La situación de Barcelona es de extrema gravedad en lo concerniente a las reservas de agua para consumo humano, lo que se denomina “uso de boca”, y como la situación es extrema, se toman medidas extraordinarias.
Otro asunto son las necesidades de agua de la costa levantina y que habría que estudiar minuciosamente, según un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia realizado por el Departamento de Ingeniería Hidráulica de la ETSI de Caminos, en el “Análisis de los Sistemas Hidráulicos” que sirve de justificación al trasvase desde la cuenca del Ebro a las cuencas del Júcar y Segura, se han utilizado modelos de optimización aplicados de forma incorrecta al dejar de lado posibilidades como el ahorro al mejorar la eficiencia de los riegos, la utilización de aguas subterráneas junto con las superficiales, así como la reutilización.
Según el mismo estudio de la UPV dirigido por Andrés Sahuquillo, resulta que el coste del agua trasvasada es mayor que el del agua desalada, más aún teniendo en cuenta los avances de la tecnología en desalación de agua de mar, que abarata los costes con el tiempo, mientras que los avances en trasvases son prácticamente nulos.
No es comparable inundar el campo para sembrar arroz, que tener agua para no morir de sed. Dejo al lector la reflexión sobre la idea de solidaridad de estos señores.