Por: DR. JOSE MARIA MANUEL GARCIA-OSUNA y RODRIGUEZ
de 2022.
–ILTMO. DR. DON JOSÉ MARÍA MANUEL GARCÍA-OSUNA Y RODRÍGUEZ
Académico-Correspondiente de la Real Academia de Medicina de Asturias (año-2013). RAMPA. IDE.
Cofrade de Número de la Imperial Cofradía de Alfonso VII el Emperador de León y el Pendón de Baeza. (Creación año-1147)
Socio de Número de la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas. ASEMEYA.
-Socio de Número de la Asociación de Hispanistas del BeNeLux.
-Historiador de HISTORIA-16.
Académico-Correspondiente del Instituto de Estudios Históricos Bances y Valdés.
-PRÓLOGO.
El presente trabajo, que presento en este número de la magnífica Gaceta de Almería, contempla una serie cronológica de reyes godos, desde la muerte del gran rey Recaredo I hasta el reinado de Sisebuto, las luchas civiles para obtener el trono godo son constantes, y, de esta forma y proceder, el reino godo de Toledo va caminando hacia su final que será cataclísmico para Hispania y para Europa, con la llegada espuria del Islam.Ya se ha consolidado la desaparición y mixtificación del reino de los Suevos, realizado, manu militari, por Leovigildo y consolidado por sus sucesores. Y, como siempre, mi agradecimiento a mi Gaceta de Almería, en la persona paradigmática de su director-fundador Agustín Muñoz. “Libidines ad potiundumincitantur”.
1.- MUERTE DE RECAREDO I EL GRANDE (rey entre 586-601). WITERICO YA ES REY DE TOLEDO-
El gran rey de los godos de Occidente o visigodos, Recaredo I“el Grande” iba a morir en Toledo, de muerte natural, en diciembre del año 601 d. C., hecho luctuoso que iba a constituir una excepción importante en la sucesión regia de los visigodos, que solía ser violenta. Como era de esperar, fue substituido, sin el más mínimo problema, por su hijo llamado Liuva II (rey entre 601-603), que era hijo bastardo del susodicho monarca fallecido, por lo que, al carecer su madre de nobleza de sangre, este hecho le restaría el necesario apoyo nobiliario y clientelar.
Además, al ser todavía muy joven, era ciertamente inexperto, ya que habría nacido hacia el año 584.
Por todo lo que antecede, va a ser depuesto de forma violenta por medio de un golpe de estado cruento, por un duque traidor de origen lusitano y llamado Witerico (rey entre 603-610), quien, en primer lugar, en el verano del año 603, ordenó se le cortase la mano derecha para, de esta forma sangrienta, simbolizar su imposibilidad de poder ceñir el cetro regio y, luego, ordenó que fuese eliminado pura y simplemente.
El nuevo monarca, traidor irredento e hipócrita, estaría, a priori, muy unido a la nobleza que comandada por el duque Claudio de la Lusitania se había colocado, fidelísimamente, alrededor del trono del rey Recaredo I, por lo que se puede colegir que este grupo de magnates va a apoyar, sin ambages, el magnicidio del vástago de Recaredo I.
Con este hecho se observa como fracasa la política conciliadora concitada por el rey fallecido hacia la siempre levantisca y problemática nobleza visigoda.
A continuación, se producirán, en los siguientes cincuenta años, el paso por el trono de Toledo de ocho monarcas con cenit y ocasos en sus deseos por conseguir el afianzamiento del poder en el trono del monarca de turno, frente a esa nobleza visigoda cada vez más volcada hacia el señorío y un feudalismo incipiente.
Witerico fue un duque godo afincado en Augusta Emerita-Mérida, que en el año 588 habría formado parte de una conjura arriana contra el converso católico rey Recaredo I, que había estado dirigida por el obispo Sunna y el magnate Segga y, misteriosamente, en el último suspiro Witerico cambiaría de bando y vendería a sus compañeros delatándolos ante el propio rey Recaredo I que, por consiguiente, lo premiaría con su confianza; por lo que es probable que Witerico encabezase a una importante facción de nobles visigodos contrarios al predicamento que Recaredo I habría otorgado a diversos nobles hispanorromanos, como era el caso del ya mencionado duque Claudio, del conde del patrimonio regio Escipión o del futuro primado toledano Eladio, en demérito de los nobles visigodos sensu stricto tales como duques, próceres, condes, gardingos y espatarios.
De esa forma tan cruenta y magnicida paraLiuva II, se daba carpetazo al intento regio, inaugurado por Leovigildo, de consolidar una monarquía hereditaria y, de nuevo, se sancionaba la terrible lucha por el trono y el poder que tanto daño iba a hacer, con posterioridad, al reino visigodo de Toledo.
Como era de esperar por lo inicuo de su acción, San Isidoro de Sevilla va a escribir un juicio muy duro sobre este nuevo monarca godo.
Los primeros años de los reinados de Witerico y de sus sucesores, hasta la llegada de Sisebuto, van a conllevar una centralización monárquica, que va a estar acompañada por una carrera jalonada de éxitos en la política exterior, al conseguir expulsar a los bizantinos de la totalidad de la Península Hispánica.
Entonces, en Toledo, el obispo Aurasio se va a enfrentar al conde urbano Froga, que estaba volcado en la protección hacia los judíos, a los que erigiría una sinagoga enfrentándose a la iglesia católica apostólica y romana, por ello el metropolitano toledano citado lo va a excomulgar.
Witerico se apoderará de la plaza bizantina de Medina Sidonia, aprovechándose de los problemas que Bizancio está padeciendo tras la rebelión y reinado del emperador Focas (en el trono de Bizancio entre 602-610), que está ocupado y preocupado por el ascenso de los persas sasánidas en el Oriente bizantino, y, también, por los problemas que le está creando el exarcado de Cartago en franca secesión, y que regía administrativamente a Hispania o Spania; todo este conglomerado de cosas es lo que va a permitir a Witerico la toma previa de la fortaleza de Saguntia situada más al norte de Medina Sidonia, que estaba situada en la calzada romana que unía Besipocon Hispalis-Sevilla.
También, consolidaría su defensa en la denominada como “línea defensiva deRecaredo”, en el Suroeste, al conseguir el dominio sobre Iliberris-Medina Elvira, reforzando la fortaleza de San Esteban, en Granada.
La política de Witerico hacia los merovingios de la Galia Comata o Melenuda va dirigida en un doble sentido: a) preservar el favorable status quo que había conseguido Recaredo I, en la frontera de la Septimania, siempre tan apetecida por los descendientes del rey merovingio Clodoveo.
Pero la “Crónica de Neustria” o “de Fredegario” informa de la existencia de un proyecto matrimonial entre las cortes de Toledo y de Burgundia, en el año 607, por medio del cual el rey Thierry o Teodorico II de Borgoña o Burgundia se comprometía a matrimoniarse con Ermengarda, hija del rey Witerico, lo que iba a consolidar la alianza, pero un año después la intrigante Brunekhilda o Brunequilda (543-613), la abuela del rey burgundio y ligada por sus orígenes a la dinastía goda de Leovigildo y enemiga de Witerico, consiguió que la princesa visigoda fuese devuelta virgen a la corte toledana.
Brunekhilda era hija del rey visigodo Atanagildo (monarca entre 555-567) y se había casado, muchos años antes, con el rey Sigiberto I de Austrasia.
Pero, a pesar de sus esfuerzos, Witerico no va a conseguir vengarse de este oprobio tan humillante, aunque va a tratar de crear una alianza anti-Brunekhilda conformada por sus más declarados enemigos: Clotario II de Neustria, Teudeberto de Austrasia, y el longobardo Agiulfo, además, este último soberano va a otorgar carta de naturaleza a la política antibizantina de Witerico.
Todo a será un fracaso y, entonces, el monarca visigodo de Toledo parece ser que envió alguna expedición militar de castigo contra los ingobernablesástures transmontanos que depredaban y saqueaban las tierras de los vacceos o Campos Góticos y, en ocasiones, si les era posible, las de los astures cismontanos-augustanos, pero solo pueden ser consideradas como acciones de represalia y de mantenimiento de un cierto control toledano sobre esa zona del septentrión hispánico.
Como ya es sabido el ConventusAsturumabarcaba entre el mar Cantábrico y el río Duero, de norte a sur, dividido en dos gentilidades, la septentrional de los ástures transmontanos entre los ríos Sella y Navia, y la meridional al sur de la cordillera de los ástures cismontanos o augustanos, entre los ríos Esla-Astura y los Sil-Tera. Al otro lado de estas fronteras, de norte a sur se hallaban los galaicos-lucenses, con su caput de Lucus-Augustio Lugo, y los galaicos-bracarenses en Braccara-Augusta o Braga.
El conde Bulgar de la Septimania(región occidental de la provincia romana de la Galia Narbonense, hoy Languedoc-Rosellón), por otro lado, refiere en sus epístolas, y ya como dux en la época del rey Gundemaro (soberano entre 610-612), que Witerico tuvo una relación enérgica y firme sobre algunos nobles de la Narbonense, apoyándose, para ello, en el metropolitano Sergio de Narbona.
Todas estas actuaciones habrían motivado que comenzase a perder aliados entre los magnates visigodos que antaño le habrían apoyado, en algún momento de su devenir como monarca visigodo hispano.
Witerico se dio cuenta del riesgo extremo que corría y repuso al perseguido conde Bulgar, pero ya era demasiado tarde, pues en el mes de abril del año 610 el soberano toledano sería asesinado en el curso de la celebración de un banquete y como consecuencia de una conjura tramada por sus antiguos fideles:
«Porque había matado con la espada, murió con la espada: no quedó sin venganza en él la muerte de un inocente»[1].
2.- GUNDEMARO ES EL NUEVO MONARCA DEL REINO VISIGODO DE TOLEDO-
Los complotados van a elegir a uno de los suyos para que ocupe el trono toledano, se llamará Gundemaro y va a continuar la política exterior de su predecesor, manteniendo a los mismos altos cargos en la administración, verbigracia patognomónico sería el conde Bulgar ahora como duque de la Narbonense o gobernador de la Septimania.
Esa mencionada política exterior mantenida lo sería, en primer lugar, frente al Imperio Romano de Oriente o de Bizancio, el susodicho se encontraba, ahora, sumido en una crisis de gran calado, las concausas eran: la rebelión del exarca de Cartago y luego emperador Heraclio (610- 641); y los avances del emperador persa sasánida Cosroes II (590-628) en la propia Península de Anatolia.
Por lo tanto, el momento es propicio para poder expulsar a los bizantinos de Hispania y, todo ello se va a plasmar en una declaración conjunta de un gran número de obispos de todo el reino toledano, en octubre de 610, realizada como consecuencia de la celebración de un sínodo de 15 obispos pertenecientes a la provincia eclesiástica cartaginesa, convocado por orden del nuevo rey de los visigodos el 23 de octubre del año 610.
En la declaración redactada por San Isidoro de Sevilla se va a afirmar, de forma taxativa, el carácter indivisible de la Provincia Cartaginense, con la indiscutible primacía de la sede toledana metropolitana.
Lo que antecede se oponía a la existencia de la provincia de la Carpetania conformada, por Leovigildo (monarca entre 571-586) y por Recaredo I, con territorios de la antigua provincia romana Cartaginense en poder del reino de Toledo, que sancionaba la legitimidad de la existencia de Bizancio en Hispania; ahora Toledo iba por delante de la bizantina Cartagena, y con ello los godos reafirmaban sus aspiraciones ancestrales a poseer todo el territorio de la antigua Hispania romana y, por consiguiente, la presencia del Imperio Romano de Oriente era considerada ilegítima en la Península Ibérica.
El nuevo monarca godo, Gundemaro, sigue con su política de amistad y de alianza con los soberanos Teodeberto-Teudeberto II de Austrasia y Clotario II de Neustria, y un distanciamiento claramente hostil hacia Teodorico-Thierry II de Borgoña-Burgundia y su abuela Brunekhilda; todos ellos monarcas en la Galia Merovingia.
El rey Teudeberto tenía un miedo cerval a que burgundios y ávaros se coaligasen para atacarlo, por lo que solicitó y obtuvo de Gundemaro recursos pecuniarios suficientes, que fueron enviados por la mediación de su leal duque Bulgar de la Septimania, este magnate se iba a encargar de la ocupación, manu militari, de las poblaciones de Juvignac y de Corneilhan, las cuales habrían sido cedidas a Brunekhilda por Recaredo I, pero ahora iban a ser recuperadas por los visigodos como castigo por el apresamiento burgundio de unos embajadores del reino toledano enviados a Austrasia, además de poner todo tipo de obstáculos a otra embajada visigoda conformada por los magnates Guldrimiro y Tatila.
Pero la tensa situación política entre burgundios y visigodos se va a enfriar, de forma inesperada, con la muerte de Teodorico II, hacia finales del año 612, y la subsiguiente deposición y ajusticiamiento, en el otoño del año 613, de la valetudinaria reina Brunekhilda.
Pero, Gundemaro, también se vio obligado a poner coto a las continuas depredaciones que cántabros, vascongados y vascones realizaban sobre las planicies de los ríos Duero y Ebro, sobre todo dirigió su expedición de castigo contra bascongados (caristios, várdulos y autrigones) y bascones irredentos, que habitaban las tierras de los actuales País Vasco, los primeros, y en Huesca y en Navarra, los segundos.
Aunque la aparición de trientes acuñados en Pésicos, en el Occidente Ástur Transmontano, que nomina a uno de los pueblos ástures como son los paesicos, me lleva a considerar sobre la existencia de algún tipo de represalia militar sobre estos pueblos indígenas hispanos, los ástures-transmontanos, que podrían haber estado soliviantando al bien domeñado, ya, territorio de la Galicia-Lucense.
También existió otra campaña militar, más fuliginosa, contra los bizantinos de la Hispania meridional.
Pero Gundemaro va a necesitar, y buscar y obtener, el apoyo de la iglesia católica toledana y de su máximo prelado, llamado Aurasio, y por extensión de la nobleza laica que le ha aupado al trono.
Todo ello se va a dejar claro al decretar, en Toledo, un concilio del 23 de octubre de 610, que es una nueva constitución subscrita por 15 obispos de la Provincia Cartaginense, de la que Toledo era su sede metropolitana.
En dicho decreto se delimitarán, sin ningún tipo de circunloquios, los poderes del soberano en relación a que debe renunciar, formalmente, al nombramiento de obispos en el futuro para las sedes vacantes de la Provincia-Cartaginense, en contra de los intereses del arzobispo de Toledo o de los de la iglesia católica.
Para finalizar, el monarca publicará un decreto por el que se reconocía a Toledo como a la metrópoli de la Provincia-Cartaginense. Con toda esta forma de comportamiento político, la poderosa nobleza fundiaria visigoda va a permitir a Gundemaro reinar en paz y en concordia.
No obstante, el reino del susodicho monarca va a estar marcado por la muerte de su esposa regia consorte llamada Hildoara, lo que sumiría al soberano en una profunda depresión, por las encendidas virtudes que adornaban, según los relatos de la época, a la soberana.
En esta situación, y poco tiempo después, hacia los meses de febrero o de marzo del año 612, Gundemaro pasaba a mejor vida, en la propia capital de su reino, Toledo. Su muerte sería, ¡cosa rara!, de forma natural.
3.- SISEBUTO ES EL NUEVO SOBERANO VISIGODO HISPANO-
De nuevo, la poderosa nobleza visigoda de Hispania va a llegar a un esperado y necesario consenso para elegir, en substitución del monarca fallecido, al duque Sisebuto, quien sería:
«Quizá el más culto, piadoso y sensible de todos los monarcas visigodos»[2].
Era un hombre de vasta cultura, tanto en el conocimiento de los textos bíblicos como en los profanos.
Escribió un poema científico titulado “ElAstromicum”; la hagiografía titulada: “Vita Sancti Desiderii” quien sería obispo de Vienne, en el territorio del Delfinado y muerto pocos años antes; en la obra se describe que su muerte fue causada por la maldad y la iniquidad conjuntas de los gobernantes de Burgundia: la reina Brunekhilda y su nieto Thierry II; además, se conservan algunas cartas que es lo único que nos ha llegado del global de su importante producción literaria.
Por todo ello, es encuadrado dentro de lo que se puede calificar como el “Renacimiento Isidoriano”.
Sisebuto mantuvo una importante relación de amistad y de colaboración, sobre todo en las primeras fases de su reinado, con el influyente obispo hispalense, San Isidoro, que escribiría su obra “De natura rerum” por encargo del propio soberano, a quien dedicaría una primera redacción de sus “Etymologiae”.
Con todo este tipo de relaciones y de influencias, el rey va a adoptar concepciones monárquicas muy enraizadas en la tradición imperial tardorromana, con una clara tendencia centralizadora y cesaropapista.
-LA BASÍLICA BIZANTINA DE SANTA SOFÍA, EN CONSTANTINOPLA-ESTAMBUL-
En resumen, el rey para el propio Sisebuto debe ser una especie de rey-pastor al estilo del preconizado por los evangelios, con la obligación innegociable de velar por la moralidad del pueblo y, además, de la represión del pecado.
El ínclito San Isidoro de Sevilla en su “Historia Gothorum”lo define claramente como:
«Brillante en su palabra, docto en sus pensamientos y bastante instruido en sus conocimientos literarios (…). Fue notable por sus conocimientos bélicos y célebre por sus victorias. Su magnanimidad era tal que se mostró tan clemente después de su victoria, que pagó un precio para dejar en libertad a muchos que habían sido hechos prisioneros por su ejército y reducidos a la esclavitud como botín de guerra»[3].
En el territorio de los francos merovingios, la “Crónica del Pseudo Fredegario” lo califica comoun: «varón sabio, piadosísimo y digno de toda alabanza»[4].
En estas condiciones, el domingo 26 de octubre del año 618, Sisebuto va a sentar los cimientos de su concepción imperialista de tipo bizantino, cuando inaugura la basílica de Toledo bajo la advocación de Santa Leocadia, así equiparará en concepto o en esencia a la urbe regia toledana con Constantinopla, ya que todo ello se edificará en el hinterland, extra muros, donde se hallaba el Palacio-Real, remedando a la Basílica de Santa Sofía de Bizancio.
Para Sisebuto su religiosidad tenía muy poco que ver con el propio intimismo del rey, sino que era más como una consecuencia de su concepción de soberano.
-ESCRIPTORIO DE SAN ISIDORO DE SEVILLA-
«Pero es que, además, ésta debía encontrarse muy teñida de esperas escatológicas y visiones apocalípticas muy en boga en el mundo mediterráneo del momento, sometido a la terrible crisis de la invasión sasánida de todo el Oriente y a los resultados todavía inciertos de la titánica reconquista de Heraclio.El paralelismo del occidental Sisebuto con el famoso y místico emperador bizantino sería todavía más cercano si recordásemos que tanto uno como otro escribieron sendos tratados astronómicos, sin duda ansiosos de encontrar respuesta en ellos a la inquietante cronología escatológica»[5].
Sisebuto va a tratar de resolver, por consiguiente, sus problemas, tanto con los bizantinos como con los pueblos indígenas septentrionales hispánicos.
En primer lugar, contra los bizantinos, Sisebuto va a planificar una campaña bélica de amplio espectro, que le iba a permitir la conquista de gran parte de lo que Bizancio denominaba como la provincia de Spania.
Para conseguir sus fines, Sisebuto, se aprovechará del importante dispendio de medios económicos y de hombres, que ha debido volcar el emperador Heraclio “el Africano” (c. 575-610-641) en sus fronteras orientales, en contra del imperio de los persas-sasánidas de Cosroes II o Khosro II Parvizoo “el Victorioso” (?-590-628); las fronteras y los territorios occidentales bizantinosquedarán, ciertamente, desguarnecidos.
Sisebuto, además, contempla con felicidad como se derrumban sus enemigos burgundios, que siempre habían apoyado a Bizancio en contra de los godos toledanos, y por ello incrementa sus relaciones positivas con el reino longobardo del rey Adaloaldo y su corte de Pavía, al que exhorta a que se convierta al cristianismo católico romano, lo que, a la par, subrayará con una, ignota y difícil de demostrar, afinidad de sangre entre ambos soberanos.
En estas condiciones políticas, el duque Suintila se encarga de dirigir a las huestes de los visigodos en dos sucesivas campañas contra los bizantinos.
Los ejércitos toledanos atacarán en forma de cuña entre las porciones levantina y meridional del territorio bizantino, ocupando las ciudades y sus alfoces de Medina Sidonia y de Málaga, todo va a finalizar en el año 615; en esta tesitura, y de forma inesperada, el monarca visigodo establecerá relaciones diplomáticas con el gobierno de Bizancio, por mediación de los buenos oficios del gobernador militar del Imperio Romano de Oriente en Hispania, que se llamaba Cesáreo.
-LA CORTE DEL EMPERADOR JUSTINIANO I “EL GRANDE” DE BIZANCIO-
Entre el rey toledano y el gobernador bizantino se van a cruzar cuatro epístolas, donde se van detallando como van las negociaciones.
«A cambio de detener la desfavorable marcha de la guerra, Cesáreo aceptó entregar los rehenes visigodos en su poder, entre otros el obispo Cecilio de Mentesa, y reconocer las ganancias territoriales visigodas mediante la firma de un nuevo tratado, a cuyo fin se despachó a Constantinopla una delegación conjunta de Cesáreo y de Sisebuto. Resulta difícil conocer las auténticas razones de Sisebuto para aceptar detener su triunfante ofensiva. ¿Acaso el místico soberano visigodo, impregnado de imágenes apocalípticas, se sintió violentamente conmovido por el avance sasánida en Oriente –con la entrada triunfante de Cosroes II en la santa Jerusalén el 5 de mayo del año 614- y creyese que había llegado la hora final en que convenía que los cristianos depusieran sus querellas para hacer frente común al Anticristo? Resulta difícil dar una respuesta rotunda a este interrogante»[6].
Sisebuto destacaría también por su gran magnanimidad hacia los prisioneros de guerra bizantinos, ya que a muchos de ellos los liberará de la esclavitud con su propio dinero. Este comportamiento corresponde a la denominada como pietasde los emperadores romanos.
Tras la victoria militar y firmado el armisticio, los panegiristas del monarca, tales como San Isidoro de Sevilla en su, ya mencionada, “Historia Gothorum”o en su “De virus illustribus”, trata de fundamentar la preeminencia y el dominio, legítimos, de los visigodos o godos del Oeste sobre el territorio de Hispania (actuales Estados de España y Portugal, incluyendo la actual Francia meridional), considerando, sin el más mínimo rubor, que el gran emperador de Bizancio Justiniano I “el Grande” (483-527-565), era herético, aunque había sido el creador de la provincia bizantina de Spania, todo ello subrayado por el juicio inapelable de Yahvéh-Dios Todopoderoso, que ha otorgado la victoria a los visigodos contra los bizantinos.
Tras la conflagración bélica, la provincia bizantina de Spaniava a quedar limitada a un pequeño territorio alrededor de la otrora fortaleza púnica de Kart Hadasht/La Nueva Ciudad-Cartagena, unida a las Baleares y a Ceuta.
En segundo lugar, las siguientes operaciones militares serían, inclusive, anteriores a las guerras contra los bizantinos, y lo serían contra:
- a) los ástures-transmontanos que estaban en franca rebeldía y que serían domeñados, en los albores del reinado de Sisebuto, por el duque Riquilda o Rékhila que, como dux provincial que era, entraría desde Cantabria para ponerlos en obediencia, del recuerdo de esta campaña sería la moneda de Pésicos. Los ástures pagarían los preceptivos tributos, y aquí paz y después gloria.
- b) Contra los rocones o rucones,que eran un pueblo misterioso que habitaban en una comarca montañosa y de difícil localización, y contra estos insumisos montañeses ya se habría dirigido el rey Miro de los suevos en el año 572, en la definitiva campaña bélica de los suevos fuera de sus fronteras nacionales.
-EL EMPERADOR ROMANO DE ORIENTE, HERACLIO-
En tercer lugar, Sisebuto siguió la misma política de Gundemaro con respecto a la Galia merovingia, donde el rey Clotario II habría conseguido, de nuevo, la reunificación de todos los territorios o Teilreicherde los merovingios.
Sisebuto era un hombre de profundos sentimientos religiosos, lo que es palpable en la entusiasta epístola que escribió a su hijo Téudila, cuando este joven decidió abrazar la vida religiosa monástica.
La vida de la iglesia católica romana floreció durante el mandato de Sisebuto, sobresaliendo entre los sínodos provinciales, de aquel tiempo, el II Concilio de Sevilla (13 de julio del año 619), que fue presidido por San Isidoro y que va a reflejar la gran cultura del metropolitano hispalense, sobre todo en lo que se refiere al debate que sostuvo contra un obispo sirio monofisita (quienes negaban la naturaleza humana de Jesucristo), el cual sería recordado 130 años después por los mozárabes andalusíes en la “Crónica Mozárabe”.
Sisebuto mantuvo una política claramente intervencionista en la vida de la iglesia católica romana, era denominado como: “el obispo del exterior”, cargo que ya se había arrogado el emperador romano, Constantino I “el Grande” (272-306-337).
Sisebuto decidía, si le era posible, todo aquello relativo a los problemas episcopales.
Y Tenía:
1) Una profunda amistad con San Isidoro de Sevilla.
2) El obispo Cecilio de Mentesa, quien habría sido aprisionado por los bizantinos, dado su precario estado de salud tras su liberación, solicitó al monarca que le permitiese retirarse a un monasterio, pero el soberano se lo negó, de forma taxativa, y le amonestó con un más que severo reproche por anteponer su bienestar personal al de su grey.
3) Más dura fue la actitud del rey con relación al metropolitano Eusebio de Tarragona, este prelado se resistía a conceder su placetpara el nombramiento del candidato regio a la plaza de obispo de Barcelona y preconizaba a otro; pero Sisebuto dirigió un ultimatuminnegociable al susodicho arzobispo tarraconense para que cediese en su porfía y entronizase, en Barcelona, antes de la llegada de la Pascua de Resurrección al conspicuo e intachable candidato del soberano.
Y, 4) también intervino en el nombramiento del torpe e indocto Agapito para el obispado de Córdoba.
Todo lo que antecede subraya la idea regia sobre el reforzamiento de la regalía por encima de los cruciales nombramientos episcopales.
Por lo que todo lo anterior, puede tener una relación directa con las tensiones escatológicas o relacionadas con la vida de ultratumba o del más allá, y con la concepción regia que Sisebuto tenía del trono toledano que él ocupaba; pero también estaba orgulloso de lo bien que estaban resultando sus campañas militares, que reforzarían su autoridad en la dirección de intentar ser sucedido por su hijo, el futuro Recaredo II, a partir del año 615, pero esta aspiración regia habría contado con la oposición subliminal de los magnates visigodos.
Esta política del rey Sisebuto, marcada y comprometidamente católica, conllevará, sin solución de continuidad, su belicosidad militante contra los judíos.
En los primeros meses de su reinado promulgó dos leyes restrictivas sobre los derechos del pueblo hebreo, a partir del 1 de julio del año 612, por las que en el más breve plazo posible los judíos no podrían tener esclavos o siervos cristianos, o cualquier otro tipo de dependencia como de patrocinio o de trabajo.
El proselitismo era castigado con todo rigor, ya que los conversos al cristianismo deberían devenir, de forma obligatoria, en cristianos y se imponía la fe cristiana a los recién nacidos de los matrimonios mixtos.
Las leyes sobre los hebreos fueron recopiladas en el “Liber Iudiciorum”, pero Isidoro de Sevilla nos relata una medida aún más grave en su “Historia Gothorum”y que fue aquella que obligó a los judíos a convertirse al cristianismo católico, con gran celo y poca sabiduría, pues se les presionó por una fuerza coercitiva violenta, y no por el convencimiento religioso.
Por ello, una parte substancial de dicho pueblo se vio obligado a emigrar fuera de Hispania; otros, por el contrario, se convertirán, en apariencia, y serán los denominados como criptojudíos o que judaizaban en secreto, lo que será el nacimiento del llamado “problema hebreo o judío”.
-MONEDA DEL REY COSROES II DE PERSIA-
En el año 612, el rey Sisebuto promulgó una ley particular, pero de igual tenor que la general y dirigida, en este caso, a los obispos Agapio de Tucci (Martos-Jaén); Cecilio de Mentesa (La Guardia de Jaén) y Agapio de Córdoba, así como al resto de las autoridades civiles y eclesiásticas de Barbi (Antequera-Málaga), Aurgi(Arjona-Jaén), Esturgi(Los Villares- Jaén), Iliturgi (Mengibar-Jaén), Beatia(diócesis de Baza), Tuia(Peal de Becerro-Jaén), Tutugi (Galera-Granada), Egabra(Cabra-Córdoba) y Epagra(Aguilar de la Frontera-Córdoba), que eran los lugares del territorio Carpetano donde el número de hebreos era más elevado; ya que por su proximidad con el territorio de los bizantinos, el monarca visigodo tenía prevención a que los judíos fuesen una especie de quinta columna contra él, y además deseaba demostrar a las sufrientes comunidades de católicos del Imperio Romano de Oriente que los visigodos eran la ortodoxia del cristianismo-católico, y lo defenderían a capa y espada, en contraposición con las agresiones que los judíos estaban perpetrando, en el propio Bizancio, contra el cristianismo-católico.
El propósito final de ambas leyes era conseguir erradicar el proselitismo hebreo y así defender la unidad y la integridad de todos los cristianos, a la par se reconocía que la anterior legislación contra los judíos no se había cumplido.
Por ello, las leyes del rey Sisebuto tratarán de reforzar las ancestrales prohibiciones tardorromanas, contra la conversión de los cristianos hispanorromanos al judaísmo, y contra los más que peligrosos matrimonios mixtos; de esta forma se restablecía la pena de muerte contra los judíos que practicasen el proselitismo, la cual ya había sido derogada por Recaredo I el Grande.
Por consiguiente, con ello se atacaba a la línea de flotación de la sociedad más plutocrática judía del reino toledano, la cuál con sus medios económicos abundantes para la corrupción, había conseguido corromper la legislación recarediana que tanto les perjudicaba.
La nueva ley exigía, sin ambages, que la venta del esclavo se produjese en la misma población donde hubiese habitado y, por supuesto, la inmediata manumisión con peculium(con propiedades) de la totalidad de los esclavos cristianos-católicos, que pudiesen ser propiedad de amos hebreos.
-GRABADO DEL III CONCILIO DE TOLEDO-
La legislación de Sisebuto se fundamentará en la propia ideología del monarca y no en presupuestos economicistas.
La ley también prohibía el patronazgo judío sobre sus libertos; con todo ello, el rey pretendía atacar a la línea de flotación del edificio económico de los más pudientes de entre los judíos, que eran el baluarte del resto de la activa sociedad mosaica, y que en el Oriente colaboraban con los invasores persas sasánidas en contra de los cristianos-ortodoxos orientales.
-CUADRO DEL OBISPO SAN ISIDORO DE SEVILLA-
En este momento histórico, el judaísmo más ortodoxo se renovará por medio de un nuevo mesianismo, y por ello el recelo de los cristianos hacia los descendientes, sensu stricto o judíos, de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, está creciendo.
En este estado de cosas, es cuando llega al reino toledano la noticia apocalíptica de que Jerusalén ha caído en poder del persa sasánida Cosroes II, el 5 de mayo del año 614, quien colocará a los hebreos como guardianes inequívocos de la Ciudad Santa, mientras aplauden el sacrilegio cometido por el monarca de los sasánidas al profanar la reliquia jerosolomitana de la Vera Cruz.
Lo escatológico está a la orden del día en esta época, en Hispania, inclusive el soberano no tuvo el más mínimo reparo en hacer oblación (ofrenda hecha a Dios) a un monasterio, de su hijo predilecto, Téudila.
En todo ello, también influyen los eclipses de Luna (611) y de Sol (612); sin olvidar que para los cristianos el máximo exponente de la catarsis o purificación sería la conversión, a la religión del Cristo-Dios, del que denominaban como “el pueblodeicida”; algo inadmisible y falso, ya que a Dios no se le puede matar, sensu stricto.
Pero, pese a todo, el éxito de Sisebuto fue bastante mediocre, y así es atestiguado por los obispos del Concilio IV de Toledo del año 633.
No obstante, sea como sea, los judíos influyentes tuvieron apoyos indubitables dentro del propio régimen visigodo, en su faceta de la alta nobleza conformada por duques, próceres y gardingos, todo ello está atestiguado en el enfrentamiento entre el conde Froga, posiblemente de Toledo, y el arzobispo toledano Aurasio.
Además, se puede colegir que este radicalismo político tan violento hacia la consecución de la conversión de los judíos, no fue compartido por muchos prelados, incluyendo al eximio Isidoro de Sevilla.
«Y, sin embargo, la trascendencia histórica de la medida de Sisebuto habría de ser enorme en un futuro próximo. A partir de ese momento, monarquía e Iglesia visigodas tendrían que enfrentarse con el terrible problema de los judíos-conversos, con sus inevitablessecuelasde marginación social, ambigüedad y tentación inquisitorial»[7].
La oposición nobiliaria al rey se iba a unir, e Isidoro de Sevilla, en la denominada como “Redacción Breve” de su “Historia de los Godos”, va a dar la noticia directa e inexplicable de la muerte del rey Sisebuto por medio del veneno, en el mes de febrero o marzo del año 621; pero, en la “Versión Más Larga” de dicha obra, indica que la causa del deceso sería la ingestión de una más que excesiva cantidad de medicamentos.
La tragedia no va a venir sola, ya que el probable magnicidio del monarca se verá acompañado, unos pocos días después, por el fallecimiento de su sucesor, su hijo Recaredo II, “tenido por príncipe durante varios días”, probablemente por causas naturales, aunque sean, las mismas, de lo más críptico e inesperado, ya que Isidoro de Sevilla no da ninguna razón espuria sobre este hecho en su “Historia de losGodos”.
Recaredo II era de corta edad, pero ya su imperialista padre lo había asociado al trono, poco antes de pasar a mejor vida, Sub Altare Dei.
Un misterioso interregno de tres meses de duración, sin ningún monarca que se sentase en el trono toledano, va a finalizar, y a continuación el peligroso trono visigodo de Toledo pasará a las fuertes, poderosas y paradigmáticas manos del duque provincial Suintila-Suinthila, la causa de esta dilación en la elección del nuevo monarca pudo deberse a las profundas disensiones existentes entre los diversos grupos de los magnates palatii; que se agrupaban alrededor del más que apetecible trono de los godos del Oeste en Toledo. “Donecbithyniolibeat vigilare tyranno”.
-LA CONVERSIÓN DE RECAREDO DE ANTONIO MUÑOZ DEGRAIN, 1888-
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[1]San Isidoro de Sevilla. “Historia de RegibusGothorum, Vandalorum et Suevorum”; Apud J. Orlandis, “Historia del Reino Visigodo Español”. 2003.
[2]L. A. García Moreno. “Historia de España de Ramón Menéndez Pidal: Las invasiones, la ocupación de la península”, 1991; pág. 215.
[3]Apud J. Orlandis. “Historia del Reino Visigodo Español”, 2003; pág. 91.
[4]Apud J. Orlandis. “Historia del Reino Visigodo Español”, 2003; pág. 91.
[5]L. A. García Moreno, Op. Cit.; pág. 216.
[6]L. A. García Moreno, Op. Cit., págs. 217-218.
[7]L. A. García Moreno, Op. Cit., pág. 221.