Desde la asociación MOJACAR SE MUEVE hemos visto como en cuestión de meses el problema de esta plaga ha ido incrementándose, y ahora no solo afecta a las pobres palmeras, que están muriendo, si que en muchos casos estos bichos se cuelan en nuestras casas y negocios pasando de ser un problema medioambiental a uno de salud publica.
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Es por ello que, después de denunciar la situación hace meses a nuestra alcaldesa y dando ent5rada a un escrito en el ayuntami8ento hace unas semanas (con un ejemplar del propio picudo en una bolsa grapado al escrito) queremos compartir nuestra inquietud con todos los vecinos de este y otros municipios para informar de la situación actual.
Nuestro amigo el PICUDO ROJO (Rhynchophorus ferrugineus) comenzó a detectarse en España a principios de los 90 como una plaga muy voraz en palmeras de la especie Phoenix Canariensis en la provincia de Málaga. Se especula mucho sobre su procedencia pero todo parece indicar que fue a causa de unos palés de obra, procedente de Egipto por vía marítima, los cuales hicieron de huésped para las larvas de estos escarabajos.
En aquellos años el control sanitario no era eficiente y junto a la desinformación que había (y hay) hizo que esta plaga se desarrollara potencialmente y comenzara su andadura por todo el litoral Español. Hasta, como no, llegar a nuestro municipio hace unos 2 o 3 años.
El modus operantis del bicho es introducir sus larvas al pie de la palmera. El escarabajo tiene un ciclo biológico muy corto y muere pronto, pero la larva queda tranquila en su nuevo huésped, devorándola y matándola .Cuando eclosiona la larva y se convierte en el picudo y ya solo tiene que saltar hacia otra palmera y comenzar de nuevo.
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En los primeros años la Junta de Andalucía tenia un plan de actuación y si se detectaba un caso de infección se llamaba por teléfono e inmediatamente venia un equipo que ante la falta de producto fitosanitario para su exterminación lo único que podían hacer (que no es poco) era la extracción de la palmera y transportarla lo mas hermética posible a un lugar seguro e incinerarla. Lo mismo se hacia en el sitio donde se encontraba la palmera.
Esto se realizó hasta que estaban totalmente desbordados por las incesantes llamadas producidas y optaron por que cada municipio se las apañara como pudieran.
El ayuntamiento debería haber seguido actuando igual, es decir, detección, extracción, transporte e incineración.
El problema surge cuando un ayuntamiento no pone medidas ni forma a sus trabajadores para este y otros problemas, esto conlleva a que la plaga ronde con total impunidad creciendo en nuestro municipio y así haciéndose más fuerte para devorar otros municipios.
Nuestros responsables medioambientales, CONCEJALES Y ALCALDIA, deberían haber tomado medidas drásticas de control y prevención ya que la plaga necesita un modo de actuación drástico como ella misma.
La contención parece difícil e imposible pero no es así. Podemos poner como ejemplo la actuación de municipios cercanos al nuestro como Vera que sin tener grandes medios disponen de un plan de actuación. En este municipio el ayuntamiento se encarga de los tratamientos a las palmeras públicas y en muchos casos de las privadas, del retiro de ejemplares infectados y de informar a sus ciudadanos del problema existente.
Las empresas de productos fitosanitarios comenzaron sus investigaciones para sacar un producto eficaz pero los resultados no son del todo positivos ya que consiguen matar al escarabajo pero no su larva, esto quiere decir que se debe comenzar urgentemente con la extracción de las palmeras infectadas y acto seguido con tratamientos insecticidas curar todas las palmeras existentes (cada 3 – 6 meses) en zonas publicas y evidentemente lo privado y así evitaremos que el escarabajo adulto ponga sus larvas.
Los tratamientos no son económicamente excesivos por lo tanto no es un problema para Mojácar y la mano de obra ya la tiene el ayuntamiento .Así que la pasividad de nuestros gobernantes es igual de grande que su incapacidad para atajar problemas de este y cualquier otro tema.
No es solo responsabilidad de las autoridades sino también de los ciudadanos que por desinformación eliminan sus palmeras infectadas y las transportan contenedores donde facilitan su viaje hacia otras zonas.
Por lo tanto debemos concienciarnos de que el problema es de todos y que si no actuamos correctamente podemos llegar a la extinción de las palmeras en la zona, y sin saber realmente el resultado una vez haya devorado las mismas. ¿Cual será su próximo huésped?
Lo que es intolerable son actuaciones como la de nuestro equipo de gobierno que ante un problema medioambiental de esta índole de la espalda y se excuse diciendo que cuando no haya palmeras se quitara la plaga, pues muerto el perro se acabo la rabia. Es como si ante un incendio que ha consumido ya el 60 por ciento del monte, se deje hasta que consuma todo el restante, luego ya se apagará.
La situación en Mojácar es aberrante, no solo carece de plan de actuación para el picudo, también para cualquier control de plagas. Todo el departamento de Medio Ambiente es inexistente desde hace varios años, no existe ningún concejal, ni ayudante, ni secretario, por lo que asuntos como este, o el vivero, o las zonas verdes o los senderos o el control de los montes para evitar incendios están totalmente abandonados. Hay que decir que Mojácar urbanisticamente es difícil de mantener pero no imposible.
Desde MOJACAR SE MUEVE nos es muy sencillo criticar y sacar los fallos existentes, por que son obvios y a la vista de cualquiera y mientras no se de importancia a nuestras zonas verdes, nuestra sierra, nuestras ramblas, nuestros parques, seguiremos criticando .Si se hacen esfuerzos para realizar aberrantes parterres en toda la playa, si se gastan dinero en palmeras que luego dejan morir, si mantienen cerrado por siempre el invernadero municipal, si no realizan una ruta adecuada de senderismo, si no hay un plan de reforestación, si no hay un plan de ajardinamiento en condiciones y la contratación de profesionales adecuados o en su defecto la formación y profesionalización de los ya existentes, desde MOJACAR SE MUEVE nos va a seguir siendo extremadamente fácil seguir criticando a nuestros políticos.
El picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) es una especie de coleóptero curculionoideo de la familia Dryophthoridae originario del Asia tropical. Es un gorgojo de gran tamaño, entre dos y cinco centímetros, y su color rojizo ferruginoso lo hace inconfundible. La larva perfora galerías de más de un metro de longitud en los troncos. Sus plantas hospedantes son el Cocos nucifera (cocotero) y otras palmeras, en especial Elaeis guineensis (palmera del aceite) y el género Phoenix. Cuando se ven afectadas por la plaga, sufren amarilleamiento y marchitamiento, pudiendo llegar a producirse la muerte del pie afectado. El control de esta plaga es complicado y por el momento, a falta de método seguro, acaba con la eliminación de los pies afectados y los que se sospecha pudieran estarlo.
El picudo rojo se ha extendido a numerosos países, de África y Europa, ajenos a su área de distribución natural debido al transporte antrópico.
La plaga apareció por vez primera en Europa en 1994, en España, en Almuñécar. Tanto aquella vez como las posteriores introducciones en diversos puntos de Andalucía oriental, Murcia (donde es más conocido como el Polaris rojo) y la Comunidad Valenciana, ha llegado a través de palmeras infectadas procedentes de Egipto u otros países del norte de África. La especie es originaria del sureste asiático.
En 2005 esta plaga se detectó en el palmeral de Elche, considerado el mayor palmeral de Europa. En las islas Canarias amenaza Phoenix canariensis (palmera canaria), joya del archipiélago que podría verse en peligro si la plaga sigue avanzando.
Larva.Del huevo nace la larva, una oruga amarilla con una cabeza marrón que lleva unas mandíbulas horizontales muy potentes. En pocas semanas y después de alimentarse vorazmente del corazón de la copa de la palmera (al expandirse la plaga afecta a toda la parte superior de la palmera) pasa de medir apenas 2 milímetros a los 5 centímetros.
Después de alcanzar el estadio final, el gusano se envuelve en un capullo que construye con fibras de la propia palmera, donde se convierte en pupa para completar su reorganización física y convertirse, tras el proceso de metamorfosis en el insecto adulto. Este proceso puede tardar de menos de una semana a varias semanas, dependiendo de las condiciones medioambientales.
La vida media de este coleóptero, en el estadio adulto, oscila entre 45 y 90 días, dependiendo de las condiciones de su entorno: climatología, alimentación, etc. Esto, viene a ser corroborado por el estudio realizado por M. M. Martín y T. Cabello,[cita requerida] en el que afirman que la longevidad media de los machos es de 86,09 días, y en el caso de las hembras es de 30,99 días. Sin embargo, desde que eclosiona del huevo hasta su muerte tiene una vida media de entre 130 y 200 días. Concretamente, teniendo en cuenta el estudio realizado, la longevidad de los machos es de 199,4 días y en el caso de las hembras es de 144,3 días. El picudo rojo, completa su ciclo biológico dentro del mismo hospedador, sin necesidad de cambiar de palmera hasta que esta ha sido destruida en su totalidad, es decir, hasta que el animal se queda sin alimento suficiente para la cría de la nueva estirpe o para el crecimiento del individuo. El imago manifiesta una intensa actividad diurna; es entonces cuando sale en busca de nuevos ejemplares de palmera para infectarlas y depositar los huevos de las nuevas generaciones. Las palmeras afectadas por este insecto, suelen ser la palmera datilera (Phoenix dactylifera), la palmera canaria (Phoenix canariensis), el cocotero (Cocos nucifera) y la palmera de Guinea (Elaeis guineensis). En el plazo de un año este escarabajo es capaz de completar hasta 3 ciclos biológicos.
Tras la fecundación, la hembra adulta es capaz de depositar entre 300 y 500 huevos de forma aislada, a través de orificios producidos por ellas mismas en la búsqueda de alimento o bien aprovechando las hendiduras o heridas de la propia palmera. Estos gorgojos son sensibles a las kairomonas que desprenden las palmeras como resultado de heridas o podas sin tratar, por lo que no les resulta muy difícil encontrar nuevos hospedadores. La puesta se produce en los tallos terminales de la planta y en el tejido blando de la bases de las hojas. En la ovoposición, las hembras doblan los tarsos hacia arriba y se anclan al tejido con las espinas de las tibias apoyándose en el tercer par de patas hasta poner en contacto el ovopositor con el sustrato. Después los huevos quedan protegidos y fijados con una secreción producida por ellas mismas. Según M. M. Martín y T. Cabello, las hembras producen una puesta media de 211,1 huevos, de los cuales un 78,02% eclosiona en un periodo de 3,35±0,27 días, dando lugar a las larvas ápodas. El huevo, de color blanquecino, cilíndrico, brillante, tiene forma ovalada y mide de 1 a 2,5 mm. En la parte posterior de dichos huevos, aparecen unas estructuras llamadas opérculos.
Las larvas neonatas son de color amarillo blanquecino, segmentadas, ápodas (sin patas), presentan una gran cápsula cefálica quitinosa, de color más pardo que el resto del cuerpo. Constan de unas potentes mandíbulas cónicas horizontales, con las que excavan galerías desde las axilas de las hojas hasta la corona, en cuyo interior se alimentan vorazmente. Estos insectos permanecen en el estadio larval una media de 95,53±1,63 días, teniendo en cuenta los resultados de la investigación, pero puede variar ya que esta fase está muy influenciada por la temperatura. Durante el transcurso de este periodo, las larvas experimentan un crecimiento considerable, ya que pasan de medir apenas 2 milímetros a los 5 centímetros. La tonalidad del cuerpo también cambia un poco, pasa de tener un color blanquecino brillante a un blanco amarillento opaco. Una vez completado el desarrollo larvario, construyen un capullo con fibras extraídas de las galerías de la palmera, en cuyo interior sufren una metamorfosis completa y pasan al siguiente estadio. Los capullos tienen una longitud de 4 a 6 cm y se localizan en la base de los árboles.
La pupa, de color rojo–marrón oscuro, se forma dentro del capullo formado por fibras de la palmera. En ese estado, el picudo sufre una metamorfosis, un último cambio antes de alcanzar el estadio adulto. Esta fase puede durar entre 15 y 30 días. Este valor es similar a los 27,83±3,13 días señalado por M. M. Martín y T. Cabello, pero hay que tener en cuenta una vez más que estos periodos están determinados por la temperatura. Una vez terminado el periodo de pupación, el adulto puede permanecer unos cuantos días más dentro de ese capullo fibroso.
El insecto adulto se desplaza caminando y volando, siendo capaz de alcanzar largas distancias. No obstante, permanecerá en la palmera inicialmente atacada si todavía dispone de material vegetal para su alimentación. En caso contrario, y atraídos por los olores que desprenden las palmeras con heridas, colonizarán ejemplares no infestados. De esta manera comenzara un nuevo ciclo biológico, se producirán más fecundaciones, otras ovoposiciones, eclosiones, etc.
Hace más de 10 años que llegó esta plaga a España y la comunidad andaluza, la catalana y sobre todo la valenciana parece que están poniendo interés en estudiar soluciones para el problema, pero las pruebas de efectividad de los remedios se alargan mucho y aún no se ha encontrado una solución definitiva. El uso de parásitos para acabar con el picudo rojo demuestra su efectividad. Los expertos logran una alta mortalidad en la plaga que arrasa las palmeras del municipio de Murcia. Hoy en día, siguiendo un protocolo adecuado y la unión de varios métodos, se logra reducir y recuperar por completo las palmeras afectadas, que no tengan la yema apical cortada por la larva. Con la utilización mediante [endoterapia vegetal] y aplicaciones foliares tipo ducha y constante seguimientos, se obtienen muy buenos resultados.
EL PICUDO ROJO
Un escarabajo originario del Asia tropical, el picudo rojo o Rhynchophorus ferrugineus (Olivier, 1790) -asiatic palm weevil y red palm weevil para los anglosajones-, que se ha extendido a numerosos países ajenos a su área de distribución natural debido al transporte antrópico [2], es la enésima muestra de los graves peligros que aúnan el descontrol comercial que existe entre los distintos países, las grandes compañías y las multinacionales, con las modernas posibilidades del transporte de mercancías en cuanto a volumen y rapidez de trasiego se refiere.
La nueva plaga está causando graves problemas fitosanitarios en todas las partes en donde se ha introducido. En nuestro país ha disparado ya todas las alarmas de los organismos encargados de la vigilancia de fronteras y la protección agronómica, tanto a nivel estatal como autonómico. Aparece reiteradamente en prensa y está empezando a crear alarma social entre los cultivadores de Canarias, Comunidad Valenciana y Murcia. Por una falta de previsión, han fallado las medidas preventivas y parece haberse aclimatado en el sureste de la Península y en las islas Canarias y ahora va a ser muy difícil erradicarla. Como suele suceder en estos casos, la nueva especie se ve beneficiada porque carece en las regiones mediterránea y macaronésica de enemigos naturales que limiten su propagación.
El insecto pertenece al orden de los coleópteros (escarabajos) y a la familia de los curculiónidos (gorgojos). Su gran tamaño, entre dos y cinco centímetros, y color rojizo ferruginoso lo hacen inconfundible. La larva perfora galerías de más de un metro de longitud en los troncos. Sus plantas hospedantes son el cocotero (Cocos nucifera) y otras palmeras, en especial las del género Phoenix y la palmera de Guinea (Elaeis guineensis). Cuando se ven afectadas por la plaga, sufren amarilleamiento y marchitamiento, pudiendo llegar a producirse la muerte del pie afectado. El control de esta plaga es complicado y por el momento, a falta de método seguro, acaba con la eliminación de los pies afectados y los que se sospecha pudieran estarlo.
La invasión de la Península
La plaga apareció por vez primera en España en 1994 [3], en el litoral granadino, en Almuñécar. Tanto aquella vez como las posteriores introducciones en diversos puntos de Andalucía oriental, Murcia y Levante, ha llegado a través de palmeras infectadas procedentes de Egipto u otros países del norte de África [4].
A principios de 2004 saltaron las alarmas en la Comunidad Valenciana al detectarse los primeros daños serios producidos por el picudo rojo. La Generalitat publicó inmediatamente una orden de declaración oficial de la plaga, y la Consellería de Agricultura, Pesca y Alimentación tomó medidas inmediatas. Se trató de controlar y erradicar la plaga, se ordenaron inspecciones y cuarentenas, se destruyeron palmeras afectadas y se impusieron restricciones al comercio de plantas, intentando impedir la entrada de todo ejemplar de palmera que no hubiese sido inspeccionado [5]. En el levante español ataca tanto a las palmeras datileras (Phoenix dactylifera) como a las ornamentales [6].
Los palmerales de Elche, Orihuela y Alicante, cuyos efectivos tienen un alto valor histórico, económico, social y cultural, tienen una zona de protección establecida por la Consellería de Agricultura en el Decreto de 11 de julio de 2003, que aprobó un plan de protección integral fitosanitaria. En Elche, municipio donde se está llevando a cabo una intensa lucha contra esta plaga, ya se han perdido un millar de palmeras por su causa (bien por afección directa o por la destrucción preventiva de los pies infectados).
El palmeral de Elche, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, constituido por un conjunto de huertas de palmeras datileras distribuidas por el casco histórico de la ciudad, que suma un total de cuatro millones de metros cuadrados de superficie y cuenta con casi medio millón de unidades, es el más afectado por el picudo rojo. Los expertos están comprobando, a medida que avanzan las investigaciones sobre el particular, que la plaga está mucho más extendida y es mucho más grave de lo que se creía.
Como ejemplo reciente hay que decir que, tras localizarse un primer foco en la pedanía de Valverde, se sumó otro a diez kilómetros, en la partida de Daimés, en la finca de un productor local de palmeras. Se comprobó que había muchos ejemplares afectados y se van a tener que destruir alrededor de unas 3.500 palmeras. La inmovilización de los ejemplares de los viveros se extiende a casi todos los del término municipal de Elche, unos 150 en total, por lo que se calcula que se inmoviliza medio millón de palmeras (que no pueden salir de los viveros en un periodo de tiempo largo, hasta que se complete la inspección y la cuarentena). Además, en los últimos meses se han localizado focos nuevos en otras partes de Alicante, Valencia y Castellón.
El palmeral murciano también está alerta. El insecto fue detectado por primera vez en 1995 y desde entonces van apareciendo regularmente en la prensa local noticias sobre sus daños. Andalucía es otra comunidad autónoma donde se combate desde hace varios años la plaga y existe infección en palmeras de Granada y Almería.
Entrada en Canarias
Tampoco las islas afortunadas se han librado de tan desagradable huésped, que para colmo aquí afecta a la palmera canaria (Phoenix canariensis), una joya del archipiélago que podría verse en peligro si la plaga sigue avanzando. Se desconoce cuándo se introdujo por vez primera, pero ya se ha instalado en las islas de Fuerteventura y Gran Canaria [7]. Si llegase a introducirse en La Gomera podría causar un verdadero desastre debido a la gran cantidad de palmeras que existen en esta isla.
Los agricultores canarios están muy preocupados con esta cuestión. Ayuntamientos como Santa Lucía de Tirajana, la localidad gran canaria con más ejemplares de palmeras, están verdaderamente alarmados por la previsible debacle que se avecina y han emitido quejas contra el Cabildo y el Ejecutivo regional. El Ayuntamiento de Telde, municipio con unos diez mil ejemplares de palmera, exigió que el Gobierno central cumpla la legislación vigente de forma estricta para evitar que se propaguen este tipo de plagas. La Asociación de Agricultores y Ganaderos de la provincia tinerfeña (ASAGA) ha denunciado la entrada en Tenerife de palmeras procedentes de la Península que podrían ser portadoras de la plaga al sospechar de la orden dictada en el pasado mes de enero, elaborada rápidamente por el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, para la prohibición de la entrada de palmeras en las islas.
Ese mismo mes se rechazaron dos contenedores de palmeras procedentes de África; los compradores originales no quisieron arriesgarse con el envío, que constaba de unos cuarenta y cinco ejemplares. Lo curioso del caso, según denunciaron la Asociación para la protección de la palmera canaria Tajalagüe y Ben Magec-Ecologistas en Acción, de Fuerteventura [8], es que los vendedores pretendían introducirlos en Fuerteventura, trasladados desde el Puerto de la Luz, aprovechando las lagunas de la legislación. La mentada asociación majorera recordó que ya hay ciento cincuenta pies afectados en la isla.
Avisos ignorados
Lo peor de todo es que, como viene siendo habitual en este tipo de hechos, existieron avisos previos que fueron ignorados por los responsables de la administración. En 1993, el diario Las Provincias publicó un artículo -divulgado asimismo por la Universidad de Alicante- en el cual el ingeniero agrónomo de la Universidad de Valencia Michel Ferry alertaba sobre la posibilidad de la introducción desde Asia en el área mediterránea de la plaga a causa de la importación masiva de palmeras sin controles fitosanitarios. Ferry escribió textualmente: “las autoridades deben saber que juegan con fuego, que no existen técnicas para eliminarlos y que es imposible detectarlos a tiempo, siendo lo mejor parar la importación en su momento, pero hay intereses comerciales…”.
El Colectivo Ecologista Turcón-Ecologistas en Acción, de Gran Canaria, publicó en 1998 en su página web un artículo que llamaba la atención al Gobierno canario de la entrada de esta plaga en las islas Canarias debido a la importación de palmáceas desde Elche y Valencia, donde tenían certeza de que la plaga existía y estaba asentada.
Como viene siendo habitual, se hicieron oídos sordos a todas esas advertencias. Tras los hechos expuestos, es lícito preguntarse: ¿Cuál es la situación real de esta plaga en España? ¿Cómo y porqué se ha llegado a esta situación? ¿Ante este tipo de problemas se toman las medidas adecuadas? ¿Qué pasará ahora?