{mosimage}Pero, mientras los padres del neoconservadurismo como Francis Fukuyama se reconvierten en defensores de regular distintas partes de la economía y del fortalecimiento de las instituciones estatales, cobra auge una idea: no sólo importa lo que se hace, importa cómo se hace y la necesidad de establecer culturas empresariales éticas se extiende. El concepto de responsabilidad social de la empresa es cada vez más conocido.
Este mes no ha sido sólo el de la crisis financiera, ha sido también el de proliferación de actos relacionados con la Responsabilidad social de la empresa (RSE). El mes se abrió con la segunda edición de la feria de RSE celebrada en Madrid a la que asistieron más de 300 expertos y se presentaron 70 soluciones de firmas como Telefónica, Vodafone, BBV, Sanitas, Unión Fenosa, Mercadona o los hoteles NH premiados por su iniciativa de cesión gratuita de habitaciones para alojar familiares de niños con enfermedades cardiacas y se cierra el Congreso de la Responsabilidad Social de las Pequeñas y Medianas Empresas los días 24 y 25 en Palma.
La RSE es la forma de conducir los negocios teniendo en cuenta los impactos que todos los aspectos de sus actividades generan sobre sus clientes, empleados, accionistas, comunidades locales, medioambiente y sobre la sociedad en general. Consiste en un conjunto de políticas, prácticas y programas que están integradas en todo el proceso de operaciones de los negocios y en su toma de decisiones. Las empresas se han dado cuenta que estas prácticas incrementan su productividad y crean una imagen positiva de la compañía. Una estrategia efectiva de RSE por parte de las empresas puede traer ganancia de competitividad además de un impacto social, económico y ambiental positivo.
A pesar que el fenómeno de la RSE ha surgido sobretodo de grandes empresas, las pequeñas y medianas empresas (PYMES) están dejando de ver estas prácticas como algo exclusivo de las grandes corporaciones y están incrementando su atención en las prácticas de RSE como medio para mantener o abrir acceso a los mercados.
Vemos que las iniciativas de la Dirección General de Empresa de la Unión Europea, las conclusiones y recomendaciones de la Subcomisión del Congreso de los Diputados o la creación del Consejo estatal de RSE apuntan claramente en una dirección: la responsabilidad social se encuentra en un momento de eclosión pues, además del impulso institucional, tiene una presencia creciente en los medios de comunicación, en el mundo académico, en el diálogo social y, por descontado, entre nuestro tejido empresarial.
La irresponsabilidad y la codicia nos han llevado a esta crisis y, cuando salgamos, debemos hacerlo con un nuevo modelo de empresa, que incorpore a sus funciones tradicionales elementos de ética social y medioambiental, es decir, que no olvide su responsabilidad social.