Durante el pasado otoño tuvo lugar la segunda excavación en el yacimiento de Macael Viejo, dirigida por el arqueólogo Santiago Moreno, quien también estuvo al mando en 2017 de la primera intervención arqueológica
En esta segunda campaña, la excavación se centró principalmente en la necrópolis, una vivienda y el aljibe
Debido a la aparición de numerosos esqueletos en la necrópolis también se contó con la participación de la antropóloga Sofía Zdral, del equipo de Antropología Física del Profesor Dr. Jesús Herrerín, de la Universidad Autónoma de Madrid, así como con numerosos colaboradores del propio pueblo almeriense.
Todos los individuos se encontraban enterrados según el rito musulmán, reposando sobre el lado derecho, con la mirada puesta a La Meca y sin ningún tipo de joyas u objetos. Los restos esqueléticos, una vez exhumados de sus respectivas tumbas, fueron trasladados a Madrid donde fueron exhaustivamente estudiados por el equipo de antropólogos físicos de Universidad Autónoma de Madrid dirigido por el Profesor Dr. Jesús Herrerin y compuesto por Sofía Zdral y la Dra. Natasa Sarkic.
La Antropología Física es aquella ciencia que tiene como objeto el estudio de la salud y enfermedades de poblaciones del pasado. A diferencia de la Arqueología, cuyo enfoque es el análisis de los restos de la cultura material, la Antropología Física basa sus estudios en los restos biológicos como huesos, dientes y tejidos momificados. Esto nos permite recabar información con el fin de conocer el modo y las condiciones de vida de las poblaciones antiguas, incluyendo la reconstrucción de la dieta, estado de salud, cuidados terapéuticos, principales enfermedades sufridas, demografía, actividades ocupacionales y estructuración social. La importancia del estudio de los restos de cualquier población es particularmente evidente en excavaciones como la de Macael Viejo, donde encontramos una extensa necrópolis en la cual todos los fallecidos se entierran de la misma manera sin ningún objeto funerario y la única información sobre su estilo de vida y su estado en la sociedad puede derivar de su análisis antropológico. El encontrar una necrópolis numerosa y de especiales características como la de Macael Viejo, es inusual y representa una fuente de información histórica que no se debe desaprovechar.
En esta segunda campaña, en total se encontraron cuatros individuos: dos infantiles (de 4-6 y de 9-11 años) y dos adultos, un hombre y una mujer, de edad avanzada (50-60 y +60 años). La salud y la calidad de la nutrición, estudiadas a través de las marcas que ciertas enfermedades dejan en los huesos, revelaron en primer lugar que todos los individuos presentaban una importante patología dental. Se hallaron numerosas caries, abscesos, sarro, periodontitis, pérdida de dientes,… Todo ello indicativo de su precaria salud e higiene oral.
Ambos niños presentan un leve retraso en crecimiento y diversos signos de estrés metabólico que ocurrieron en diferentes etapas de su corta vida. En el niño de 9-11 años se halló una porosidad patológica general en prácticamente todos los restos óseos recuperados, muy probablemente causada por escorbuto (falta de vitamina C) o por raquitismo (falta de vitamina D). Como la enfermedad todavía estaba en fase activa en el momento de la muerte es probable que esta deficiencia pudiera estar relacionada con su fallecimiento.
Los dos individuos adultos presentan una robustez importante, con marcas en los huesos relacionadas con la carga y transporte de cargas pesadas y el uso de herramientas en labores agrícolas y en el quehacer diario. La mujer, en sus trabajos diarios, habría utilizado más la musculatura de los brazos que la de las piernas.
El hombre mayor, de más de 60 años y probablemente zurdo, durante de su vida realizó un trabajo físico muy duro, basado principalmente en el uso de los brazos y el trasporte y acarreo de pesadas cargas en la espalda. Este estilo de vida dejó huellas profundas en su columna vertebral (hernias y artrosis), que con seguridad le provocaron dolor, rigidez y pérdida de movimiento. También mostraba signos de haber sufrido varias fracturas en costillas y dedos, las cuales pensamos que podrían estar relacionadas con su exigente actividad laboral.
Lo que queda patente tras esta exhaustiva investigación de estos cuatro individuos, es que las condiciones de vida de nuestros antecesores macaeleros fueron muy duras. Las marcas halladas en los esqueletos nos sitúan en un escenario de problemas de salud y/o malnutrición, aunque tenemos que tener en cuenta que se trata de un número de individuo muy limitado y que para sacar conclusiones generales que afecten a toda la población sería necesario ampliar la investigación al resto de la necrópolis.
Hasta ahora se sabe muy poco sobre los condiciones de la vida en esta zona en la época medieval, por lo tanto la investigación en el cementerio de Macael Viejo se presenta como de gran interés. Una investigación futura, donde se permita desenterrar un mayor número de individuos, podría revelar mucha más información sobre los habitantes históricos de Macael. Además, los individuos que trabajaran en la cantera estarían mucho más expuestos al polvo de mármol, por lo tanto, sería posible detectar si hay trabajadores de la cantera entre los individuos enterrados, mediante un exhaustivo análisis isotópico. También sería interesante conocer si existe un patrón repetitivo de marcas de inserciones musculares en los huesos de los individuos exhumados que nos permita identificar el tipo de trabajo que realizaban los primeros macaeleros, y si éste pudiera corresponder con el realizado para la extracción del mármol, estando, si este extremo se confirma, frente a los primeros canteros del pueblo de Macael.