(Juan José Benítez)
Cualquier investigador que se precie tendrá que reconocer objetivamente que la religión católica, basada en la vida y obras de este Maestro, no deja de ser más que una invención de los seres humanos. Nunca y en ningún caso fue inspirada por Dios, ni avalada por ningún ser consciente. Toda forma de sectarismo choca frontalmente con el conocimiento. Cualquier forma de adoración a un ser encarnado, además de ser una idolatría, pasa por ser una forma pobre de concebir a Dios. Por esta peregrina razón, cada raza, cada pueblo y cada cultura fabricaría así su hijo único de Dios y le daría culto, y de hecho, es éste el mayor de los problemas con los que se encuentra el hombre para confraternizar con su semejante.
El único templo que existe es nuestro cuerpo. El único Dios a ser adorado es el Espíritu que habita en nosotros y que no es otra cosa que el propio Dios automanifestado en su propia obra. El Ser más o menos consciente que recorra los peldaños de la conciencia y de la sabiduría, llegará inevitablemente a encontrarse con un Dios universal en su aspecto trino; es decir, un Universo Mental, un Universo físico y un Universo esencial o espiritual. El todo es Dios y Dios está en el todo. Pero este Dios, no tiene primos, ni parientes, ni hijos especialmente queridos. En cualquier caso, comprender esto no es más que un proceso de madurez personal.
Toda esta reflexión me da pie a entrar en los conocimientos que se nos fueron entregados por personas que en clarividencia consciente pudieron atrapar de los Registros Akásicos y volcarlos en estas líneas:
“Acudió el Maestro y me dijo: °Mira y escucha!. Casi al instante; desde una manera poliédrica y cosmogónica, me llegaron estas imágenes y estos conceptos:
Vi al Maestro Jesús el Cristo llorando y temblando de miedo y de rabia en el Huerto de los Olivos. A casi doscientos metros, dormían varios de sus apóstoles. Había buscado la soledad y la oscuridad para llamar a los “Ángeles de Dios”. El motivo era tremendo y a la vez ineludible: Se sabía y era de dominio común que su persona corría peligro de muerte y que el Sanedrín contaba los días para apresarlo y matarlo sin remedio.
La predicación del Maestro había subvertido el orden establecido y había atentado contra el estamento más poderoso de aquella sociedad: “la casta sacerdotal”. La ignorancia de los discípulos de Jesús había magnificado los milagros de su Maestro y la adulación y adoración hacia su persona habían creado mito entre un pueblo muy dado a hacer figuras con pies de barro, que hoy los eleva y mañana los apedrea por no responder y rellenar todas las frustraciones de los que viven en penumbra. El Maestro, por otra parte, no había sabido o no había querido acallar este clima, quizás dejándose llevar por la vanidad o por la blandura del carácter y las consecuencias de todos estos actos habían desembocado en una situación irreversible.
Pasaron unos minutos cuando del cielo descendió una luz, que en la medida que se acercaba a la tierra, se hacía más grande. Luego, desde la panza de la nave, se proyectó un pasillo de luz y el Maestro fue ascendido. Una vez en su interior, los Señores de la Luz le dijeron que ellos no podían rectificar los efectos a las causas hechas por sus actos inconscientes, puesto que por encima de los afectos está la Ley, y esta Ley no puede ser alterada por nada ni nadie.
Movidos por la compasión le dijeron que le ayudarían en cualquier caso, y acto seguido, y aunque a nuestros lectores les parezca una barbaridad, le hipnotizaron en un grado sonambúlico.
Quien conoce los signos de comprobación de un tercer grado de Hipnosis o sonambúlico, entender entonces por qué ante Anás y Caifás guardaron un extraño silencio, por qué respondía con monosílabos o frases cortas y cómo se dejaba llevar sin poner resistencia. Comprender entonces el estado casi catatónico en el que le veían sus torturadores y la visión con los ojos en estado de trance en los que permaneció en la Cruz. Es precisamente con hipnosis como se puede acceder a una intervención quirúrgica, incluso a corazón abierto, sin que el sujeto sea consciente del dolor. El producir alucinaciones, anestesia y ausencia de los sentidos, es absolutamente normal para un hipnoterapeuta con sujetos con capacidad sugestiva.
Por otra parte hay que hacer justicia sobre otro hecho importante que la Historia no ha reparado. Me refiero a la mal llamada traición de Judas. No es cierto que Judas traicionara a su Maestro, sino por el contrario, al ser el más racional y más lógico de los apóstoles, intentó mediar ante los sacerdotes para que su querido Maestro fuera perdonado. llegó incluso a un acuerdo por el cual se establecería una entrevista secreta con Jesús para que aceptara un destierro y la disolución de su secta, a cambio de ser ejecutado.
Aquella cita no fue si no una trampa para el Maestro y también la sentencia de muerte para Judas, puesto que no podían dejar ningún testigo. Así pues lo mataron y lo colgaron de un árbol, haciendo creer a todos que se había suicidado.
Siguió el Maestro mostrándome más imágenes y más cosas de aquel tiempo, y vi a Pedro, el apóstol de Jesús, saliendo con precipitación de Roma y que la lectura popular ha titulado como ¿Quo Vadis?; ¿adónde vas?. Llamado por la imagen astral de Jesús, que le salió al paso y que le recriminó, no como se ha dado a entender, el miedo a escapar, si no la reprimenda por haber tergiversado su mensaje haciéndole a Él, a Jesús, como hijo único de Dios y habiendo inclinado a los fieles a su adoración.
Así pues Pedro, al ver que su desmedido ímpetu e ignorancia, no sólo no había conseguido entender la misión del Maestro, si no que su celo desmedido habría hecho lo contrario. volvió a Roma y pidió ser crucificado hacia abajo, tanto por vergüenza, como por haber hecho lo contrario de lo que estaba programado.
Desgraciadamente Pablo se equivocó aun más y aumentó el error de Pedro creando un culto de adoración a un ser encarnado en vez de acercar al hombre hacia su Dios interno.
Lo triste es que esta religión ha causado más muertes y persecuciones que ninguna otra idea en el mundo. Las herejías, apostasías, cismas, cruzadas, inquisiciones y guerras santas, han regado de sangre la faz de la Tierra y en nombre de Cristo se han cometido los crímenes más terribles de la historia del hombre. Ni antes, ni ahora se entendió el mensaje.
Así me fue mostrado cuanto ahora cuento. Quizás sean solo mentalismos, pero me fue ordenado ser entregado y así lo hago. Cada cual que crea lo que quiera.
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La Iglesia Católica,
¿invento humano?
Extracto literal del documental del escritor Juan José Benítez titulado “Mensaje enterrado” emitido por la primera cadena de Televisión Española a la una y cuarto de la madrugada del domingo 2 al lunes 3 de noviembre de 2003, que resume la información publicada en la serie de libros de este autor titulada “El Caballo de Troya”.
««Fue aquí en este hermoso lugar donde el evangelista sitúa la supuesta fundación de la Iglesia. Y he dicho bien: supuesta.
Mateo dice “Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos y lo que ates en la Tierra quedará atado en los Cielos y lo que desates en la Tierra quedará desatado en los Cielos.”
Extraño, sí. ¿Fundó Jesús una Iglesia? De haber sido así millones de seres humanos habrían quedado al margen de su mensaje y de la esperanza. No, este no era el estilo ni el pensamiento del Hijo del Hombre.
Las palabras del Maestro en este lugar fueron otras. No se dirigió a Pedro sino a los doce y dijo: “Yo os declaro que sobre vuestros corazones edificaré la Hermandad Espiritual del Reino de los Cielos y sobre esta roca espiritual levantaré el Templo de las Realidades Eternas del Reino de mi Padre. Ninguna fuerza prevalecerá contra esta Fraternidad Espiritual.”
Después de la resurrección de Jesús de Nazaret, Pedro sería elegido líder indiscutible de la naciente organización, y alguien, al redactar los Evangelios reafirmó el liderazgo falseando el pensamiento y las palabras del Maestro, y nació la Iglesia Católica, un invento humano. Mil millones de personas engañadas por la historia y la tradición.
Y las manipulaciones prosiguieron sin el menor rubor, algunas incluso atentando contra la transparente personalidad del Hijo del Hombre.
A esta vergonzosa e interminable sucesión de errores y manipulaciones hay que sumar por últimos los lamentables silencios de los evangelistas respecto al Jesús Resucitado. Los creyentes, una vez más, resultarían estafados.
Los textos, supuestamente sagrados, apenas relatan cuatro apariciones del Maestro después de su muerte e ignoran el resto. En total, diecinueve presencias, a cuál más importante. Y las silencias sencillamente porque las palabras del Resucitado no encajaban ni resultaban cómodas en la filosofía y en el rumbo de la primitiva y naciente Iglesia. Veamos dos ejemplos muy ilustrativos:
– Quinta aparición.- El Maestro se presenta ante María Magdalena y otras 24 mujeres y les dice: “Vosotras estáis llamadas a proclamar la liberación de la humanidad por el Evangelio de la Unión con Dios.”
¿Mujeres proclamando la Buena Nueva? ¿Mujeres al mismo nivel que los hombres? Pedro y el resto, inmersos en una sociedad machista en la que la mujer quedaba relegada a un segundo plano, no podían aceptarlo, y el suceso fue censurado.
– Aparición número doce.- Testigos: ochenta griegos y judíos. (Martes 18 de abril del año 30 de nuestra era. Residencia de Rodán en Alejandría, uno de los seguidores de Jesús. Veinte horas.) El Resucitado se presenta ante ellos y dice:
“El Padre me ha enviado para establecer algo que no es propiedad de ninguna raza, nación, ni tampoco de ningún grupo especial de educadores o predicadores. El Evangelio del Reino pertenece a judíos y gentiles, a ricos y pobres, a hombres libres y esclavos, a mujeres y varones, e incluso a los niños. Prestad atención, este Evangelio no debe ser confiado exclusivamente a los sacerdotes.”
Sobra todo comentario.
La historia, la tradición y las religiones han sepultado el mensaje original de Jesús de Nazaret, un mensaje tan sencillo como revolucionario y esperanzador. Un mensaje que dice: todos somos hijos del Buen Dios, un Dios que no castiga, que no lleva las cuentas y que nos ha regalado la inmortalidad. Y el mensaje concluye, hijos del Buen Dios y por tanto físicamente hermanos.
Y llegará el día en que este planeta encantado será un mundo apacible y luminoso, un mundo sin templos, dogmas ni divisiones, un mundo con una sola religión, la del Espíritu.»»