La contaminación está asolando la tierra, los mares, el aire y las conciencias. Hay más basura que la del pobre Job, condenado a vivir entre basura. Más mierda de la que pensaba nuestro viejo camarada Sciascia. Rodeados como estamos de mierda, ni tan siquiera reconocemos a los trabajadores cuyo oficio consiste en limpiarla.
Son despreciados, infravalorados, social e institucionalmente ignorados. Sus oficiantes no son, sencillamente, trabajadores de la limpieza; bajo cuerda, se les llama basureros. Como si fuesen portadores o contenedores de basura. Como si fuesen basura.
Es difícil encontrar un oficio de mayor rentabilidad social que el de la limpieza. Recoger la mierda, llevársela y quitárnosla de encima es absolutamente vital. Pero en lugar, de valorar como debemos esa función, la denostamos. Nadie se preocupa de las condiciones de vida, sociales y salariales, de estos trabajadores hasta que, hartos de su discriminación, de su abandono y de su asilamiento, explotan y nos dejan la mierda en la calle, junto a nuestras casas y en nuestras calles y paseos. Entonces, en lugar de reflexionar un poco sobre las causas del conflicto, una gran mayoría condena a los basureros. Son unos bestias, unos monstruos, hijos de Lucifer y su hermanada de ángeles negros y perversos. En lugar de presionar junto a a ellos con la solución de sus problemas., nos quedamos al lado de la “autoridad” que, con su diligencia su dejadez y su inhibición ha contribuido poderosamente a causar y enconar el conflicto. Es una autoridad con filosofía de basurero, que desprecia esa función y a sus trabajadores.
Muchos se quejan de que elijan estos días de fiesta para la huelga. Y sus quejas abonan la eficacia de ésta. Se dice que, en definitiva, pagan justos por pecadores ¿pero donde están los justos?. ¿Son los que han ignorado durante años y años los problemas de la basura en la ciudad y las viejas reivindicaciones de los trabajadores?. ¿Son los que respaldan la “autoridad” de la autoridad y la incitan a reprimir con la máxima energía –violencia incluida- a los trabajadores?. ¿Son los que se encogen de hombros, como ajenos a la comunidad, es decir, como no–ciudadanos?.
El Ayuntamiento es tan sabio que no ve la eficacia de la negociación con los súbditos. Prefiere comentar el esquilolaje (el enfrentamiento entre pobres) e invoca la presencia de la fuerzas armadas. ¿Con porras eléctricas, bombas sucias y metralletas de última serie?. Como se ve, la imaginación ya está en el poder.