La crisis económica que padecemos está creando una nueva clase económica que siempre ha existido pero que nunca se ha tenido en cuenta, porque ciertamente es una clase pasiva que produjo en su inmensa mayoría y que ahora se minusvaloraba hasta que los nuevos tiempos la han colocado como soporte económico de quienes no se han incorporado al mundo laboral.
Ciertamente hay que destacar el valor que viene teniendo en España, por extensión, los mayores, aquellas personas que pasaron su vida desarrollando una labor profesional y que en la última etapa de su vida están obteniendo una mínima parte de lo que aportaron a la sociedad y que ahora se están convirtiendo también en soporte económico de sus nietos y nietas como antes de sus hijos e hijas, por lo que se trata de una generación que merece la gratitud y el homenaje sociales.
Sin datos concretos pero con el aporte del entorno aparece en el escenario socio-económico un sector social que escapa al anterior por cuanto no se encuentran en el último tramo vital sino que han elegido la mejor opción que se le presentaba como es la retirada del mundo laboral, en la mayoría de los casos, porque el rendimiento laboral no mejoraría los emolumentos que recibiría una vez pasasen obligatoriamente a la jubilación forzosa.
Por tanto, nos encontramos con dos sectores sociales perfectamente diferenciados y que hoy soportan el gran peso de los que ha venido a llamarse Estado del Bienestar, como son los jubilados voluntarios y los forzosos, que yo al menos valoro desigualmente al inclinarse la balanza hacia los forzosos por merecerme la simpatía, el aprecio, el afecto y la consideración que debería ser, e implícitamente lo es, de toda la sociedad en su conjunto.
También es verdad que la consideración que tienen y el valor que nos merece no es homogéneo en todas las culturas, basta con cruzar el Estrecho de Gibraltar y observar que la Tercera Edad es un sector social devaluada por su improductividad e imposibilidad para producir, lo que pone los bellos de punta a la mentalidad europea, por ejemplo, por cuanto la escala de valores son diametralmente distintos.
Y ese contraste de valores tiene en estos momentos una consideración elevada en la sociedad española, por cuanto es se trata de una generación de la que más ha aportado en la Historia Contemporánea. A diferencia de las antecedentes en que tenía que recibir el auxilio de sus hijos e hijas que había engendrado y criado a temprana edad justamente para que se encontraran produciendo en sus postrimerías, la actual generación de jubilados y jubiladas es una de las escasas que no han necesitado ayuda, ha sido autosuficiente y la primera que está apoyando a las nietas y a los nietos tras haberlo hecho antes con sus hijas e hijos.
Se trata, pues, de una clase económica que se había conformado recientemente pero a la que se obviaba por innecesidad, habiendo despertado con la actual crisis económica para ayudar a sus nietas y nietos así como para socorrer a sus hijas e hijos mayores. Entiendo que la aportación que este sector social está haciendo a la sociedad es doble, por haber contribuido al bienestar social y al desarrollo económico durante su vida productiva y ahora revirtiendo sus emolumentos a la sociedad a través de las nuevas generaciones y también por medio del apoyo contributivo que recibe de terceras personas por muy subvencionado que esté.