“A Orson Welles, antes que dirigir o producir, le gustala la actuación”, afirma el crítico Eduardo Torres Dulce en los Cursos de Verano de la UAL. “Tenía una voz maravillosa y una presencia física capaz de impregnar a un personaje del bien y del mal”, asegura el experto.
“A Orson Welles, antes que dirigir o producir, le gustaba la actuación”, ha manifestado hoy viernes, 15 de julio, el crítico de cine Eduardo Torres Dulce, en los Cursos de Verano de la Universidad de Almería. Para este experto, que ha participado en el curso dirigido por Juan Cobos sobre ‘Orson Welles: veinte años después’, que se celebra en el vigésimo aniversario de la muerte del cineasta, “Welles tenía una voz maravillosa y una presencia física capaz de impregnar a un personaje del bien y del mal”.
“Las razones de la gran importancia de Orson Welles como actor son, principalmente dos”, ha explicado el crítico cinematográfico en la rueda de prensa celebrada en los Cursos de Verano. “La primera es su gusto por la actuación, que siempre llenaba de un componente cómico importante; después estaba su voz, poderosísima, aterciopelada, cuando, por ejemplo, leía los títulos de crédito del ‘Cuarto Mandamiento’; y después también está la presencia física capaz de llenar de intensidad la pantalla, como ocurre por ejemplo en ‘Sed de mal’, cuando prácticamente le roba las escenas a Charlton Heston”.
La personalidad de Orson Welles era fascinante desde muchos puntos de vista, según ha quedado claro en este seminario dirigido por el ex ayudante de Welles Juan Cobos. Así, “era alguien extraordinariamente culto”, ha manifestado Eduardo Torres Dulce, para quien “tenía una curiosidad voraz por conocer cosas, sacaba toda la esencia del personaje y la volcaba en la interpretación”.
Por todo ello, y por la pasión que ponía en sus interpretaciones, Eduardo Torres Dulce ha dicho que “jamás he visto un trabajo rutinario de Orson Welles”, al tiempo que ha indicado que su papel preferido es el que interpreta en ‘Sed de mal’. “En este momento es mi preferido, aunque no sé si cambiaré de opinión”, ha manifestado.
Sobre la personalidad del cineasta, ha expuesto que “producía uana serie de lealtades a su alrededor, tiene una vida privada excesiva y era capaz de elevar una película sólo con su presencia, porque es un hombre capaz de romper las reglas, pero no para que quede una situación caótica, sino para inventar nuevos conceptos que introduce en el cine, y por ello es, de hecho, el que inventa el cine moderno, porque hasta ese momento están las huellas del cine mudo”.