Aunque no es la fecha de publicación, hoy quiero entonar el “mea culpa”, ya que ayer fui consciente de los errores que frecuentemente solemos tener las personas responsables de otras personas. Y en mi caso, aún es más ….no sé que adjetivo poner, grave, penoso…“ Ya que mi profesión es ayudar los líderes a hacer crecer a sus equipos a través de la confianza, humildad, comunicación… ejemplo.
Cómo muchos de vosotros llevo tiempo preocupada por los clientes, los diseños, los objetivos… y en ocasiones entramos en bucle pensando que no es suficiente, que debemos conseguir más resultados, que no llegamos a las previsiones… y esto conlleva estrés, preocupación y foco en RESULTADOS, dejando de lado LAS PERSONAS.
Este foco nos resta empatía, escucha, colaboración y respeto, de lo cual no nos damos cuenta si no hay alguna señal que nos haga parar. Ayer fui consciente de ello. Respiré y reflexioné sobre comportamientos del último mes, me pregunté a mí misma ¿hasta dónde vas a llegar?
Si bien es cierto que no encuentro a mi alrededor ilusión, ganas de hacer cosas nuevas, asunción de responsabilidades, y encuentro varias negativas ante preguntas como… ¿hemos enviado, hemos hecho, llamado…? Que hacen que nuestra ilusión también se mine, no es excusa para mi comportamiento.
Además, he sido consciente de las consecuencias de no abordar los problemas “en tiempo y forma”, y dejar o querer que las personas se den cuenta ellas solas de mis preocupaciones ante la falta de iniciativa o dilación de responsabilidades. Siendo, en ocasiones demasiado permisiva, y sobre todo cayendo en el gran error de pensar que los otr@s son como nosotr@s.
Comparto hoy este artículo con el corazón arrugado, pero con la esperanza de que leáis y reflexionéis. Que entre todos nos ayudemos con los logros y también con los fracasos.
Dicen que no hay errores sino aprendizajes… quizás sea aprendizajes de los errores. Mi sugerencia, dediquemos un día de la semana al menos treinta minutos para evaluarnos en relación a nuestros comportamientos en el equipo. No para juzgarnos o machacarnos, sino para ser “coherentes”, “no olvidar nuestros valores”, “seguir alinead@s” y tomar decisiones que nos sigan manteniendo en el camino. Es uno de los ingredientes básicos para mantener la confianza de los otr@s y en nosotr@s.