Desde el famoso Pleno de julio del año pasado el Partido Popular en Diputación viene sembrando la discordia, el desacuerdo, la bronca y el espectáculo en esta institución. Todo se debe a que, estando aún de portavoz Eugenio Gonzálvez, no consiguieron lo que pretendían, que no era otra cosa que cobrar más, en igualdad con el portavoz y el resto de diputados del equipo de Gobierno, como si de un gobierno en la sombra se tratase. Y es que la doble moral ha sido y sigue siendo la tónica del PP.
Apretaron aún más la tuerca, y en un nuevo espectáculo montado en el Pleno de noviembre, volvieron a mostrar un circo dejando las llaves del coche oficial encima de la mesa del presidente. Y es que la demagogia tiene las patas muy cortas.
Como todas estas tretas de niños de recreo no les ha dado resultado a los diputados del PP, vienen sus primos de Madrid, cámara oculta en mano y roban unas imágenes con premeditación y alevosía. Es a lo único que han podido agarrarse en todo este tiempo, y le han dado muchas vueltas para hacer creer a la opinión pública que ellos son inmaculados, que no meten la pata y que los malos son los otros.
Ahora viene el PP de Almería a dar lecciones de honestidad, después de más de dos años de escándalos en la Diputación, con cámaras reales y taquígrafos, en una lucha cruel por los sillones del poder en su partido. Esas peleas internas sí que quedaron en la retina de los almerienses. No tuvieron escrúpulos a la hora de insultarse entre ellos o de enfrentar a sus propios alcaldes, etc. Todo esto sí que quedó grabado en el Salón de Plenos de la Diputación. Por si esto fuera poco, se añadió el caso de la ACL o el del Equipo Ciclista.
Cree el ladrón que todos son de su condición, pero han equivocado la estrategia, a los ciudadanos no se les convence con estas batallitas y menos aún insultando con improperios del tipo “tahúr del Andarax”, “mafioso”, etc…, tal y como ha intentado el PP en sus entregas por capítulos. A los ciudadanos les convence con el trabajo diario, con la gestión, el buen hacer y sobretodo el respeto a las personas y a las instituciones. No es de recibo acusar de “meter la mano” o difamar con calificativos como “muertos de hambre”, “robos”, “sableos”, etc.
El Partido Popular sólo busca conseguir el poder, no le importa cómo. Quiere revolverlo todo, la Junta de Andalucía, el Gobierno Central, etc…, para ganar por otras vías que no son las democráticamente establecidas. ¿El fin justifica los medios? Lo malo es que en esta ocasión han actuado con medios poco fiables y sin dar la cara. Eso no es hacer política, será otra cosa pero no precisamente política. La política es un arte noble, pero el PP la palabra nobleza la entiende de otra manera.
El último Pleno extraordinario lo perdió el PP por goleada porque no tenía argumentos, ni pruebas que avalasen sus afirmaciones. Tampoco tenían moral para pedir dimisiones ni responsabilidades. Y por ello se pusieron nerviosos, porque sabían que no estaban jugando limpio. Todo lo que tienen es pura manipulación e invención, cortada y pegada a antojo de algún guionista malo de las de las películas más negras.
Los del PP han equivocado el lugar, las formas y el escenario. Llévense el circo a otra parte. Respeten las instituciones, que llevamos ya demasiado tiempo con estos espectáculos.