B. – DEVENIR HISTORICO
1. – INTRODUCCION
La existencia de bosque en el pasado podría explicarse simplemente suponiendo un clima más húmedo que el actual. Sin embargo, la cronología de los yacimientos prehistóricos del cobre y del bronce en el Sureste coincide con el periodo climático Subboreal, caracterizado al parecer por su aridez.
Las culturas calcolíticas almerienses se habrían desenvuelto, pues, en un clima como el del presente. La geomorfología del Sureste tampoco indica fluctuaciones climáticas importantes alrededor de las condiciones actuales en el Holoceno. Para épocas más recientes los documentos históricos almerienses describen, desde la Edad Media, un clima semejante al de hoy, con escasas precipitaciones, largos periodos de sequía y esporádicas lluvias torrenciales. Por último, la abundancia de paleoendemismos en esta zona avala la hipótesis de que el clima del Sureste Español no ha sufrido cambios importantes en los últimos milenios, por lo que hemos de atribuir los cambios en el paisaje vegetal a la intervención del hombre.
Hoy es difícil imaginar grandes superficies arboladas en el paisaje de Enix, pero es muy importante tener en cuenta que la destrucción de la cobertura vegetal por acción humana en medios naturales áridos, significa al mismo tiempo la eliminación de las condiciones edáficas e hídricas que permitieron en su día la existencia del bosque. En la actualidad el agua de las precipitaciones se desliza sobre suelos casi desnudos y llega inmediatamente al mar arrastrando materiales erosionados. En otras épocas el propio bosque reduciría la escorrentía superficial, aumentaría la infiltración, captaría la humedad ambiental, muy alta en zonas costeras como El Palmer y protegería el suelo.
La aparentemente amplia extensión de los bosques y la presencia de fauna forestal en los últimos años del S. XV y en el XVI podrían no ser ajenas a las características del sistema productivo del periodo medieval. En dicho sistema los cereales y el ganado habrían tenido un papel secundario, ya que la mayor parte de los productos procedería del regadío. Esta forma de organizar la producción, implantada hacia el siglo X, había supuesto una ruptura total con las tradiciones agrícolas anteriores. El regadío andalusí implica la creación de ecosistemas agrarios sumamente artificiosos y productivos, desvinculados de las constricciones, especialmente del estrés hídrico, que el clima mediterráneo impone a las plantas. Los andalusíes, como sus descendientes los moriscos, pudieron quizá de este modo permitirse interferir escasamente en los ecosistemas y de subexplotar los recursos del entorno.
La conquista castellana pudo alterar en mayor o menor medida las bases productivas del Reino de Granada, donde los moriscos seguían viviendo del regadío, introduciéndose la ganadería comercial a gran escala: grandes rebaños trashumantes de ovejas, cabras y vacas. Esta actividad acentuó la fuerte vinculación de la economía de la zona a los mercados exteriores. La lana se sumaba así a la seda, los frutos secos y los alumbres como principales productos de exportación dirigidos a los mercados de Castilla e Italia.
La economía en el S. XVI parece sustentarse, pues, en los cultivos intensivos de las vegas y en el aprovechamiento extensivo de la tierra no cultivada. En particular la seda, obtenida a partir de los morales, fue la base de la economía de Enix y de todo el Reino de Granada, en este siglo.
1. – CREACION DEL MUNICIPIO Y SU POBLACION
La aparición de Enix como municipio en la historia se da en 1505, el 8 de diciembre para ser exactos, cuando los Reyes Católicos, unificadores de la Patria y creadores del estado moderno, tal y como se concibe en Occidente, donan a la ciudad de Almería, por una Real Cédula, junto a Enix “por juro de heredad para siempre jamás”, también Vícar, Felix, y Roquetas que conformaban en conjunto la que se ha denominado hasta hace dos siglos, Taha de Almexixar.
Cuando se produce la rebelión de los moriscos, ésta adquiere especial violencia en esta taha, ya que primero se produjo el asesinato de los pocos cristianos viejos que se habían asentado en el lugar y, posteriormente, la represión llevada a cabo por el Marqués de los Vélez, exterminó a todos los moriscos varones, tras cruento combate en Felix, esclavizando a mujeres y niños. Tras la sofocación de la revuelta se procedió a su repoblamiento con cristianos viejos, principalmente de Murcia, según las normas dadas por el rey Felipe II, que se recogen en el Libro de Apeos de Felix. Siendo esta cuarta y última repoblación la que finalmente fructificará, habiendo fracasado las tres anteriores, bien por falta de adaptación y su consiguiente retorno a los territorios de origen, bien porque los pocos que se aposentaron fueron exterminados por los moriscos, han de ser éstos los ascendientes directos de los futuros habitantes de gran parte del oriente del Reino de Granada.
La expulsión de los moriscos en 1570 y su sustitución por colonos cristianos de regiones próximas significa, de hecho, la cristalización de un nuevo modelo de sociedad y de nuevas relaciones entre el hombre y el medio. No se trata tan sólo de una cuestión de idiosincrasias o mentalidades diferentes. El cambio de la situación económica internacional en el siglo XVII por el hundimiento de los mercados italianos y castellanos hacia los que se dirigía la lana y la seda, hizo que se considerara necesario reconvertir la economía del territorio, en el sentido de hacerla menos dependiente del exterior y de garantizar un suministro autónomo de alimentos, es decir, de cereales. La reserva de tierra no cultivada era mucha y las circunstancias que habían bloqueado la explotación agrícola de este recurso dieron paso a otras que la hacían posible y deseable. De los dos elementos que caracterizaban a los sistemas productivos del periodo morisco, cultivos de regadío y uso extensivo del resto del espacio, el primero crece entre los siglos XVI y XVIII, pero el segundo sufre una profunda transformación, extinguiéndose los bosques de pinos que se extendían por las laderas y piedemontes del municipio. En los siglos XVII y XVIII se produce una gran expansión de las superficies dedicadas a cultivos cerealísticos de secano. Los efectos de la nueva orientación económica sobre la fauna y la flora natural debieron ser muy importantes. Conforme avance el tiempo, las referencias documentales a los grandes animales de los bosques irán haciéndose cada vez más raras.