Las colas se han convertido en un detector de precios en tiendas de barrio e hipermercados, donde en éstos últimos se hacían interminables con horas de espera. Tal vez la masiva afluencia provocó un alza de precios en algunos productos de alimentación en hipermercados, lo que constituyó una sensible disminución en la demanda.
Esta circunstancia derivó hacia las pequeñas tiendas de barrio a quienes rechazaron el incremento de precios en determinados productos, sobre todo en fruta y verduras al darse la circunstancia de que en éstas se encontraban a un precio sensiblemente inferior y muchísima mejor calidad.