador, nuestro superior, para que ordene que nos den con que mantenernos’. Las crecidas del río Nilo habían sido propicias, los almacenes estaban llenos y los huelguistas sospechaban que algún funcionario corrupto dilataba el pago de sus salarios. Por lo que consideraban imprescindible dirigirse, directamente, al visir, su superior directo, y al parecer la amenaza surtió el efecto apetecido. Finalmente, los funcionarios del templo aceptaron su protesta y distribuyeron los alimentos. Los artesanos recibieron su ración mensual compuesta, aproximadamente, de cuatro sacos de trigo y un saco y medio de cebada, con lo que abandonaron el lugar y reemprendieron el trabajo: la primera huelga de la humanidad, de tres días de duración, había dado los frutos apetecidos para los esforzados trabajadores de Ramesses III» (José María Manuel García-Osuna y Rodríguez. “La Primera Huelga de la Historia”. Marzo, 2009. Escuela Médica. Cáceres).
-REY/FARAÓN PEPI II-
El susodicho faraón Ramsés III dio la razón total y absolutamente a los trabajadores, quienes ganaron la primera batalla laboral de la Historia. Todos los nombres de cada familia de los obreros están documentados. Aunque hasta ahora no se conoce ningún texto relativo a que existiese algún tipo de ceremonia civil o religiosa, según la cual se produjese algún tipo de rito que sancionase el matrimonio entre estos obreros.
Se estima, por consiguiente, que el único hecho legal marital era el de la cohabitación sensu stricto; que consistía en que la esposa se iba a vivir al domicilio del marido. Los términos que eran utilizados en el Egipto de la Antigüedad faraónica para referirse al matrimonio eran: “ESTABLECER UNA CASA”. “ENTRAR EN UNA CASA”. “VIVIR JUNTOS”. “TOMAR UNA ESPOSA”. En el caso de que se produjese la ruptura del matrimonio se escriben términos tales como: “RUPTURA DEL MATRIMONIO”. “DISOLUCIÓN DEL MATRIMONIO”. “PARTIDA DE LA ESPOSA”.
Será hacia la 2ª mitad del siglo VI a. C. cuando aparezca la expresión sobre “TOMAR MARIDO”. La cuestión estriba en que la Historia de los egipcios se escribe desde la orilla o el rol o el lugar social de los maridos o varones, ya que eran ellos los que marcaban las normas. En un pequeño número de textos se registra la existencia de una tercera persona, que es la que se encarga de sancionar el enlace matrimonial.
-REINA/FARAÓN HATSHEPSUT-
«El primero, inscrito en una estatua que pertenece al peluquero del rey Sabastet y datado en el año 27 de Tutmosis III en la dinastía Dieciocho, dice así: ‘(En lo relativo al) esclavo que me pertenece llamado Ameniuy, al que capturé con mi fuerte brazo cuando seguía al gobernante… le di a la hija de mi hermana Nebetta como esposa, que se llama Takemet’. En un largo papiro de una época posterior durante el Imperio Nuevo, se cuenta que una viuda llamada Rennefer crió a tres hijos nacidos de una joven esclava que su marido Nebnefer había comprado. Puesto que la pareja casada no tenía hijos, es posible que se hubiese comprado a la joven a propósito para lograr descendencia y que esos hijos fueron engendrados por Nebnefer. En cualquier caso Rennefer nos dice que ‘el jefe de cuadras Padio entró en mi casa y tomó a Taiemniut su (de los hijos) hermana mayor como esposa, siendo él mi pariente y mi hermano menor. Lo acepté para ella y él está con ella en la actualidad’. Una tercera aparición de esa autoridad se lee en un documento mucho más tardío que data de la dinastía Veintiséis. Psamético I había nombrado a un hombre llamado Padiaset como sacerdote de Amón-Re en Teuzoi en el Fayum. En el año catorce de ese rey un sacerdote de Amon-Re en Tebas, llamado Horwedya, le pidió a Padiaset un nombramiento en Teuzoi sobre la base de que su padre había sido sacerdote allí. Además le pidió a la hija de Padiaset, llamada Nitemhat, como esposa. La réplica de Padiaset fue que: ‘Su (de ella) momento todavía no había llegado; hazte sacerdote de Amon-resonter y te la daré’. Al año siguiente Horwedya consiguió pruebas que mostraban que su padre había sido, en efecto, sacerdote en Teuzoi y ‘Padiaset arregló para Horwedya… que se le hiciese sacerdote de Amón de Teuzoi y le dio a Nitemhat, su hija, como esposa’» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; págs. 63-64).
Ambos textos estudian situaciones fuera de lo habitual. Sabastet no menciona a sus propios hijos; por lo que no nos da información sobre cuál era la relación mantenida con Ameniuy, que podría ser un hijo adoptado, y ya introducido dentro de la familia al haberle casado con la hija de su hermana.
–REINO/FARAÓN NEFERTITI-
«‘Ella (Takemet) ha compartido con (mi) esposa también. Cuando él (Ameniuy) se va no declina’. En otras palabras, la riqueza se guarda en la familia y todo el arreglo pudo ser la forma mediante la cual Sabastet obtuvo un heredero y también veló por su hermana, tal vez, viuda, y por su hija» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 64).
En el caso siguiente existe un arreglo económico entre Rennefer y su marido, pues adoptó a los tres hijos de Padiu. Los hijos solo obtuvieron la libertad al ser manumitidos por ella. En el tercer caso un padre entrega a su hija como esposa a otro hombre. Entonces, Padiaset tiene la certidumbre de que su pariente, del que es su patrono, ahora le interesa como yerno, por consiguiente la hija de Padiaset decide casarse libremente con Horwedya. Se puede colegir, por lo tanto, que a lo mejor se hizo una consulta a Nitemhat sobre su boda, o incluso a lo mejor ella podría tener la potestad para haber vetado el pacto marital. Todas estas conjeturas nos conducen a pensar en la no literalidad de la autoridad paterna, para decidir sobre el matrimonio de sus hijas.
En los contratos matrimoniales realizados a partir del siglo VII a.C., e inclusive llegando hasta el Período Greco-Romano (332 a.C.-395 d.C.), y concretamente referido a la Dinastía macedónica (332 a.C.-304 a.C.) y a la Dinastía ptolomaica/ptolemaica (304 a.C.-330 d.C.), se menciona el regalo que un esposo hace su mujer: “Traje un fardo a la casa de Payom y me casé con su hija” (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 65). El vocablo egipcio para regalo es shep en seheme; se piensa que podrían ser el pago que el marido realizaba a su suegro, por matrimoniarse con una de sus hijas, sería: ‘precio o compensación por (casar) una mujer’. Los documentos indican que los hijos nacidos o por nacer serán los herederos directos del padre, y se comprometen a la devolución del valor de lo que la esposa aportó al hogar familiar, si es repudiada o si ella lo abandona por propia y libérrima voluntad.
-REINA/FARAÓN TWOSRE-
II.-EL DIVORCIO EN EGIPTO-
Los egipcios poseían, en su legislación, algo que remedaba al divorcio actual, y lo utilizaban de forma habitual, y sin ambages, cuando parejas que habían estado viviendo juntas lo consideraban preciso. En el caso de las mujeres, la causa protagonista para que el varón lo solicitase o ejerciese eran la infidelidad y la esterilidad comprobada. Si el infiel lo era el hombre, la mujer podía divorciarse, pero no estaba contemplada como causa la impotencia masculina; pero sí se permitía si existía incomodidad clara en seguir conviviendo con su actual esposa o deseaba casarse con otra.
«Mucho antes, un hombre indicaba en una carta a su esposa muerta que se había casado con ella ‘cuando era joven. Estaba contigo mientras desempeñaba toda clase de tareas. Estaba contigo y no me divorcié de ti. No hice daño a tu corazón. Lo hice cuando era joven y cuando llevaba a cabo toda clase de importantes tareas para el Faraón, vida, prosperidad, salud, sin divorciarme de ti, diciendo “Ella (siempre) ha estado conmigo”. ¡Así dije!’» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 69).
Se puede, por consiguiente, pensar, que cuando un varón ascendía en la escala social de la burocracia o el funcionariado faraónico, buscaba otra mujer de más rango o prosapia. Es probable que existiese un tribunal que sancionaba legalmente la ruptura del vínculo matrimonial, como se colige que existía lo mismo para cuando se producía la boda. Ambas partes podían volver a casarse con otras personas una vez divorciados.
-REINA/FARAÓN CLEOPATRA VII FILOPATER-
III.-LOS MATRIMONIOS MÚLTIPLES ENTRE LOS EGIPCIOS-
Este hecho se solía producir en el Egipto de la Antigüedad, porque existía una causa fundamental demográfica para ello, ya que la esperanza de vida era muy baja y, además, las mujeres solían padecer frecuentes endometriosis o infecciones puerperales, que las podían conducir a la muerte. En el Imperio Nuevo se citan ejemplos varias de mujeres denominadas como: ‘MI ESPOSA ANTERIOR’.
Las mujeres que se divorciaban nunca aparecían en los monumentos o capillas funerarias de sus esposos. También se puede pensar que cuando un esposo aparece en su capilla funeraria con las efigies de sus esposas, estas estuviesen ya fallecidas, y, de esta manera, él pretendía perpetuar su recuerdo.
Se debe indicar, y esto estimo que está claro, que el % de la monogamia en el Egipto de la Antigüedad era muy elevado, aunque no estaba prohibido el casamiento múltiple. La causa estribaba en el poder adquisitivo que tuviesen los maridos, quienes en la mayoría de los casos solo estaban capacitadas para poder mantener a una sola esposa.
REY/FARAÓN AMENOFIS IV-AKHENATÓN-
Será en el nivel de la élite nobiliaria egipcia donde aparezca la poligamia, ya que un varón rico estaba capacitado, económicamente, para poder mantener a más de una mujer. Aunque también ellas podían subvenir a las necesidades económicas familiares, trabajando fuera del hogar.
Las mujeres campesinas trabajaban duramente en el campo, lo que es obvio, por lo que para un labrador tener varias esposas, si podía mantenerlas, era una situación más que rentable, ya que ellas y sus vástagos eran una fuerza de trabajo gratuito en la agricultura. Si, por el contrario, las esposas eran totalmente improductivas, el gasto que generaban no era asumible más que para la plutocracia.
«Aunque nunca podamos saber lo acaecido con la mayor parte de la población, podemos contemplar la situación en la aldea de trabajadores en Deir el Medina, que data del Imperio Nuevo, la única comunidad acerca de la que sabemos bastante. Desgraciadamente, aunque el divorcio y el nuevo matrimonio no resultan raros, no existen pruebas definitivas sobre matrimonios concurrentes. De hecho, la estructura física de las casas no parece diseñada para albergar a un hombre y a más de una mujer y el registro de los aldeanos listados casa por casa no nombra más que una esposa por casa, al menos en las partes conservadas. Sin embargo, en un papiro de la dinastía Veinte relativo a una investigación oficial sobre un robo de tumbas en Tebas, se da una lista de mujeres implicadas que incluye: ‘La ciudadana Herer, la esposa del capataz Paaemtawemet (de) el tesoro del Faraón. La ciudadana Tanefery, su otra esposa, haciendo dos’. Desde luego es posible que el marido se hubiese divorciado de la primera esposa, pero es raro que se identifique a ambas mujeres por su relación con Paaemtawemet. En otro papiro (referido a un robo de tumbas en el Valle de los Reyes), una mujer dice: ‘Soyuna de las cuatro esposas, dos han muerto y otra todavía vive’.Una vez más puede argumentarse que se trata de esposas consecutivas, dos de ellas terminaron su matrimonio al morir y la tercera mediante el divorcio, pero, tal como se lee, la frase es ambigua y puede significar que en un momento dado hubo cuatro mujeres casadas al tiempo con un hombre. Algunos siglos más tarde los ‘contratos de matrimonio’ de la Baja Época ni siquiera sugieren la posibilidad de que el hombre pueda tomar una segunda esposa sin divorciarse de la primera e incluso tratan con detenimiento las consecuencias del hecho de que la mujer se divorcie del hombre» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 70).
-REINA/FARAONA NEFERTARI-
Por todo lo que antecede, que aunque se colige que entre las élites egipcias hubiesen estructuras poligámicas, esto no era lo más habitual. En estos casos aristocráticos, el varón casado podía mantener relaciones sexuales con las sirvientas de su casa, por ser ellas de posición social inferior.
En la Dinastía XVIII (1550-1307 a.C.) existen vástagos provenientes de madres diversas a los de la esposa oficial. Existe un curioso texto de esta época, en el cuál un hijo presume de tener una ética importante, al no haber tenido relaciones sexuales con las criadas de su padre, ya que esto solo era una prerrogativa del paterfamilias o cabeza de familia.
Se conoce un documento de una fémina que dio a luz a un hijo de un varón que no era su esposo, por lo tanto no era su esposa o hemet; en este caso el cabeza de familia condenó a su hijo por adulterio.
-LA DIOSA HATHOR-
No se conoce el lugar que ocupaban social y económicamente estos hijos extramaritales, pero en ningún momento u ocasión serían estigmatizados. No se posee ningún registro sobre cuáles de los hijos compartían la herencia paterna, al margen de quien fuese el progenitor masculino o la identidad de la madre. Es muy limitado el número de casos, en los que existen sospechas prístinas para concebir que un hijo no descienda de la esposa de un hombre determinado. Aunque se pueda aceptar que un varón podía tener más de una esposa, no existen testimonios fehacientes de que una fémina tuviese varios maridos a la vez; es decir sí se pudiese aceptar la poligamia, pero en ninguna circunstancia la poliandria. Aunque no existía ninguna prohibición, de iure, con respecto a que una mujer se pudiese casar varias veces a lo largo de su vida, tras divorciarse o enviudar.
«Por ejemplo, en Deir el Medina en la dinastía Veinte, una mujer llamada Naunajt se casó con un hombre llamado Kenherjepeshef. Cuando este murió a sus sesenta años, Naunajt quedó viuda y sin hijos. Posteriormente volvió a casarse y tuvo ocho hijos, lo que sugiere que era mucho más joven que su primer marido. Económicamente el matrimonio había sido ventajoso para ella pues había heredado la propiedad de su marido cuando murió» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 72).
Por consiguiente, aunque los varones casados si podían mantener relaciones sexuales con mujeres diferentes a sus propias esposas, la misma posibilidad contemplada para las mujeres no era concebida social y jurídicamente.
«Un texto de Deir el Medina trata de una disputa que tuvo lugar ante el tribunal local, y si lo hemos entendido de forma adecuada contiene la sentencia: “… (una) esposa (hemet) es (una) esposa. No debería hacer el amor. No debería tener relaciones sexuales”» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 73).
-REY/FARAÓN AMENOFIS III “EL REY SOL”-
Lo que antecede se puede traducir por el hecho relativo a que las relaciones sexuales solo deberían tener lugar con su marido; lo que ya era obvio para la sociedad egipcia de la época. La maternidad nunca estuvo en duda o en discusión, pero sí la paternidad en relación a los derechos legales de sus hijos sobre la herencia. Se critica, en el Egipto que estoy analizando, tanto la infidelidad de la mujer, como que el hombre tenga relaciones sexuales con mujeres casadas.
«Hay unos pocos textos del Imperio Nuevo que contienen quejas contra individuos a los que se les acusa de actuar de forma ilegal o inmoral, especialmente en relación con sus cargos oficiales. Entre estas acusaciones se incluye la acusación de mantener relaciones sexuales con mujeres casadas. Un caso legal en Deir el Medina se abre con la acusación: “Tú copulaste con una mujer casada en el-lugar-de-llevar-antorchas”. Aunque resulta difícil seguir el texto, el resto del caso parece tratar de la honradez o, por otra parte, del transporte de cierta cantidad de grasa. La acusación de que el hombre tenía relaciones con una mujer casada está claramente destinada a señalar su mal carácter y a arrojar sobre él la duda en lo relativo a otros asuntos» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 73).
Está meridianamente claro que para el Egipto de los faraones, si el funcionario no cumplía como esposo, tampoco lo iba a hacer como servidor público, y aquella maquinaria pública tan complicada, e imbricada en lo religioso, desconfiaba de alguien tan carente de ética como es el caso indicado más arriba.
-REY/FARAÓN AMENOFIS II-
«Otro caso de Deir el Medina se estableció contra un impopular jefe de trabajadores llamado Paneb, que parece haber tenido un carácter muy agrio. Junto con varias acusaciones de irregularidades en el desempeño de su cargo oficial, también se le acusó de tener relaciones sexuales con mujeres casadas: ‘Paneb tuvo relaciones con la ciudadana Tuy, cuando ella era la esposa del trabajador Qenna. Tuvo relaciones con la ciudadana Hunero, mientras ella estaba con Pendua. Tuvo relaciones con la ciudadana Hunero, mientras estaba con Hesysunebef… Y cuando había tenido relaciones con Hunero, también tuvo relaciones con Webjet, su hija. Además, Aapehty, su hijo, tuvo también relaciones con Webjet’. El hecho de que Paneb y su hijo tuviesen relaciones sexuales con la hija de Hunero, aunque parece que ella todavía no estaba casada, parece presentarse como otra irregularidad en la conducta sexual, aunque no está claro qué aspecto concreto de este asunto bastante desagradable se condenaba de hecho» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 73).
La crítica acre, se encuentra en este texto, por tener un cierto carácter o tufo incestuoso el hecho de acostarse, el citado Paneb, con la madre y luego con la hija, como que un padre y un hijo tuvieran relaciones con la misma mujer. Pudiera ser que Webjet sacase a la luz lo redomadamente depravado que era ese Paneb. En este caso existe un ostracon del segundo año del reinado del faraón Sethnakhte-Setnaft (Userkha’ure meryamun. 1196-1194), que refiere como Hesysunebef se divorció de Hunero por la infidelidad que tuvo (ella) con Paneb, aquella fue alimentada con una pequeña cantidad de grano mensual para poder paliar el hambre de la ahora divorciada.
-LAS EXCAVACIONES DEL PUEBLO DE DEIR EL-MEDINEH-
En el capítulo-125 del Libro de los Muertos se cita claramente que un fallecido declaraba que: “NO HE COPULADO CON UNA MUJER CASADA” o “NO HE COPULADO CON LA ESPOSA DE OTRO”. Por ello se observa claramente que se reprobaba, con toda nitidez, a los varones que tenían relaciones con mujeres casadas.
En la Eseñanza de Any, que proviene de la Dinastía-XVIII, su autor escribe:
«Sé precavido con una mujer forastera/Uno desconoce su ciudad;/No te pares con ella cuando pasa,/No la conozcas carnalmente./Un agua profunda cuyo curso se desconoce,/Tal es una mujer lejos de su marido./‘Soy bonita’, te dice diariamente,/Cuando no tiene testigos’;/Está lista para pillarte en una trampa,/Un gran crimen mortal cuando se oye» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 74).
En otro texto histórico, tal como es la Enseñanza de Ptahhotep del Imperio Medio (2040-1640), se realiza un estudio claro sobre la cautela existente en estos casos.
«Si quieres que la amistad perviva/en una casa en la que entres,/sea como señor, o hermano, o amigo,/en cualquier lugar que entres,/¡cuida de acercarte a las mujeres!/El lugar en donde se hace esto no puede ser bueno;/no puede haber inteligencia en revelar esto./Mil hombres se han desviado de su bien:/un pequeño momento, el parecido de un sueño,/y se alcanza la muerte conociéndolos./Es una mala cosa, pensada por un enemigo;/uno termina de hacerla/con un corazón que(ya) la rechaza./Como para el que se aflige dejando la lujuria tras de sí, ninguno de sus/planes puede (jamás) tener éxito» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 74 y 75).
La venganza entre familiares, por tratar de quitarse la mujer, está documentada. En la obra de la Historia de los Dos Hermanos (finales de la Dinastía XIX, siglo XIII a.C. Papiro D’Orbiney. Ref. EA 10183. Museo Británico), el hermano mayor trata de matar a su hermano pequeño, cuando creyó que se había acostado con su esposa, pero cuando se enteró de que la seductora era su esposa, ‘MATÓ A SU ESPOSA Y LA ARROJÓ A LOS PERROS’.
«En un relato del Imperio Medio, un mago que sorprendió a su esposa con otro hombre mató a ambos. Sin embargo, en la vida real, el resultado final era de una forma más verosímil, como hemos visto, el divorcio. En algunos de los ‘contratos de matrimonio’ de la Baja Época aparece una cláusula que estipula que una mujer perdería sus derechos financieros en el divorcio debido al ‘gran pecado que se encuentra en una esposa’, lo que únicamente puede significar infidelidad. Cuando en una ocasión, en Deir el Medina, se sorprendió a un hombre llamado Merysejmet en la cama con la hemet de otro trabajador, el trabajador apeló a los tribunales y Merysejmet juró que no hablaría con ella de nuevo. Sin embargo rompió su juramento y dejó a la mujer embarazada. Su propio padre lo llevó ante el tribunal en esta ocasión y se le hizo prestar otro juramento según el cual no se aproximaría otra vez a la mujer. En todo caso queda sin saberse si este segundo compromiso fue algo más efectivo y qué ocurrió con la mujer, su hijo y su marido; no obstante queda claro que no se plantea la pena de muerte para Merysejmet quien, se podría añadir, procedía de una capa social más alta en Deir el Medina que la del marido de la mujer. Ésta es probablemente la razón por la que cuando el marido se quejó por primera vez del comportamiento de Merysejmet ante el tribunal, fue a él precisamente a quien se golpeó. Se persuadió al tribunal para emprender acciones contra Merysejmet sólo cuando uno de los capataces habló en defensa del marido contra semejante injusticia» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 75).
Otro texto epistolar de Deir el Medina, en la dinastía XX, indica que un marido tuvo una relación espuria, por espacio de ocho meses, con una mujer. La multitud exasperada, volcó su indignación hacia el sujeto más débil, que era la amante, e intentó agredir a la mujer, agravando más la situación al hacerlo en su propia casa:
«POR ESPACIO DE OCHO MESES COMPLETOS HASTA HOY ESTUVO DURMIENDO ÉL CON ESA MUJER; AUNQUE NO ES (¿ÉL?) MARIDO… SI FUESE (EL) MARIDO, ¿ACASO NO HABRÍA PRESTADO SU JURAMENTO CONCERNIENTE A SU MUJER?».
Está claro que el problema se agrava, porque el varón se está acostando con otra mujer, sin haberse divorciado, a priori, de su primera y legítima esposa.
«Sin embargo, la multitud vengativa se vio contenida por un capataz al que no se nombra y que envió un mensaje a la mujer: ‘En lo referente a Nesamenemipet, ¿por qué lo recibes reiteradamente?… Si el corazón de ese hombre está contigo, deja (le) presentarse ante el tribunal junto a su esposa y deja (le) presentarse ante el tribunal junto con su esposa y deja (le) prestar un juramento y volver a tu casa…’. De no seguir este consejo, el capataz no contendrá a la multitud en otra ocasión que intente ir a golpearla. El consejo del capataz parece ser que si Nesamenemipet realmente quiere a la mujer con la que está teniendo una aventura tiene que divorciarse de su esposa antes de ir a vivir con la otra mujer. No obstante, si partimos de que el matrimonio y el divorcio no estaban sancionados legalmente resulta problemático el papel desempeñado por el tribunal. Con todo, pudo haber dos razones por las que el tribunal se vio implicado. En primer lugar, el juramento que se supone que debía prestar el marido podía servir para señalar que se estaba divorciando de su esposa y que por tanto ella quedaba libre para casarse de nuevo. El tribunal podría ser testigo de esta acción para evitar que el marido o cualquier otro alegase que ella todavía estaba casada. En segundo lugar, pudo haberse tratado de establecer un acuerdo sobre la propiedad como resultado de la finalización de su matrimonio y, de nuevo, el tribunal tenía que servir como testigo de lo que se decidía. La mujer con la que el marido tenía relaciones parece no haber estado casada en ese momento o con toda seguridad su marido aparecería citado y complicaría más el desarrollo del asunto. El aspecto del comportamiento del hombre que dio origen a semejante censura no fue, así pues, que tuviese una aventura con una mujer casada sino que era culpable de una irregularidad al estar casado con una mujer y tener una larga relación con otra. En la medida en que la opinión pública se sentía concernida, el asunto se podría haber zanjado, si es que entendemos el texto de forma correcta, simplemente con que el hombre se divorciase de su mujer y se casase con su amante. Quizá parte de la indignación surgió de la constatación de la difícil situación de la esposa. Ante los ojos de la sociedad todavía era técnicamente la esposa de Nesamenemipet. Esto quiere decir que sus asuntos y propiedad estaban desde el punto de vista económico todavía ligados a él y que ella no era libre de volver a casarse. Es más, si la mujer intentase establecer una casa con otro hombre podría haber perdido algunos de sus derechos financieros en cualquier otro tipo de acuerdo debido a su infidelidad» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 77).
-REY/FARAÓN “NIÑO” TUTANKHAMÓN-
IV.-LAS RELACIONES ENTRE MUJERES Y HOMBRES SOLTEROS-
En el Antiguo Egipto, el matrimonio era el estado natural y habitual entre féminas y varones; aunque se tiene un claro conocimiento de la existencia de contados casos de hombres que nunca se casaron y ni tuvieron hijos. Se conoce el caso, dentro del Imperio Antiguo (2575-2134 a.C.), VI dinastía (2323-2150 a.C.), de una relación homosexual entre el rey Pepi II (Neferkare, 2246-2152 a.C.) con su general de arqueros Sasanet, “EN CUYA CASA ENTERA NO HABÍA UNA ESPOSA”.
La madre del monarca, llamada Anjesmerie II, contrató a un plebeyo llamado Teti para que espiase al rey, ya que en la corte se estaban buscando razones por las que Egipto caminaba hacia la decadencia. El soberano fue seguido por Teti cuando realizaba caminatas nocturnas sin ningún tipo de acompañantes. El plebeyo siguió al faraón hasta la casa del general Sasenet. Una vez llegado al domicilio del jefe de arqueros, Pepi II lanzó una piedra hacia las ventanas y, entonces, una escalera fue bajada hasta la calle y, por ella, subió el faraón. El encuentro duró unas cuatro horas en donde Pepi II “HIZO LO QUE QUISO CON EL GENERAL”, luego salió y regresó a la residencia regia.
En la Instrucción de Ptahhotep, quien fuera el visir del faraón Djedkare Izezi (2388-2356 a.C.), Imperio Antiguo, V dinastía (2465-2323), y en el Libro de los Muertos, en lo que se define como Confesión Negativa, es donde se dan consejos para no tener relaciones homosexuales, ya que para los egipcios la fertilidad dentro de la familia era esencial, mientras que la esterilidad dificultaba el renacimiento en el Más Allá:
«CONFESIÓN NEGATIVA», DENTRO DEL CONJURO 125 DEL LIBRO DE LOS MUERTOS O LIBRO DE LA SALIDA AL DÍA, SEGÚN LA HOJA 23 DEL PAPIRO DE NU (1550 A. C. – 1295 A. C.), EXHIBIDO EN EL MUSEO BRITÁNICO:
Salve, dios grande, señor de la verdad y de la justicia, amo poderoso. He llegado hasta ti: ¡Permíteme contemplar tu radiante belleza!
Sé tu nombre mágico y también los de las cuarenta y dos dignidades que te rodean en la gran Sala de la Verdad-Justicia.
El día en que se rinden cuentas de los pecados ante Osiris, la sangre de los pecadores le sirve de alimento.
Tu nombre es «El-Señor-del-Orden-del-Universo-cuyos-Dos-Ojos-son-las-Dos-Diosas-Hermanas».
Es así que yo traigo en mi corazón la verdad y la justicia, porque he sacado de él todo el mal…
Yo no he hecho mal a los hombres.
Yo no empleé la violencia con mis parientes.
Yo no reemplacé por la injusticia a la justicia.
Yo no frecuenté a los malos.
Yo no cometí crímenes.
Yo no hice trabajar para mi beneficio con exceso.
Yo no intrigué por ambición.
Yo no di malos tratos a mis servidores.
Yo no blasfemé de los dioses.
Yo no privé al pobre de su alimento.
No cometí actos execrados por los dioses.
Yo no permití que un amo maltratase a su sirviente.
Yo no hice sufrir a otro.
Yo no provoqué el hambre.
No hice llorar a los hombres, mis semejantes.
Yo no maté ni ordené matar.
Yo no provoqué enfermedades entre los hombres.
Yo no sustraje las ofrendas de los templos.
Yo no robé panes de los dioses.
Yo no me apoderé de las ofrendas destinadas a los espíritus santificados.
Yo no cometí acciones vergonzosas en el recinto sagrado de los templos.
Yo no disminuí la porción de las ofrendas.
Yo no traté de aumentar mis dominios utilizando medios ilícitos ni usurpando los campos de otros.
Yo no manoseé los pesos de la balanza ni su astil.
Yo no quité la leche de la boca del niño.
Yo no me apoderé del ganado en los campos.
Yo no tomé con el lazo las aves que estaban destinadas a los dioses.
Yo no pesqué peces con peces muertos.
Yo no puse obstáculos en las aguas cuando debían correr.
Yo no apagué el fuego en el momento que debía arder.
Yo no violé las reglas de las ofrendas de carne.
Yo no me apoderé del ganado que pertenecía a los templos de los dioses.
Yo no impedía a un dios que se manifestase.
¡Yo soy puro! ¡Soy puro! ¡Soy puro! ¡Soy puro!
Fui purificado igual que el gran Fénix de Heracleópolis.
Porque yo soy el Señor de la Respiración que da vida a todos los Iniciados el solemne día en que el Ojo de Horus, en presencia del Señor Divino de esta tierra, culmina en Heliópolis.
Ya que vi culminar en Heliópolis el Ojo de Horus, no me sucederá ningún mal en esta región, ¡oh, dioses! Ni tampoco en vuestra Sala de la Verdad-Justicia. Porque yo sé el nombre de los dioses que rodean a Maat, la gran divinidad de la Verdad-Justicia».
Laurent, A. (1998). «Conjuro CXXV». En El libro egipcio de los muertos. Primera versión poética según el texto jeroglífico publicado por Wallis Budge: Edicomunicación.
–TEMPLO FUNERARIO DE RAMESSES II EN ABU SIMBEL-
Por consiguiente, las viudas se encontraban, casi siempre, en muy mala y deficitaria posición en aquella sociedad egipcia tan compleja, y se las suele mencionar como desdichadas, junto a los huérfanos, a los hambrientos y a los desnudos. Las divorciadas se podían casar nuevamente, pero otras regresaban al domicilio paterno o al de otros parientes próximos.
Los contratos matrimoniales dentro del Bajo Egipto, denominado como la zona norte del mapa geográfico, y que abarcaba desde el mar Mediterráneo hasta el sur de El Cairo, y comprendía la fértil región del Delta del río Nilo, se realizaban para tratar de que las mujeres divorciadas no se quedasen en la indigencia más absoluta. Se conserva un ostracón de la XX dinastía, que se ha hallado en Deir el-Medina, donde se indica que un padre obliga a jurar a un varón que no abandonará a su esposa, que es la hija del primero, el castigo si lo hiciere sería relativo a que le darían cien bastonazos y, entonces, la fortuna marital se repartiría entre ambos esposos. La homosexualidad femenina era condenada socialmente en la misma medida que la masculina.
V.-¿COMO SE ELEGÍA AL MARIDO EN EL EGIPTO FARAÓNICO?-
Como ya he indicado con anterioridad, las bodas entre hermanos con sus hermanas solo se circunscribían a los enlaces maritales que se producían entre los miembros de la familia real. Estos enlaces matrimoniales entre parientes cercanos, y no hay más cercano que los hermanos, fueron muy habituales entre los miembros de la realeza faraónica y en la Alta Nobleza, sobre todo en el Imperio Nuevo. No obstante, en ocasiones un viudo se matrimoniaba con la hermana de su esposa ya fallecida.
«Una razón para semejantes matrimonios con parientes cercanos pudo surgir de la división de la herencia entre descendientes de los dos sexos. La reunión de distintas ramas de la familia mediante el matrimonio evitaría la desintegración de la propiedad familiar» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 79).
Aunque hasta ahora no se tiene la información suficiente o bastante como para tener un conocimiento fidedigno sobre cuáles eran los antecesores del marido y de la esposa, más allá de una o dos generaciones hacia atrás.
VI.-LA FERTILIDAD EN EL EGIPTO FARAÓNICO-
La finalidad primigenia e innegociable, genética y socialmente hablando, para los egipcios era la de tener prole y perpetuar el grupo familiar.
En la Instrucción de Any se indica taxativamente:
«CÁSATE MIENTRAS SEAS JOVEN/QUE ELLA HAGA UN HIJO PARA TI;/ELLA DEBERÍA TENERLO PARA TI MIENTRAS SEAS JOVEN./LO CORRECTO ES HACER PERSONAS./ES FELIZ EL HOMBRE QUE TIENE A MUCHAS PERSONAS,/SE LE SALUDA CONSIDERANDO SU DESCENDENCIA» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 81).
También ocurre lo mismo en dos Instrucciones más antiguas:
«CUANDO PROSPERES Y ENCUENTRES TU CASA, CÁSATE CON UNA ESPOSA SINCERA QUE TE DÉ UN HIJO. Y. CUANDO PROSPERES Y ENCUENTRES TU CASA, Y AMES A TU MUJER CON ARDOR… ALEGRA SU CORAZÓN TANTO TIEMPO COMO VIVAS, ELLA ES UN CAMPO FÉRTIL PARA SU SEÑOR» (“Las mujeres en el Antiguo Egipto” de Gay Robins. Editorial Akal Universitaria, 1993; pág. 81).
Por todo lo que antecede, se puede colegir que la infertilidad entre los egipcios sería la causa primordial del divorcio. En los hogares existían altares domésticos, donde se daba culto familiar a los dioses lares tales como Bes y Taweret; pero asimismo se oraba e impetraba a la propia diosa de la fertilidad y del nacimiento como era la diosa Hathor.
También se han encontrado pequeñas diosas que estaban siempre desnudas, y con su triángulo púbico muy marcado e incrementado, además de que portaban un collar muy exagerado, un cinturón rodeando sus caracteres sexuales y un peinado muy elaborado. Estas pequeñas figuras fueron denominadas “FIGURAS DE CONCUBINAS”, y se les colocaba en las tumbas para que estimulasen los apetitos sexuales del fallecido; aunque desde hace poco tiempo se han encontrado, también, en tumbas femeninas e, inclusive, en los propios templos.
Por lo tanto se considera que tener relación con la fertilidad y el nacimiento tanto en vida como en muerte, formaba parte de la cultura social de los egipcios. Esas pequeñas figuras representaban el deseo de renacimiento en el otro mundo de varones y de mujeres, tanto como para los adultos como para los niños, de ambos sexos. Se puede pensar que todos estos hechos estaban vinculados con asuntos relacionados con la sexualidad y la fertilidad de los egipcios y, por extensión me atrevo a diagnosticar que todas ellas eran personas deseosas de tener prole.
-CENOTAFIO DEL REY/FARAÓN SETHNAKHTE-
-CURRICULUM VITAE-
Del Instituto de Estudios Zamoranos “Florián de Ocampo”. (CSIC).
Del Ateneo de Valladolid (Creación año-1872).
Del Instituto de Estudios Gerundenses (CSIC).
De la Real Sociedad Arqueológica Tarraconense (CSIC).
Del Círculo Cultural Péndulo de Baza (UNESCO).
Del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino (CSIC).
Del Centro de Estudios Benaventanos “Ledo del Pozo” (CSIC).
Del Centro de Estudios Fenicios y Púnicos (CSIC).
Del Centro de Estudios Históricos Jerezanos (CSIC).
Del Ateneo Jovellanos (Creación año-1953).
De la Sociedad Española de Estudios Clásicos (CSIC).
De la Asociación Hispania Nostra.
Asesor de la Asociación Cultural Reinos de España (FEAH).
De la Sociedad Española de Estudios Medievales (CSIC).
Del Instituto de Estudios Bercianos (CECEL/CSIC)
Jurado del I Concurso de Trabajos Cortos de Investigación en Historia de la Medicina en Asturias. Colegio de Médicos de Asturias.
Médico Valorador de Discapacidades y Daños Corporales del Colegio de Médicos de Asturias.
217 Trabajos de HISTORIA publicados.
38 Biografías de Músicos de Música Académica publicadas.
108 Conferencias impartidas sobre Historia.
-LIBROS PUBLICADOS-
1.-EL GRAN REY ALFONSO VIII DE CASTILLA, “EL DE LAS NAVAS DE TOLOSA”. Editorial Alderabán/Alfonsípolis. 2012. Cuenca.
2.-BREVE HISTORIA DE FERNANDO “EL CATÓLICO”. Editorial Nowtilus. 2013. Madrid.
3.-EL REY ALFONSO X “EL SABIO” DE LEÓN Y DE CASTILLA. SU VIDA Y SU ÉPOCA. Editorial El Lobo Sapiens/El Forastero. 2017. León.
4.-EL REY ALFONSO VII “EL EMPERADOR” DE LEÓN. Editorial Cultural Norte. 2018. León.
5.-URRACA I DE LEÓN. PRIMERA REINA Y EMPERATRIZ DE EUROPA. Editorial El Lobo Sapiens/El Forastero. 2020. León.
6.-EL REY RAMIRO II “EL GRANDE” DE LEÓN. EL “INVICTO” DE SIMANCAS. Editorial Alderabán/Alfonsípolis. 2021. Cuenca.
7.-LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA. UN MITO EN LA HISTORIA DE LA RECONQUISTA. Editorial Cultural Norte. 2022. León.