El breve paso de Mariano Rajoy por la provincia de Almería, este fin de semana pasado, ha dejado el mismo regusto a decepción que, cuando el día después del sorteo del Gordo, comprobamos que, una vez más, no nos ha tocado nada. Hace ahora dos semanas, el presidente del PP provincial, Gabriel Amat, anunciaba que su partido estaba ultimando los detalles para celebrar en Almería “un gran acto” político con la participación estelar del presidente del Gobierno.
Gabriel Amat se mostró convencido de que Rajoy traería “buenas noticias” para Almería. En su momento, ya expresé serias dudas de que se fueran a producir grandes anuncios y ahora, a la vista de lo sucedido, sólo podemos decir que no me equivocaba. ¿Buenas noticias? ¿Qué buenas noticias?
La visita de Rajoy a Almería sólo se puede calificar de inútil y muy decepcionante. En su discurso ante los almerienses, el presidente del Gobierno se limitó a decir que la economía española va muy bien, sin caer en cuenta de que lo estaba haciendo en una provincia con 83.000 parados, que son exactamente 11.000 más que cuando él llegó al Gobierno, hace tres años.
Aprovechando el dato, el presidente podía haber anunciado su intención de aprobar, por fin, un plan de empleo especial para Andalucía, similar al que sí les dio a Extremadura y las Islas Canarias, dos comunidades que no tienen más desempleo que nosotros. Sin embargo, no lo hizo.
Rajoy también pasó de largo por las cuestiones que desde el PSOE le habíamos planteado en los días previos: no trajo una solución debajo del brazo para el ‘tarifazo’ eléctrico que están padeciendo nuestros agricultores, ni se comprometió a que, en 2016, los productores de frutas y hortalizas empiecen a recibir ayudas directas, como ya se está haciendo en Francia.
Por no decir, el presidente ni siquiera respondió la gran pregunta que nos venimos haciendo los almerienses desde que el PP llegó al Gobierno y se desplomó de golpe la inversión en infraestructuras en nuestra provincia: ¿Qué va a pasar con AVE con Murcia? Era evidente que el presidente del Gobierno no iba a poder evitar esta cuestión, pero, llegado el momento, la respondió con un quiebro. Según vino a decir, no tenemos de qué preocuparnos, porque el AVE “llegará”, aunque seguimos sin saber cuándo. Rajoy no anunció ni una fecha, ni una inversión digna para el año que viene, ni su intención de recuperar los 200 millones que se han dejado de invertir en los dos últimos años. Según el presidente, el AVE a Almería se hará cuando haya dinero, porque ahora parece que no lo hay, aunque lo cierto es que, a día de hoy, el presidente sí está encontrando el dinero necesario para hacer el AVE a Galicia, a su tierra.
Al final, Rajoy se fue de Almería como vino, sin asumir ningún compromiso con la provincia. En lugar de mojarse, optó por lo más cómodo: encerrarse en un teatro para que le aplaudieran sus militantes.
El papel en toda esta farsa del presidente del PP de Almería, Gabriel Amat, y del alcalde de la capital, Luis Rogelio Rodríguez, ha sido especialmente patético. Ni uno ni otro fueron capaces de levantar la voz para defender, ante su jefe, lo que nos corresponde. Tampoco se les vio ruborizarse cuando escucharon a Rajoy hablar del empleo.
Haciendo un balance mental de lo ocurrido, me acuerdo del humorista José Mota y veo a Rajoy parafraseándolo el día en que le pidieron que viniera a nuestra provincia: “Si hay que ir a Almería, se va…”. Aunque honestamente, presidente, venir para nada, es tontería.