Ya en la Democracia pocos Ministros o Altos Cargos han dimitido, y cuando lo han hecho ha sido ante la evidencia de que serían cesados inminentemente o de que su permanencia en el puesto conllevaría un elevado perjuicio para el país, comenzando por el propio Presidente Suárez. Ministros de Suárez también, se dice, que dimitieron, como también cuentan las crónicas que inmediatamente se ausentaban del país.
Ya caminando la Democracia, dos almerienses, José Manuel de Torres Rollón y Ramón Ponce, presentaron su dimisión como Senadores del Reino y abocó a su partido, UCD, hacia unas Elecciones Generales Parciales que les supuso una tremenda derrota a favor de su adversario, PSOE. Algún despistado más en nuestra entrañable Almería también se atrevió a dimitir por voluntad propia, pero no es lo común. Observamos con suma frecuencia que resulta difícil provocar la dimisión de un cargo público, porque ello conllevaría la pública admisión de responsabilidades, y nadie desea asumirlas, obviamente. El político nunca se equivoca, diría el castizo, pero el propio personaje político sí que asume en privado que puede errar. Muy excepcionalmente se ha visto a un político reconocer públicamente que se ha equivocado, y por consiguiente se mantiene esa excepcionalidad en cuanto a dejar su cargo voluntariamente.
La dimisión es el recurso más fácil que tiene el político hacia el adversario. El Alcalde Gabriel Amat pidió la dimisión del Senador Juan Miguel Peña; Enrique Arance la del Presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves; al Presidente de la Diputación se la demandan sus excorreligionarios un día sí y el otro también; al Alcalde Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, de vez en cuando; y a innumerables cargos públicos con suma frecuencia, tan es así que yo diría que resulta difícil hallar a alguno que no se la hayan pedido en alguna ocasión, porque al exalcalde de Adra Joaquín Navarro se la está solicitando su sucesora en el cargo, María del Carmen Crespo, y los concejales socialistas de la ciudad de La Alcazaba se la piden también a Miguel Cazorla.
A Joaquín Navarro le exigen que rectifique o deje su cargo de Portavoz del Grupo Municipal Socialista por haber acusado de malversación de fondos públicos al Equipo de Gobierno del PP. “Si el señor Navarro no demuestra sus acusaciones que dimita o que lo haga su secretario general, Luis Pérez”, señalan los ediles populares. Podrán esperar los abderitanos una rectificación del edil Joaquín Navarro?. Sinceramente, pienso, que se vayan olvidando de escuchar la voz del socialista Navarro pidiendo disculpas o diciendo que no era cierto, parcial o totalmente, lo que denunció.
Al edil almeriense Miguel Cazorla no solo le pidió su colega Juan Carlos Pérez Navas que dimitiera sino que viendo que no es su intención subió un poco más el listón y acusó al alcalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, de no cesar al edil de Turismo por esta maniatado por su pacto con GIAL de Juan Megino. La firma de un acuerdo entre el edil Cazorla y el propietario del kiosko Oasis sito en Puerta de Purchena, debido a la ejecución de obras, se está convirtiendo en un problema político de primera magnitud, en un arma política arrojadiza contra la labor del Equipo de Gobierno en su conjunto. Las súplicas de Cazorla no han sido suficientes para estabilizar los achaques de la Oposición al Equipo de Gobierno, por lo que va a resultar difícil llegar a final de Legislatura en estas condiciones, pero se llegará porque el PP no puede romper el acuerdo que tiene con GIAL pues se quedaría sin el apoyo necesario para proseguir su acción de Gobierno.
Mención aparte merece el edil roquetero Benjamín Hernández, que ha presentado su dimisión por desacuaerdo con la ejecución de una sentencia judicial del TSJ-A, relacionada con la Entidad de Conservación de Aguadulce que fue disuelta por el alcalde, Gabriel Amat, contra cuya acción gubernamental se presentó la denuncia ahora, al parecer, ganada a medias. Sinceramente no me creo del todo que esta sea la razón última de la dimisión del concejal de INDAPA Benjamín Hernández Montanaire, porque además permitió entrever “divergencias” con la política que estaba llevando acabo su partido político, INDAPA (Independientes de Aguadulce y El Parador). Benjamín ha sido un político fino, hábil y locuaz, que ha merecido el aplauso de sus colegas de Corporación Municipal. ¿Pero esta dimisión de Benjamín Hernández supondrá una retirada de la vida política?. ¿Se dedicará exclusivamente a cultivar su pasión por la tauromaquia?. Pienso que el gusanillo de la política se lleva dentro y es posible que veamos a Benjamín Hernández como candidato a la Alcaldía por alguna formación política en las próximas Elecciones Municipales, a celebrar en el primer semestre del año próximo.