Mientras la casa consistorial presenta problemas de consistencia tan graves que la parte que no está en el suelo amenaza con desplomarse sobre las cabezas de los ciudadanos, el rostro de quien gobierna dicha casa presenta una consistencia envidiable, pues después de los años que lleva nuestro consistorio de tal forma o manera que hay visitantes que se piensan que son los restos del decorado de alguna película, ahora nos advierten que durante el próximo mandato continuarán las obras.
La consistencia del rostro de quien rige –en la octava acepción del RAE, al parecer- el consistorio poco consistente, se debe a que prefiere gastarse los dineros en un monumento megalómano, y en carísimos alquileres para dependencias municipales, que arreglar su propia casa.