En un banco de madera, bajo un sol radiante, se encontraba una mujer de mediana edad, de semblante afable con las manos sobre el regazo, observando el parque.
A su lado, sentado, un hombre comiendo un bocadillo envuelto en esas bolsas de papel. Tan arrugada como encorvado su aspecto, una cerveza a sus pies.
El cielo comenzó a oscurecer..
Los dedos de la mujer comenzaron a alargarse lentamente y a aumentar el tamaño de sus manos, a medida que recorrían su cuerpo hacia el suelo, uno de sus verdes dedos se acerco a su compañero de banco en un gentil saludo, hasta cubrirlo.
Los dedos fueron deslizándose por el suelo del hasta llegar a unos niños que jugaban al balón, les tocó el corazón y a medida que seguía oscureciendose el sol fueron cubriendo las plantas, los árboles, modelandolas, cubrieron las mesas donde tomaban refrescos los parroquianos, subió por la cristalera tras la que se parapetaba una camarera dedicada a enjuiciar la catadura moral del vecindario. Por supuesto inferior a la suya, digna negra trabajadora.
Las manos continuaron su suave recorrido, mientras el sol parecía haber desaparecido . Llegaron hasta una pintada en la zona más alejada del parque, acariciaron su grosería y mal gusto, con lo caro que está el spray!!!!
Se pintó un hermoso tatuaje.
Todo quedó cubierto por esos verdes dedos hasta el mar Y el sol comenzó a aparecer nuevamente . Cuando llegó a su plenitud sólo quedó el VACIO.