{mosimage}Por primera vez desde que Rodríguez Zapatero es presidente, y tras tres años consecutivos de superávit -los primeros superávit que conocíamos en España-, los presupuestos contemplan un déficit público, lo que a algunos les ha hecho recordar los ocho presupuestos que elaboró el Gobierno del PP.
La diferencia, sin embargo, es clara. En primer lugar, atravesamos por una situación económica que los expertos consideran como la más compleja que el mundo ha conocido en varias décadas. En segundo lugar, el actual Gobierno ha determinado que en época de crisis lo oportuno es mantener e incluso aumentar la protección social, y no recortarla.
El resultado son unos presupuestos austeros, como no podía ser de otro modo dadas las actuales circunstancias, que ponen el acento en la recuperación de la actividad económica, concentrando la inversión en aquellos sectores que más pueden contribuir a ello, y que, sobre todo, garantizan la protección social de los más vulnerables a las crisis, incrementando el gasto en materia de desempleo, en pensiones y en dependencia.
El grueso de las inversiones se concentran, pues, en dos objetivos prioritarios, en tanto que se aplica el principio de contención del gasto en las demás partidas. Esos dos frentes principales de atención son las políticas sociales y la llamada inversión productiva, o lo que es lo mismo, la inversión en futuro: en capital humano, en tecnología y en infraestructuras.
De ahí que se mantengan las partidas destinadas a mejorar la educación -aún cuando se trata de una competencia de las Comunidades Autónomas-, que la inversión en Investigación, Desarrollo e Innovación Tecnológica experimente un incremento tres veces superior al incremento medio de los Presupuestos, y que se contemple la agilización en la tramitación y contratación de obra pública: Alta Velocidad, autovías, puertos y aeropuertos y grandes obras hidráulicas.
En todas estas materias se ha visto especialmente beneficiada Almería, donde el presupuesto para el próximo año, casi 573 millones de euros, supone un aumento del 24 por ciento con respecto al de 2008, siendo la inversión por habitante un 160 por ciento superior a la media nacional. Varios proyectos de infraestructuras de transporte y de infraestructuras hidráulicas se llevan un año más la práctica totalidad de esa cantidad, de acuerdo con un objetivo muy claro de modernización y desarrollo de la provincia que no se detiene a pesar de la crisis, y que busca, fundamentalmente, atender las necesidades de la gente, reducir el impacto de las dificultades en todas y cada una de las familias y establecer las bases para una recuperación rápida, sólida y duradera.