Edward A. Murphy fue un ingeniero aeroespacial norteamericano
Experimentaba con cohetes y los efectos de la ley de gravedad en los humanos.
Tenía poca tolerancia con los errores que podrían costar vidas.
Desconfiaba de los técnicos y de los inevitables errores.
“Si hay más de una forma de hacer un trabajo y una de ellas culmina en desastre, alguien lo hará de esa manera”, decía.
Su discurso a sus subordinados para que controlasen cada proceso al mínimo detalle, pasó a la historia.
“Si algo malo puede pasar, pasará”, repetía.
La frase es la hoy famosa ley de Murphy.
Según Murphy, para no fallar, hay que considerar de antemano todo lo que puede salir mal.
¿Cómo obtener la máxima seguridad posible?
Recurriendo a un modelo mental: el modelo del margen de error. En su versión más simple, este modelo es el modelo de redundancia. Estos dos modelos provienen también del mundo de la ingeniería.
Cuando se trata de construir estructuras sólidas destinadas al uso de personas, la seguridad se resuelve siempre con las matemáticas: calculando.
El modelo del margen de error y el modelo de redundancia nos sirven para aumentar nuestro grado de seguridad en los negocios y en la vida personal.
Redundancia
La redundancia es el método del sentido común.
Duplicamos los recursos o procesos.
Proveemos alternativas, por si algo falla o se presentan problemas.
Evitamos contar con un recurso único.
Agregamos recursos adicionales para cumplir correctamente con nuestro objetivo.
Contamos con dinero en efectivo, pero también con una o más tarjetas de crédito.
Guardamos nuestros documentos en el ordenador, en la nube y en un USB.
Nuestro negocio tiene un capital adecuado, pero igual abrimos una cuenta de crédito.
Invertimos en acciones, pero también en propiedades y depósitos a plazo fijo.
Las ruedas de nuestros coches son nuevas, pero igual llevamos una de repuesto en el maletero, por si acaso.
Contratamos pólizas de seguro contra pérdidas, robos, accidentes o incendios.
La redundancia es una solución de seguridad pero, en algunos sistemas, por exceso, puede ser la causa de inseguridad y riesgos aumentados.
Agregar turbinas en los aviones jet puede parecer lo más seguro para que el avión siga siempre volando.
Sin embargo, al haber más turbinas, aumentan las posibilidades de fallas.
Para calcular exactamente la cantidad de turbinas seguras, se utiliza el modelo del margen de error.
Calcular el margen de error
El margen de error describe la capacidad de un sistema para soportar demandas mayores que las esperadas, evitando los riesgos.
Para que un puente soporte cargas de 5000 toneladas, la máxima seguridad se logra con un puente que soporte el paso de 20000 toneladas.
En nuestras actividades, nos conviene mantenernos siempre dentro del margen de lo seguro.
Calculando el posible margen de error.
Al comprar acciones, calculamos el riesgo de inversión según su valor actual y sus máximo y mínimo en el pasado.
Al invertir en propiedades, calculamos cuándo el valor de mercado está más cerca de sus valores mínimos que de su más alto valor pasado.
No siempre se trata de inversiones.
Para llegar puntualmente a una cita, si el trayecto normal dura media hora calculamos el tráfico y salimos tres cuartos de hora antes.
Para cubrir los gastos mensuales de la empresa, calculamos los retrasos o faltas de pago y tenemos disponibles los recursos equivalentes.
Si para un proyecto precisamos una semana, pero subcontratamos, calculamos las eventuales demoras y programamos la entrega para una fecha posterior.
Calcular el margen de error nos ayuda a estar preparados.
Podremos hacer frente a los riesgos más previsibles.
Y cumpliremos con nuestras metas, más allá de cualquier contingencia.
El gran enemigo: el número 1
El gran marketero y copywriting Dan Kennedy dijo una vez:
“El peor número es el 1”.
Un solo empleado que hace todo.
Un solo cliente que representa las ventas.
Un solo producto o servicio que representa los ingresos.
Si aplicamos este modelo mental, buscamos no caer en la trampa de uno solo y creamos el suficiente margen de error.
Richard Feynman buscaba siempre simplificar las cosas