El gesto que estaba llamado a convertirse en un acto de regeneración democrática se ha visto envuelto en un nubarrón que lo ha absorbido y al mismo tiempo ha dejado en evidencia al PP, porque el seguimiento que ha tenido ha sido nulo tanto en interior como externamente.
El primero en dejar en evidencia al todavía Alcalde de Almería no fue su más reconocido rival político y potencialmente afectado por su decisión, Juan Carlos Pérez Navas, sino su supuesto ‘compañero’ de escaño y correligionario Eugenio Gonzálvez. El sempiterno Alcalde de Gádor no solo no se dio por aludido sino que entró al quite y le dijo que nadie le había pedido que abandonase la Alcaldía o el Senado, obviamente el escaño en la Cámara Alta se lo tendrán que quitar por Ley porque no lleva aún la estela de Mar Agüero ni el grado de servicio a sus conciudadanos lo puede llevar a cabo solamente desde la modestia Presidencia de la Corporación Municipal.
Pero la entrada en liza de Eugenio Gonzálvez alejándose del gesto de Luis Rogelio Rodríguez-Comendador ha servido también para poner de manifiesto el nivel de control que ejercen los Alcaldes longevos políticamente, como es obvio, porque tal alarde ha servido para hacernos una idea del grado de compromiso existente con el principal grupo político en la Oposición de Gádor, donde los socialistas ni se han atrevido a pedirle al Alcalde que siga el ejemplo de su colega de Almería, como patético es el silencio que mantiene el PSOE en Roquetas de Mar y contar con el mérito de ser el único que no se ha pronunciado ante acontecimientos políticos que le afectan.
La renuncia a la Alcaldía de Luis Rogelio Rodríguez-Comendador ha servido para constatar que lejos de haber sido un gesto que le hubiera honrado políticamente, y que se convirtió en su sombra durante la legislatura municipal pasada, ha sido una huida hacia adelante sospechosa y que solo buscaba el refugio del aforamiento, al tiempo que ha provocado el cese de la demanda en este sentido en su rival político Juan Carlos Pérez Navas, al no entenderse en el seno del PSOE que pidiese la renuncia del Alcalde-Senador y ahora se haya convertido en el Portavoz-Senador con la persistente aspiración de acceder a la Alcaldía tras el 20-D.
Así, pues, el efecto de la renuncia de Luis Rogelio Rodríguez-Comendador a la Alcaldía de la capital ha sido cuádruple: de una parte, un loable gesto se ha convertido en huida por mor de los hechos; en segundo lugar, su compañero de escaño y colega en la Alcaldía, Eugenio Jesús Gonzálvez, le ha desdicho la razón de su renuncia; por otra parte, le ha dado paradójicamente un balón de oxígeno a su oponente socialista Pérez Navas cuando estaba siendo seriamente cuestionado por las bases del PSOE; y en cuarto lugar, ha evidenciado que siempre es mejor un escaño en una de las glorias legislativas que en purgatorio local.
Mención aparte ha servido también la renuncia de Luis Rogelio Rodríguez-Comendador para poner de manifiesto que los españolitos y españolitas de a pie debemos interpretar sistemáticamente lo contrario de lo que dicen nuestros gobernantes, como por ejemplo en el asunto que nos ocupa, sobre el que la bandera de la renovación que conllevaría la regeneración política se manifestaría en las candidaturas al 20-N, tal y como machaconamente proclamaban los dirigentes orgánicos de las dos principales organizaciones políticas.
El primero en proclamar la renovación fue el PSOE casi en pleno verano, y el resultado ha sido la candidatura de Pérez Navas al Senado y la de los Alcaldes socialistas más longevos de provincia al Congreso de los Diputados con la victoriosa Isabel Arévalo acumulando cargos electos hasta la saciedad. Y por último, el PP, con los dos candidatos mencionados como fieles ejemplo de renovación o su sinónimo de caras nuevas, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, del que nadie recuerda el primer juicio que hizo, y de Eugenio Gonzálvez, con algunos de sus últimos alumnos ya jubilados.
Ciertamente yo vengo sosteniendo incansablemente que la renovación política no cosiste en quitar a un personaje de 60 para poner a uno de 30, y que toda renovación conlleva una regeneración que supone cambiar los comportamientos, por lo que la renovación política supone, desde mi humilde punto de vista, en la generación de ilusión en la sociedad, en la solución de los problemas a los españolitos y a las españolitas de a pie, lo que conlleva erigirse en un referente social.
La efemérides y el ansiado final de un ciclo político será objeto de atención en otra reflexión política, pero antes señalaré que la renovación política en el PSOE y el PP están brillando por su ausencia y únicamente está llevando una tenue renovación de energías para que todo siga igual.
Sobre las listas o candidaturas que se han presentado al 20-D observo la ausencia de jubilados y jubilados, que electoralmente representarían a un amplio sector social pero que ante todo significaría la puesta en valor de la experiencia acumulada y recuperación de valores tradicionales, al tiempo que, con la que está cayéndonos en España, algo influiría positivamente en la resolución de la crisis económica que venimos padeciendo. Ni un jubilado que sería un candidato con la vida resuelta y muchos jóvenes y maduros buscando únicamente en la vida política lo que profesionalmente son incapaces de conseguir.