Quien le iba a decir a los ecologistas, que vuelvo a insistir una vez más en la brillantez de algunos de los estrategas políticos, que El Algarrobico lo iban a convertir en centro de atracción turística para ingente número de personas que acuden a deleitarse ante la última ocurrencia en el edificio o a extasiarse ante la orografía de la zona y el horizonte marítimo. Paradójicamente es lo que han conseguido los ecologistas, antes decían de preservar la zona y ahora que la han convertido en un centro turístico esperemos lo que se les ocurre.
El ecologismo tiene ante sí un atractivo incalculable pero, como todo en la vida, depende de la utilización que se le dé a esta corriente que políticamente fracasó, desde mi punto de vista, por acciones como la que están llevando a cabo con El Algarrobico, y desde entonces está siendo una corriente de opinión residual como social y políticamente que no representan a nadie y pretenden hacerse determinantes por sus expresiones mediáticas. Por su propia esencia, el ecologismo debería ser sumamente atractivo para la mayoría social, y hay que hacer desméritos para convertirlo en una corriente tan minoritaria que cogerían en un microbús, a tenor de los resultados electorales que han cosechado allá donde han concurrido.
Sin embargo, los ecologistas cuentan con una potente resonancia mediática en contraposición con su representatividad social, y la debilidad política es la que les otorga la escasa credibilidad social que tienen, lo cual es una aberración democrática. Solo es atribuible a la resonancia mediática muchos de los logros conseguidos por los ecologistas y generalmente con un elevado coste económico para el sector poblacional que no les apoya, distantes incluso de la racionalidad. Así, pues, nos encontramos con que el ecologismo se ha convertido en un grupo de presión capaz de condicionar la acción de Gobiernos.
En el caso que nos ocupa, ya he comentado en alguna ocasión, como recordará el amable lector que distrae su tiempo en este espacio periodístico, que El Algarrobico se convirtió en acción ecologista por indicación de la entonces Ministra de Medio Ambiente Cristina Carbona para satisfacer las ambiciones políticas de un dirigente de Greenpeace, que lo desvió hacia una zona gobernada por el PSOE tal vez en la creencia de que por esta circunstancia debería haber discurrido por otros derroteros.
Entonces el PP se posicionó políticamente junto a las tesis ecologistas para erosionar al PSOE en todas las Administraciones Publicas implicadas que gobernaba e ir distanciándose progresivamente hasta llegar el Equipo de Gobierno de Carboneras a dar un dantesco giro copernicano y mostrarse en la actualidad a un aliado de conveniencia de los socialistas. Ha sido en Carboneras donde más polarizada se encontraban las posiciones en torno a El Algarrobico y donde hoy más unánimes están.
Tras el espectáculo se cuantificó la recuperación del espacio a su estado original sobre el que se asienta el hotel, y por la opción elegida me ha producido la sincera impresión de que ni en fotografía han visto la zona, porque me atrevo a sostener que este proceso es de imposible ejecución. Y lo es porque fue la propia Administración Pública la que llevó a cabo el más tremebundo atentado contra el estado original del puerto de montaña con obras de ingeniería y cortes en el monte sobre el que se asienta el hotel que restablecerlo resulta inviable, además del exagerado coste económico que conllevaría.
Pero, además, se da la circunstancia de que en línea más próxima al mar se encuentran desde tiempos inmemoriales otras construcciones, sin que los ecologistas hayan reparado en ello, como tampoco parece haberles llamado la atención el vil atentado urbanístico que se ha llevado a cabo en el casco urbano de Mojácar cuando, pienso, que merecería haber reivindicado la preservación de este núcleo urbano sin parangón en la geografía peninsular.
Parece ser que un cada vez menor número de ecologistas, que no representan políticamente a nadie y que por tanto actúan en nombre propio, no han reparado en el descrito atentado a la cultura popular urbanística en Mojácar y sí en una edificación que estaba llamada a ser parte de un complejo hotelero de proyección internacional y motor de desarrollo económico y progreso social de Carboneras y la comarca en general, lo cual avala mi consideración inicial de que el movimiento ecologista viene cometiendo errores de bulto que le niegan representatividad en la sociedad.
El filón de El Algarrobico
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