No son precisamente las obras que se están llevando a cabo en la práctica totalidad de las calles de pueblos y ciudades de la provincia de Almería lo que está provocando la desolación en las mismas sino uno de los efectos de la profunda crisis económica que padecemos, ya que podríase decir, abusando de la exageración andaluza, que no hay calle en la que no haya cerrado un establecimiento comercial.
Cuando comenzaba a aflorar la crisis económica señalé que los efectos de la crisis económica serían desiguales y hoy sigo pensado igual, toda vez que los ávidos están haciendo su agosto al estar aumentando su ya considerable patrimonio en tanto que un amplio sector de inmigrantes y otro de españoles se encuentran pasando dificultades y en algunos casos llegando a estar pasando serias necesidades que llegan hasta lo más elemental. Son las dos caras de la moneda que es la crisis económica, hambre por un lado y opulencia por otro.
No me voy a entretener en el segundo caso ya que su manifestación más expresiva y vulgar llega a ser, en algunos casos, hiriente, sino en el relato de los necesitados y en su utilización política como medio para conseguir alzarse con el Gobierno. Si bien es cierto que la situación de desempleo en una persona en edad laboral supone empezar a padecer un estado incomparable con el que posiblemente vivir antes de incorporarse a la vida laboral. Ni la edad ni las circunstancias se asemejan a la posible etapa que sirvió de preámbulo a su vida laboral.
En un sector de la población desocupada se está amortiguando los efectos de la crisis por la ayuda que están recibiendo de los familiares y amigos, en tanto que los inmigrantes desempleados son, en mi opinión, los que están alterando la convivencia estandari?ada del resto de la sociedad ante el elevado nivel desamparo en que se encuentran y la necesidad de sobrevivir que tienen.
Entre el sector inmigrante desamparado por el desempleo que padece existe quien opta por regresar a su país de origen ate la situación económica en que se hallan, pero los hay quienes no eligen la razonable salida del regreso como la mejor opción. Y entre los que se quedan se encuentran los elementos que mayor alteración están produciendo en la sociedad española, debiendo ser objeto de atención gubernamental por la psicosis social que están generando sus acciones.
Decía que relataba, porque establecer la relación directa entre inmigración y delincuencia podría resultar xenófobo y una lectura fácil de la situación creada, pero debo asegurar que es la creencia generalizada en la población española. Ya no son elementos individuales los que cometen los delitos sino cada vez con mayor frecuencia nos encontramos con que el número de bandas organizadas que se han formado para delinquir es mayor, y salvo la excepción que confirme la regla todas están conformadas por inmigrantes. También indicaba que me referiría a la utilización política que están siendo objeto los parados, que está siendo acaparada en su totalidad por el principal grupo político en la Oposición. Vengo insistiendo desde hace mucho tiempo en que el Partido Popular de Rajoy/Aznar/Arenas necesita una regeneración de su clase política dirigente, que pasa por una acción como la llevada a cabo por Don Manuel en el año 89 cuando al concluir la Legislatura de los Procuradores dieron un paso atrás y cedieron el testigo del que se vino a llamar Partido Popular a José María Aznar como cabeza de este proyecto político que aún sigue vigente y que ha tenido que venir el Señor Correa a provocar la ansiada renovación.
Durante la pasada Legislatura fue la lucha contra el terrorismo lo que monopolio la acción política del PP y en esta segunda Legislatura es la crisis económica. Resulta obvio que el agotamiento de ideas es subliminal en el PP, ya que o encuentran sus anquilosados dirigentes una idea como arma arrojadiza contra el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero. La situación de crisis que padece la economía española es evidente pero los españolitos de a pie nos preguntamos si el principal partido político en la Oposición no puede hacer algo por ayudar al Gobierno para salir de esta situación y o estar poniendo todas las trabas posibles y crear un estado de crispación social suficiente para que el sensiblero empresariado se muestre indeciso cuando receptivo a invertir ante tal estado de cosas.
Ciertamente resulta grato que una organización política se interese por un colectivo social en una situación agobiante pero no es menor cierto que este sector social sabe perfectamente que quien lo ha abocado a esa situación ha sido quien defiende la causa política que encarna el PP. Para razones tantas como colores, pero el desempleado lo ha sido por el empleador, por muy justificado que esté el desido laboral. Y enmarañarse en el tremebundo engranaje que supone la cadena del desempleado laboral no es una acción política que entrañe riesgo y esfuerzo sino una forma carroñera de sumar adhesiones, pero latente se encuentra la natural formación política de los desempleados.
Yo soy de los que piensan que la Segunda Transición acabó en 1995 cuando el Partido Popular accedió al Gobierno de la Nación y no cuando formó Gobierno el PSOE, ya que durante los Gobiernos de UCD se llevó a cabo la Transición Política propiamente dicha. Y con la suerte de haber concluido la Segunda Transición nos encontramos que con la mayor o menor gravedad que la actual crisis económica se han vivido situaciones que han tenido que afrontar anteriormente por lo que las recetas para combatir la misma situación son conocidas por los españolitos de a pie.
Justamente por eso es por lo que el sector de población desempleada sabe como afrontar la crisis económica con Gobierno del PP y como la sobrellevó con el PSOE. Y lo que se asegura es que con el PP se pasan momentos de mayor dificultad en el sector más débil de la población que los que se pasaron con el PSOE que es la principal connotación que diferencia a ambas filosofías políticas.