No es tiempo de silencio sino de estruendo y vociferación. Vivimos rodeados de gritos matonescos, difamaciones e insultos de toda laya. Rodeados siempre de banderas. La manifestación de las víctimas de ETA, abundante en vejaciones verbales y agresividad prebélica, exhibía banderas por los cuatro costados “y también por el quinto de un Dios que no entendemos”, que diría Gabriel Celaya.
Pero no banderas normales que ondean pulcramente sin exhibir feracidad alguna. Eran banderas enormes. Ya se sabe. Cuanto mayor es la bandera, más grande es el patriotismo de los que la enarbolan y sus conmilitones. Estamos en el país de las banderas. Se va a extender ahora, por la Castellana de Madrid, una tremenda bandera de 17.000 metros cuadrados, tres quilómetros de longitud y siete metros de ancho. Una macrobandera continental, digna de Macondo.
Dicen que Aznar está bizco de envidia. La suya de Colón se queda enana. Convocó al rey, al Gobierno, a los obispos y a todos los próceres de las demás finanzas y ahora, ya ven ustedes, enanita, raquítica, chapucera y mezquina. Los guacarnacos que la impusieron, con la sangre ardiéndoles de fervor patriótico, están de enhoramala. Casi con la conciencia de haber cometido un delito de lesa patria.
Tres quilómetros de bandera, 17.000 metros cuadrados de enseña nacional y varias toneladas de peso dan para mucho. Los ejecutivos del COI no pueden ignorarlo. La bandera asegura el 2.012 para Madrid. También el ridículo y la vergüenza ante tamaña impudicia. Ya lo dijo el viejísimo Spinoza, el mejor filósofo occidental que era, al mismo tiempo, portugués, español y judío. “Donde reina la impudicia, gobiernan el deshonor y la corrupción”. Parece pensado para esta Celtiberia de nuestros horrores. Pero el COI no conoce a Benito Spinoza y es posible que prefiera al inquisidor Benito XVII, llamado Papa.
El recorrido de la manifestación de las víctimas fue inferior a la longitud de la bandera. Se quedó en dos quilómetros y medio. ¿Les faltó fuelle?. ¿Les pudo el simbolismo de carniceros históricos, la una en la partida la otra en la meta?. Eran sólo ellos los que estaban contra el terrorismo de ETA. ¿Sólo contra este terrorismo? ¿Dónde dejan el terrorismo de Estado, el genocidio de Estado, los crímenes de Estado contra la paz y contra la humanidad, las torturas de Estado y las mentiras de Estado? La manifestación miraba hacia otro sitio. Ya lo dijo el Eclesiastés: “los ojos del necio vagan erráticos sobre la faz de la tierra”. No todos eran necios. Pero sí vejaban erráticos. Ni tan siquiera han pensado seriamente sobre la coautoría de sus verdugos, sobre la intrahistoria de la existencia y persistencia de ETA.
El mismo día, en Bilbao, la manifestación de Batasuna. “Ahora el pueblo, ahora la paz”. Este era el lema. El ya procesado Otegi (ni el propio juez sabe de verdad las razones jurídicas) habló de la predisposición al diálogo por parte de ETA y la necesidad de superarlo los “nudos” del conflicto en la Mesa de partidos. Esos nudos eran la autodeterminación, la justicia y la plenitud territorial de Euskalherria. Emplazó a Zapatero para que estuviese a la altura de este “tiempo histórico” y convocó a las suyos a que difundiesen su mensaje de paz por barrios, fábricas, escuelas y aldeas. Se condolió expresamente de la venganza y la crueldad con que se trata a presos de ETA. Pero olvidó recordar los hermosos y tristes versos de José Hierro en su “canción de cuna para dormir a un preso”. “No es verdad que tú hayas sufrido / son cuentos tristes que te cuentan. / No es verdad que seas un hombre / eres un niño que no sueña”. Pues qué bien.