El alcalde de Roquetas de Mar, Gabriel Amat, ha traspasado la patata caliente sobre el histórico yacimiento arqueológico de Turaniana, declarado BIC desde 1991 y situado en el corredor verde de la costa, a la administración autonómica, asegurando que el futuro de este histórico lugar es competencia de la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía y su consejería titular.
Amat ha sido contundente en su manifestación asegurando que “Turaniana tendrá el futuro que quiera para él Cultura de la Junta, no el ayuntamiento”. Recientemente una plataforma formada por varias asociaciones que reivindica la puesta en valor de este yacimiento exigía a las administraciones que se pusieran en marcha para realzarlo y explotarlo turísticamente como un elemento intrínseco de la historia local y que ofrezca valor añadido, pero el ayuntamiento mantiene por lo tanto que las competencias del futuro de esta zona, habitada en el pasado por romanos y árabes y comparada por expertos arqueólogos con el yacimiento de Los Millares por su extensión y restos, es de la Junta de Andalucía.
Ataviados a la usanza de la época en un acto celebrado allí mismo denunciaban entonces la pasividad de las diferentes administraciones implicadas a la hora de poner en valor el yacimiento y comenzar las excavaciones. El año pasado también se realizó una actividad similar y recientemente se presentó al sector turístico un proyecto para potenciar Turaniana y convertir el yacimiento en una oferta internacional más de la costa almeriense.
Según Manuel Pérez Sola, vicepresidente de la asociación de amigos de La Alcazaba, “creemos que los restos están bien conservados porque esta zona prácticamente no se ha deteriorado en profundidad al no haberse cultivado nunca por ser siempre zona de tránsito. Pedimos que de una vez por todas se excave, se ponga a la luz y se convierta en un revulsivo turístico, de interpretación del patrimonio y de disfrute para todos los ciudadanos.”
Sin embargo desde hace décadas se producen expolios impunes de restos y se comenta que mansiones cercanas ocultan gran cantidad de utensilios de gran valor histórico, puesto que la zona ha soportado civilizaciones romanas, árabes y fenicias. Las denuncias provienen desde hace muchos años, puesto que ya uno de los artistas más internacionales de Almería, el indaliano Jesús de Perceval, luchó contra la destrucción del yacimiento en la época del desarrollismo urbanístico franquista. Estas zonas fueron descubiertas en las últimas excavaciones realizadas hace una veintena de años, probando la existencia de una vivienda señorial, balsas de salazón, un cementerio, hornos de cerámica y fundición. Pérez Sola recuerda que “hay varias catas documentadas y es visible el dique de Los Bajos en las antiguas salinas, que era el embarcadero. Pensamos que se trata de construcciones que datan entre los siglos I a III.”
La administración andaluza aprobó la realización de un estudio técnico de georadar para escanear el subsuelo pero sin embargo el gran problema del yacimiento radicaría en estar ubicado en suelo propiedad de varias administraciones, como el ayuntamiento, Costas, Cultura y Medio Ambiente, que deben ponerse de acuerdo. Las palabras de Gabriel Amat dejarían en manos autonómicas Turaniana.
El arqueólogo Lorenzo Cara afirma que se trata de un yacimiento clásico con más de 4.000 años de historia, “el yacimiento es muy grande al tener 12,5 hectáreas. Siempre he dicho que si hubiera sido descubierto por Luis Siret sería un clásico en la arquelogía mundial. Es uno de los más antiguos existentes, se descubrió en 1862 por alguien que no ha sido reconocido debidamente, un pionero de la arqueología, Miguel Ruiz de Villanueva. Su cronología empieza desde la Edad del Cobre en la época de Los Millares hasta la época medieval. Es excepcional por su tamaño, por poseer un fondeadero natural y por su amplitud cronológica”
Actualmente sólo quedan visibles restos de Torrequebrada, que fue dinamitada durante la época del desarrollismo turístico, habiéndose encontrado fustes, capiteles de columnas, ánforas, cerámica, sillares, etc. Tres hallazgos significativos por su rareza son, un espejo, vasijas de cristal y una escultura de bronce. La necrópolis fue parcialmente destruida por la Unión Salinera en 1958 y el cementerio tardorromano fue prácticamente destruido en 2003 durante unos trabajos de urbanización. La zona en la que ahora miles de personas andan en bicicleta, corren o pasean, esconde en su subsuelo miles de años de historia.