- Los científicos se venden al mejor postor
- Los sabios antiguos fueron más prudentes
- Comentario del último libro de Fulcanelli
- “Toda la creación gime en dolores de parto”
- España fue la cuna de la Alquimia en Europa
- La fisión del átomo es una salvajada para un alquimista
- El bombardeo de electrones rompe los núcleos atómicos
- Esto se mantiene al límite del equilibrio de la naturaleza
- La Alquimia es un arte musical y no de colisiones brutales
- La Alquimia floreció en Sevilla y Santiago de Compostela
- Los alquimistas del pasado se opusieron al apetito del poder
- La apertura alquímica de la materia crea un combate de dragones
- La fusión, y no la fisión, sería el camino correcto para obtener energía
- Los antiguos filósofos seguían las vías de la naturaleza sin apresurarse
- Una cristalización apresurada produce la “prostituta vestida de escarlata”
- El artista reproduce la evolución del cosmos hasta llegar a la transfiguración
- No somos dueños de cambiar la estructura íntima de cada átomo del universo
- No hay nada más peligroso que creerse dueño de la fuerza ciega de la materia
- Existen límites a lo que está permitido cuya transgresión no le es posible al ser humano
- El autor del Libro de Job dice claramente que “aquí se rompe la soberbia de tus oleajes”
- La voluntad de salir del tiempo histórico ha petrificado civilizaciones en las arenas del tiempo
- Cuanto más profundo sea el desequilibrio alcanzado, tanto más dura será la corrección kármica
- El laboratorio de Alquimia de El Escorial fue creado por Felipe II y dirigido por Fray Custodio
- Fray Custodio de Loeches estuvo treinta años al frente de la Botica Real de El Escorial
- Diego de Santiago ostentó el título oficial de destilador de Su Majestad Imperial Felipe II
- El monasterio de Silos en Burgos conserva todavía una gran parte de su antiguo laboratorio
- Carlos V y Felipe II lo hicieron en secreto para evitar la persecución implacable de la Inquisición
- Se elaboraban extraños elixires como las Delicuescencias de san Posidio o las Lágrimas de Ondina
- Este laboratorio alquímico real funcionó a pleno rendimiento con unos quinientos alambiques
- Su objetivo fue encontrar la mítica Piedra Filosofal para convertir metales simples en plata y oro
- Los artistas españoles escondieron los secretos de la Alquimia a través de temas religiosos
- La civilización española se empantanó por una cristalización de la jerarquía eclesiástica
- Dejaron a los trabajadores de la Gran Obra en la indigencia de una muerte sin recursos
- Los alquimistas españoles tuvieron que trabajar en la clandestinidad para evitar la Inquisición
- Trabajaron bajo el velo de las artes de botica, de los tintoreros o de la fabricación de pinturas
- Hidalgos y monjes instalaron sus laboratorios en el fondo de los castillos o de los conventos
- Una falsa acusación de brujería o de herejía les habría costado entonces la cárcel o la hoguera
- Por eso los artistas españoles transmitieron los secretos de la Gran Obra a través de temas religiosos
“Los hombres de ciencia han abandonado el control de su trabajo a los nuevos príncipes de la política” opina Fulcanelli en su último libro “Finis Gloriae Mundi” sobre la interpretación del cuadro del mismo título, de Juan de Valdés Leal que se expone en el antiguo Hospital de la Santa Caridad de Sevilla. Esta pintura representa el comienzo del realismo español que arroja una mirada implacable sobre las miserias materiales y morales de aquel tiempo.
Según Fulcanelli “los adeptos del pasado pusieron siempre en guardia a sus discípulos contra el apetito de riqueza y poder que tenían los reyes.” Es por ello que “fue criminal el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima -ordenado por Truman– no sólo por los sufrimientos infringidos a las víctimas directas, sino también por el quebranto que resultó para el alma y el espíritu de la humanidad.”
También critica Fulcanelli que “en las centrales nucleares, la obra apenas excede el estadio preparatorio, de donde la acumulación de tantos residuos envenenados, cuyo actual tratamiento no es más que una siniestra farsa”.
A su juicio, “los físicos se han contentado con quebrar la materia para descubrir su estructura interna. Se trata a menudo de bombardeos violentos mediante flujos de electrones que se precipitan y percuten contra la delicada arquitectura de los núcleos atómicos.”
Es por ello que “la industria de las centrales nucleares sigue utilizando todavía el choque redoblado para arrancar la energía de los cuerpos espontáneamente inestables, que se mantiene al límite de las posibilidades de equilibrio de la naturaleza.”
Por el contrario, la Alquimia es un arte musical, un arte de resonancia y no de colisiones brutales. Esto se manifiesta en el laúd colocado detrás del mortero sobre el platillo derecho de la balanza del lienzo de Valdés Leal.
El artista reproduce el proceso que sustenta la evolución del cosmos a una escala más reducida hasta llegar a eso que los antiguos llamaban reintegración o transfiguración.
La apertura alquímica de la materia establece tales resonancias a nivel de núcleo que se acompaña de una actividad violenta, descrita como un combate de dragones mitológicos que es absolutamente necesario dominar y contener.
LA PROSTITUTA DE ESCARLATA
Una cristalización demasiado apresurada produce la prostituta vestida de escarlata del Apocalipsis que atrae las impurezas, que no alimenta a nadie, que ya no participa en la evolución de la naturaleza y que está sometida a una lenta degradación.
Esta prostitución de la Gran Obra ocurre cuando se quiere tomar un atajo y saltarse una etapa necesaria. Lo más temible en la alquimia humana es la tentación de obtener un resultado estable antes de que el fruto esté maduro.
La voluntad de salir del tiempo histórico, cuando no se ha conseguido nada todavía, ha petrificado civilizaciones enteras de las que no quedan sino muros enterrados en las arenas del tiempo y muchas tumbas expoliadas por los profanadores.
El nuevo milenio ve resurgir la tentación de acabar con la civilización occidental, con una triunfal salida de la historia, y acelerar un proceso degenerativo con la esperanza de alcanzar mecánicamente una nueva era dorada gracias a un cataclismo indeterminado.
“Felizmente -dice Fulcanelli– existen límites a lo que está permitido, cuya transgresión no le es posible al ser humano. El autor del Libro de Job dice claramente que “aquí se rompe la soberbia de tus oleajes”, y el salmista insiste “pusiste un límite que no sobrepasarán”.
“Pero como ocurre en el cuadro de Valdés Leal, si la intervención de la Mano Divina es indispensable para la regulación cósmica, cuanto más profundo sea el desequilibrio alcanzado, tanto más duras serán las oscilaciones que repondrán a los platillos en su posición óptima” como ocurrió en el hundimiento de la Atlántida
Los antiguos filósofos insistían en la necesidad de apresurarse lentamente y de seguir las vías de la naturaleza, pero el símbolo de la prostituta vestida de escarlata significa que se ha salido de los caminos naturales, porque no hay nada más peligroso que creerse dueño de las fuerzas ciegas que se hallan en el interior de las estructuras inertes. No somos dueños de cambiar a nuestro gusto las vías inscritas por el Artista Divino en la estructura íntima de cada átomo del universo.
ESPAÑA
Según Fulcanelli, “en la época en que Valdés Leal realizó su pintura, la civilización española se empantanaba como resultado de una cristalización de la jerarquía eclesiástica, y por la requisición de la obra por parte de los oratones o cléricos, y de los bellatores o guerreros, dejando a los laboratores o trabajadores en la indigencia de une muerte sin recursos simbolizada por el esqueleto casi totalmente desencarnado del tercer ataúd” de esta pintura.
Opina que “España exaltaba la inquisición, encendía autos de fe y perseguía con igual rigor a sus sabios que a sus místicos. Pese a ello, lo mismo que en el resto de Europa, florecieron escuelas de alquimistas en Sevilla y en Santiago de Compostela, que tuvieron que operar en una clandestinidad casi total bajo el velo de las artes de botica, de la industria de los tintoreros o de la trituración de los colores que necesitaban los pintores.”
“Los hidalgos y monjes -añade- instalaron sus hornos y matraces en el fondo de los castillos y conventos, tuvieron que buscar una razón plausible para limitar las habladurías; en general la de la destilación de medicinas y remedios, ya que su estado no les ponía al abrigo de una acusación de brujería o de herejía, que inmediatamente les habría costado la cárcel o la hoguera.”
Por lo tanto, no encontramos ni en Andalucía ni en Galicia esas composiciones mitológicas o simbólicas que se hallan en el resto de Europa. Los artistas españoles escondieron los secretos de la Alquimia a través de temas religiosos, y más raramente de escenas picarescas. Por eso “Finis Gloriae Mundi” representa el mensaje más perfecto de la escuela hermética sevillana.
LABORATORIOS ESPAÑOLES
Según Javier Ramos, España no fue ajena a la práctica alquímica y monarcas como Carlos V y, en especial Felipe II, fomentaron las investigaciones en la extracción y tratamiento de metales y en la elaboración de nuevas medicinas, haciendo venir a mineros y metalúrgicos alemanes, alquimistas y destiladores, principalmente flamencos e italianos. En su corte madrileña se consumían gran cantidad de agua y aceites destilados, quintaesencias y una gran variedad de elixires para curar todo tipo de males.
El laboratorio alquímico más conocido y quizás más estudiado de nuestra geografía, la inmensa morada filosofal española donde se practicó la alquimia con mecenazgo real, fue sin duda el monasterio de El Escorial; aun así, hubo otros monasterios, no tan relevantes, pero especialmente interesantes, como es el caso del monasterio de Silos (Burgos), del que se conserva todavía gran parte de su laboratorio.
Felipe II, uno de los reyes más poderosos del mundo en su época, necesitaba dinero para sostener su enorme ejército y medicinas para conservar su salud. Sedujo al monarca la promesa alquímica de oro fácil y gran medicina. Desde 1557 se tiene constancia de alquimistas españoles y europeos a su servicio. Su lugar de trabajo principal se ubicó en el monasterio de El Escorial y, de manera secundaria, en Aranjuez, donde se crearon unos imponentes jardines con plantas medicinales.
Su encargado, a la vez que destilador, era Francisco de Holbeque, hermano del jardinero mayor. Su ubicación parece haber sido el Jardín de la Isla, llamado así por encontrarse en una isla artificial rodeada por el río Tajo. En dicho jardín se estableció también la casa de la destilación, donde se elaboraban aguas y aceites a partir de plantas medicinales cultivadas.
No le faltaron medios al laboratorio del monasterio de El Escorial. Se contrató a los mejores alquimistas, se adquirieron los mejores libros sobre la materia, la botica estaba perfectamente abastecida, y los destiladores reales eran famosos en el mundo entero. Allí se buscó la Piedra Filosofal y, al mismo tiempo, se confeccionó todo tipo de esencias, medicinas y perfumes.
La Real Botica de El Escorial empezó a funcionar en 1573 y estaba instalada bajo la torre de la enfermería. En ella había tres zonas principales: una habitación grande que servía de almacén para las medicinas; una rebotica y seis habitaciones más en el sótano, en las que se elaboraban los medicamentos y se almacenaban los utensilios de laboratorio.
Entre octubre de 1587 y noviembre de 1589 se fabricaron e instalaron todos los alambiques (unos de metal y otros de vidrio) y todos los hornos y los baños necesarios para amueblar dicho edificio. Uno de los pocos que definieron muy bien los trabajos que se hacían en El Escorial fue Diego de Santiago, quien ostentó el título de destilador de Su Majestad. Santiago, que trabajó durante más de veinte años en El Escorial, editó en Sevilla (1598) su “Arte de separatoria” la obra química de mayor envergadura de la España del siglo XVI. En ella describió sus conocimientos y sus trabajos prácticos, desde la definición de los materiales necesarios, hasta la elaboración de alcoholes, quintaesencias, medicinas vegetales y minerales (como el famoso y deseado oro potable), elixires, etc.
Silos fue otro de los escenarios alquímicos por excelencia de nuestra geografía. En 1705 se construyó en su monasterio una botica con el objeto de ayudar a los enfermos, fueran o no monjes. Además, se creó un jardín botánico de plantas medicinales y se adquirieron libros de referencia. La biblioteca de la botica dispone hoy de 1.024 volúmenes antiguos, algunos del siglo XVI, cuya joya es un Dioscórides editado en 1525.
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EL ESCORIAL
Una de las cosas que no sabía sobre el Monasterio del Escorial, era la existencia de la Casa de Aguas, un laboratorio secreto de alquimia, construido en La Torre de la Botica del monasterio para ocultar el interés que Felipe II tuvo por las ciencias esotéricas, según un artículo publicado en el sitio web de “Coordenadas con Historia”.
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Se dice que su destino, era encontrar la mítica Piedra Filosofal que permitía convertir metales simples en plata y oro. Bien es probable que, Felipe II, aún reticente a creer en semejante transmutación, se apoyase en la Alquimia para superar, fuese como fuese, la crisis de impagos que sufría el Estado español durante su reinado. Eso sí, siempre, con sus secretarios como intermediarios para protegerse.
Se sabe de unos manuscritos intercambiados por Felipe II y su secretario Pedro de Hoyo hacia el mes de febrero de 1567, donde se mantuvo una conversación de varios días. Se habla de un proceso en el que se cree poder convertir los metales simples como el cobre, en plata y oro. Todo ello en secreto y con sumo cuidado, debido a que la Alquimia estaba perseguida por la Inquisición en aquella época.
TESOROS CIENTÍFICOS
Según Rafael Fraguas, el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, 50 kilómetros al noroeste de Madrid, esconde tesoros científicos innumerables. Entre 1585 y 1590, el rey Felipe II, gran coleccionista de libros esotéricos, de alquimia, nigromancia y brujería, mandó instalar bajo una de las torres del monasterio jerónimo una botica. Con biblioteca propia, llegó a albergar hasta quinientos alambiques. Todo un laboratorio alquímico funcionó allí a pleno rendimiento.
En la desamortización de bienes de la Iglesia, en 1834, la botica fue dispersada. Su botamen, el conjunto de recipientes de porcelana donde se almacenaban sus labores vegetales, fue a parar a la farmacia escurialense de la familia Ruiz Capilla, hoy de Ángel Fernández.
Seguidor de aquellos esfuerzos por mantener el monasterio como fortaleza de raros saberes lo fue un químico nacido en 1948 en Lores, al norte de Palencia, Agustín Fernández, que se formó en la orden de San Agustín, rectora del monasterio desde 1885. Allí cursó el noviciado durante los años sesenta. Pero su vocación la amplió hacia la química, disciplina en la que se licenció en la Universidad Complutense de Alcalá de Henares. Sería profesor de esta materia durante dos décadas en el Real Colegio Alfonso XII, que ocupa el ala norte del monasterio.
Agustín Fernández impartió sus clases a numerosas promociones. Pero sus investigaciones alquímicas, las que concitaron sus más creativas energías, las desplegó bajo la llamada Torre de la Botica, que se alza en el confín de la fachada a poniente del monasterio, en la torre opuesta y en el edificio contiguo al estanque a donde se trasladó la farmacia real escurialense, todo un conjunto de retortas, alambiques y matraces. Las huellas de un enorme depósito de destilación siguen en el ala meridional del monasterio.
Entre matraces, tubos y alambiques, Fernández comenzó a experimentar con algunos componentes botánicos de los cuales obtendría, en un principio y tras consultar viejísimas recetas, raros elixires, como uno al que denominó las “Delicuescencias de San Posidio” o licores a los que llamó “Caos Gnóstico” o “Lágrimas de Ondina” como recuerda la farmacéutica Palmira Pozuelo, que le encargó para el banquete de su boda. El monje, desde su cuartel general de la torre, creó un pequeño jardín donde experimentó con plantas de propiedades misteriosas.
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ESPAGIRIA
El laboratorio de Alquimia de El Escorial creado por Felipe II, siempre albergó a grandes personajes que no dudaron en abrazar la espagiria (es decir, la alquimia aplicada a la medicina) como método para avanzar en el conocimiento. Por aquí habían pasado los grandes boticarios de toda Europa y fray Custodio de Loeches se iba a convertir en uno de ellos.
Además, el monje de Loeches no se iba a conformar con ser el segundo en la jerarquía de la Botica de El Escorial, por lo que comenzó a trabajar duro día y noche entre alambiques y retortas. El resultado fue que en 1723 fuera ascendido a boticario mayor del reino, causando la envidia de unos y la fascinación de otros.
Fray Custodio estuvo treinta años al frente de la Botica de El Escorial y los documentos se refieren a esta etapa como una de las mejores para el laboratorio escurialense, donde siempre estuvo abastecido de las plantas de mayor calidad para crear medicinas.
Su vida se apagó el 3 de mayo de 1753, al ser víctima de una epidemia que acabó con nueve frailes del monasterio de El Escorial. Su fallecimiento, sin embargo, no terminó con su fama, y fray Custodio de Loeches comenzó a ser recordado como uno de los grandes personajes de la farmacopea monacal, siempre a caballo entre la magia, la religión y la ciencia.
Curiosa es la cantidad de libros prohibidos en la época que han quedado en la biblioteca del monasterio de El Escorial, textos que recogen estos procesos y donde puedes acercarte un poco más a toda esta época medieval de alquimia, magos, brujas y hechiceros.
Enlace al vídeo completo en español:
Enlace a mi nuevo canal llamado “Miski Liu Suria”:
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El autor de este vídeo es Periodista Licenciado y Colegiado, con cuarenta años de experiencia, y Oficial de Aviación Reservista Honorífico, entre trece titulaciones.
Mi seudónimo es Miski Liu Suria. (Un seudónimo es un nombre o ‘alias’ utilizado por un periodista en sus actividades, en vez del suyo propio, pero en realidad es mi nombre espiritual.)