Por: DR. JOSE MARIA MANUEL GARCIA-OSUNA y RODRIGUEZ
–ILTMO. DR. DON JOSÉ MARÍA MANUEL GARCÍA-OSUNA Y RODRÍGUEZ
-Académico-Correspondiente de la Real Academia de Medicina de Asturias (Año-2013). RAMPA. IDE.
-Cofrade de Número de la Imperial Cofradía de Alfonso VII el Emperador de León y el Pendón de Baeza. (Creación año-1147). (Año-2011).
-Académico-Correspondiente de la Real Academia de Medicina de Castilla-La Mancha (Año-2023).
-Socio de Número de la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas. ASEMEYA. (Año-2011).
-Doctor en Medicina y Cirugía-“La Medicina en el Antiguo Egipto”. (Año-2023).
-Socio de Número de la Asociación de Hispanistas del BeNeLux. (Año-2021).
-Historiador de HISTORIA-16. (Año-2007).
-Académico-Correspondiente del Instituto de Estudios Históricos Bances y Valdés. (Año-2016).
-RESUMEN-
En este nuevo acercamiento al mundo de la Historia, dentro de mi espacio “Personajes de la Historia”, y en la Gaceta de Almería, que tanto representa ya para un servidor; hoy he decidido aproximarme a la gran batalla de la Antigüedad por antonomasia, CANNAS con mayúsculas, que siempre ha formado parte de la ejemplificación de una gran conflagración militar, en las grandes academias militares de La Tierra. Hasta tal punto es así, que si tras ella, el genial caudillo cartaginés se hubiese atrevido a cercar Roma, la Historia de la Humanidad hubiera dado un cambio de 180º, y la política se hubiese hecho desde las dos ‘CIUDADESNUEVAS’, la metrópoli tiria de Cartago/Kart Hadasht(814 a.C. Fundada por la princesa de Tiro, Dido/Elisat “La Errante”)o Cartagena/Cartago Nova (Conquistada por Publio Cornelio Escipión “Africano”, en 209 a.C.)/Qart Hadasht(227 a.C. Fundada por Asdrúbal Janto “el Bello”). Pero el hombre propone y la Historia dispone.
-BUSTO DE ANÍBAL BARCA “EL GRANDE”-
I.-LOS ANTECEDENTES EN LA BATALLA DE TRASIMENO-
Tras la apabullante derrota de las legiones de Roma en el lago Trasimeno (c. 21 de junio de 217 a.C.), en la que, como anécdota histórica, puedo indicar que, parece ser, que allí luchó un antepasado de Gayo Julio César [Gaius Iulius Caesar, Subura/Roma, 12 o 13 de julio de 100 a.C.-Roma, 15 o Idus de marzo de 44 a.C. asesinado por un complot político anticesariano], quien recibiría el apelativo de ‘CÉSAR’, por haber matado a un elefante de la milicia púnica en dicha batalla, y ese era el vocablo cartaginés alusivo al proboscídeo
Roma estaba sumida en el “terror y la confusión”. El pretor urbano llamado Marco Pomponio Matón (Marcus Pomponius Matho. Roma, post. 275 a.C.-Roma, Siglo III a. C. o 204 a.C.), desde las escaleras que daban entrada al Senado del SPQR, se dirigió a la plebe de Roma y con un profundo lamento anunció, sin ambages, que: “Hemos sufrido una grave derrota en campo abierto. ¡El peligro está próximo!”. Este personaje se haría famoso, por su crudelísima forma de ‘cazar’ a los sardos, los indígenas de la isla de Cerdeña, que se encontraban refugiados, huyendo de los romanos, en bosques y cuevas, ya en el año-231 a.C.
-BUSTO DE GAYO JULIO CÉSAR-
Unos cuatro mil caballeros de reserva, que pretendían incorporarse a las filas delcónsul Gayo Flaminio (¿Antigua Roma?-Batalla del Lago Trasimeno, 22 de junio de 217 a.C. Había sido cónsul en los años 223 y 217 a.C.), habían sido muertos o cogidos prisioneros. En esta batalla habrían muerto 15.000 romanos, y 16. 000 cogidos prisioneros; Aníbal Barca solo habría perdido unos 1.500 soldados.
II.-LA DICTADURA EN ROMA-
Por consiguiente, la gravedad de la situación conllevó que el Senado del SPQR (SENATUS POPULUSQUE ROMANUS) decidiera recurrir al cargo político del dictador/Dictator, quiéncomo jefe supremo, y al margen de la posibilidad de la más mínima crítica, sería el encargado de la dirección total de la guerra, y, obviamente, de tratar de llevarla a buen puerto.
Esta magistratura unía en sí misma el mando o poder o imperium de los dos cónsules, pero solo estaba vigente durante seis meses, y era la máxima jerarquía en Roma.
La plebe votó, pues, a Quinto Fabio Máximo Verrucoso “Contemporizador” (Quintus Fabius Maximus Verrucosus Cunctator. Roma ca. 280 a.C.-ibid., 203 a.C.), para este cargo político.
El segundo cónsul Gneo Servilio Gémino (Gneus Servilius Geminus, Antigua Roma, c. 257 a.C.-Cannas, 2 de agosto de 216 a.C.) no estaba en condiciones de acceder al nombramiento, ya que era condición sine qua non estar físicamente en la urbe capitolina y, en este momento histórico, Aníbal Barca “El Grande” (Hanni-ba’al o “quien goza del favor de Baal/el Señor”. Cartago, 247 a.C.-Gebze-Bitinia, 183 a.C. Envenenamiento-suicidio por intoxicación) le estaba cortando el paso, al dirigirse hacia el Este atravesando los montes Apeninos.
Sea como sea y, desde el principio, la táctica del nuevo dictador estaba siendo muy contestada en el Senado, ya que la orgullosa oligarquía romana consideraba que se debería derrotar, a cualquier precio, al genial militar púnico en una batalla campal en campo abierto, a pesar de las enormes derrotas ya sufridas; tanto en el río Tesino (noviembre de 218 a.C.), como en el río Trebia (18 de diciembre de 218 a.C.), y la ya citada del lago Trasimeno; los patricios senatoriales decidieron negarle, al dictador, el derecho inalienable a elegir a su segundo en el mando, imponiéndole comomagister equitum o jefe de la caballería o mariscal de la caballería, al ex-cónsul Marco Minucio Rufo (Marcus Minucius Rufus. Antigua Roma, Siglo III a.C.-Cannas, 2 de agosto de 216 a.C.), quien formaba parte de la patognomónica idiosincrasia política romana.
Para tratar de paliar la derrota del lago Trasimeno, se realizó la leva de cuatro nuevas legiones, dos provenientes de la propia Roma o urbanae, conformadas siempre al 50% por veteranos y noveles, y que se encargaban de la propia defensa de la urbe capitolina.
En estas condiciones, el dictador ordenó a Gémino que abandonase Ariminum/Rímini, y que se dirigiese hacia el Sur con las legiones XII y XIII, además de dos reforzadas la I y II; así Fabio Máximo las unía a las suyas la XIV y la XV y, ya, con todo este conglomerado militar se dirigió en busca del caudillo púnico.
Las tropas del Barca estaban descansando en la costa de Umbría, en las playas del mar Adriático. Una vez recuperados sus ánimos, y ya en condiciones de plantar cara a los legionarios de Roma, los africanos se dirigieron hacia el Sur, arrasando con fuego las cosechas que hallaban a su paso, la táctica de ‘tierra quemada’ era una grave decisión para arruinar a los romanos.
Llegados, pues, a la región de Apulia, el tacón de la bota de Italia, Aníbal puso en orden de batalla a sus tropas; mientras tanto, el dictador romano solo colocó a sus legiones en un terreno más elevado que las del cartaginés, como táctica militar; enviando, únicamente, a pequeños destacamentos para que molestasen a los exploradores y forrajeadores de Aníbal. Sea como sea, al púnico este comportamiento del romano le estaba desconcertando, y resultando francamente molesto, ya que el cartaginés prefería la táctica del todo o de la nada, que se dirimiera en una definitiva batalla campal, por lo que esta guerra de posiciones no le gustaba absolutamente nada, por ser agotadora para llevar a buen puerto sus planes.
-MONEDA DE MAGÓN BARCA-
III.-LA CAMPAÑA DEL AGER FALERNUS-
Aníbal decidió, por lo tanto, provocar al dictador del SPQR, para ello se volvió hacia atrás, en dirección hacia el Oeste, atravesó, nuevamente, los montes Apeninos, y por Beneventum/Benevento, y la región de la Campania, llegaría hasta el ager Falernus o monte Calícula, fértil valle de la Campania rodeado de montañas, estamos en el verano del año-217 a.C.
El aprovisionamiento sería cuantioso, y el resto pasto para las llamas del fuego. Este comportamiento Bárcida debería o, cuanto menos se pretendía, que pusiese muy nerviosos a los aliados de Roma; aunque, en este momento narrado, las defecciones de los confederados con Roma fueron casi nulas, y Fabio Máximo no planteó ninguna batalla, aunque Minucio Rufo y sus oficiales, los tribunos militares, siguieron presionando al dictador.
En este momento histórico, el caudillo púnico no podía invernar en el ager Falernus; el lugar adecuado debería ser otro, y el sitio escogido sería Alifae/Alifas. El romano había situado cuatro mil legionarios en el desfiladero, dejando al resto de su milicia oculta y preparada, para que estuviese dispuesta a caer sobre el desprevenido militar cartaginés, cuando este comenzase a moverse.
Aníbal comprendió que estaba acorralado; para evitaréstacomprometida situación, el caudillo púnico reunió unas 2.000 cabezas de ganado bovino, a las cuales les ató fardos de madera en los cuernos; cuando se acercaba la madrugada, ordenó prender fuego a la madera y, entonces, los animales salieron en desbandada y despavoridos.
Entonces, los romanos se vieron deslumbrados por aquellas luces, y abandonaron el paso, dirigiéndose hacia lugares más elevados, para desde allí intentar evitar que aquellas “extrañas luces”, que interpretaban podían ser los púnicos, pudiesen escapar. Desierto, ya, el desfiladero, los africanos pasaron sin ningún tipo de problema por aquel paso.
- Fabio Máximo se quedó estupefacto, cuando se enteró del triunfo de la añagaza de Aníbal Barca, pero no salió de su campamento, y solo decidió reanudar la persecución del ejército enemigo cuando llegasen las luces del alba. Aníbal se dirigió, pues, al norte de la región de la Apulia, y estableció sus cuarteles de invierno en las inmediaciones de la urbe de Geronium.
-MONEDA DE MARCO MINUCIO RUFO-
Este es el momento histórico en el cual el Senado de Roma llamó a capítulo, muy seriamente, a su Dictador, por la enorme oposición que en la Alta Cámara de Roma generaba la actitud tan pasiva de su actual caudillo militar.
Será, por consiguiente, en este momento histórico, cuando lo califiquen con el apelativo, no muy positivo, de ‘CUNCTATOR’, decir el ‘Contemporizador’.
El comandante de la caballería, Marco Minucio Rufo, se quedó sobre el terreno, para seguir los pasos de la milicia púnica, quien en el ínterin ya había conseguido conquistar, al asalto, a la citada ciudad de Geronium, tras haber masacrado a la pertinente guarnición romana. El púnico dejó a una tercera parte de su milicia vigilando el campamento, mientras el resto forrajeaba anegando provisiones para el próximo invierno.
Aníbal Barca tenía ganas de guerra, por lo que aceptó el desafío de M. Minucio, permitiéndole una pequeña victoria, de la que siempre se jactaría el pretencioso magister equitum romano. Hasta tal punto fue así, que la propaganda contraria al Dictador Q. Fabio, hinchó el triunfo en la publicidad realizada dentro de la propia urbe capitolina; y el Senado decidió, entonces, equiparar el poder o el mando o el imperium de ambos militares.
«Fabio se vio entonces ante un gran obstáculo que le impedía dirigir a los hombres como mejor considerara. De vuelta en Apulia, propuso a Minucio que o se repartían el mando de todo el ejército por días alternos, o lo dividían en dos y actuaban de manera independiente. Minucio se decantó por esta última opción. Y ocurrió que, en un intento de caer sobre Aníbal cerca de Geronium, su ejército estuvo a punto de ser aniquilado si no hubieran intervenido las tropas de Fabio. Minucio, humillado y contrito, se vio obligado a aceptar la reunificación de los ejércitos. Como el año estaba ya bastante avanzado y la época de guerra había tocado a su fin, cada uno se retiró a sus cuarteles de invierno» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 61).
IV.-LA ESTRATEGIA SENATORIAL ROMANA DEL AÑO-216 A.C., Y GA YO TERENCIO VARRÓN-
«El ejército de Aníbal, tras cruzar los Alpes, pasó a Italia en la primera mitad de noviembre del 218 a.C. el primer choque con los romanos se redujo a una escaramuza de cierta entidad entre las caballerías junto al río Tesino (1), y la victoria se la adjudicó el cartaginés. La primera batalla en campo abierto se libró el 22 de diciembre, en el río Trebia (2), donde también fueron derrotados los romanos, sufriendo unas pérdidas de entre 15 .000 y 20.000 hombres. Aníbal pasó el invierno en el valle del Po (3). En la primavera cruzó los Apeninos, probablemente por el Passo Della Collina (4), y pasó a Etruria. Marchó hacia el sur a través del cenagoso valle del Arno, y cuando llegó a la altura de Flaminio lo siguió, y el 25 de junio Aníbal consiguió tenderle una emboscada en el lago Trasimeno (5). El cónsul murió, y con él cayeron 15 .000 de sus hombres, y un número similar fue hecho prisionero. Reanudó su marcha hacia el sur y volvió a cruzar los Apeninos, esta vez en dirección a la costa Adriática. En Pescara descansaron y repusieron fuerzas. Más avanzado ya el verano, volvieron a ponerse en marcha en dirección sur, hacia Apulia, devastando a su paso los fértiles campos. La llegada de Fabio, y su reticencia a trabar batalla cuando Aníbal se la ofrecía, obligaron al cartaginés a modificar la ruta. Se dirigió al oeste, hacia las colinas del país de los samnitas, atravesó la región de Benevento y, siguiendo una ruta desconocida, pasó a Apulia, en la llanura de Capua (6). Aníbal ordenó a sus hombres que practicaran el pillaje e incendiaran la comarca con la intención de provocar a Fabio para hacerle salir de las colinas de los alrededores y bajar al campo de batalla. Pero Fabio no cayó en la trampa. La temporada bélica tocaba a su fin, y Aníbal tenía que volver a Apulia con su ejército para establecer allí sus cuarteles de invierno, pero las legiones romanas lo vigilaban desde las colinas circundantes, y eso le impedía salir de la llanura y cruzar de nuevo los Apeninos. No obstante, recurrió a una de sus famosas tretas, engañó a Fabio y consiguió escapar. Volvió a cruzar las montañas y se dirigió a Geronium (7), en el norte de Apulia, para aprovechar la última cosecha de trigo. Allí pasó el invierno, con seis legiones romanas bajo el mando de Gemino y Régulo merodeando por los alrededores, y se decidió a reemprender la marcha en junio del 218 a.C. Se dirigió hacia el sur, a Cannas (8), donde en agosto del 216 a.C. derrotó a un ejército romano formado por ocho legiones» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 63).
-MONEDA DE AMÍLCAR BARCA-
En el mes de diciembre del año 217 a.C., la dictadura de Q. Fabio Máximo cumplía sus seis meses preceptivos. En Roma las intrigas eran constantes. Pero, para substituir al fallecido Gayo Flaminio sería cónsul suffectus o substituto el plebeyo Marco Atilio Régulo (Marcus Atilius Regulus. Antigua Roma, c. 263 a.C.-¿?, 216 a.C.), mientras que el primer cónsul sería Gneo Servilio Gémino (Cn. Servilius Geminus. Antigua Roma, c. 257 a.C.-Cannas, 2 de agosto de 216 a.C.).
El influjo del patriciado romano era de tal calibre y categoría, que hasta decidían cual era la estrategia militar a seguir en la guerra; por lo que los nuevos cónsules propusieron una táctica diferentey más belicosa, que la dilatoria y contemporizadora de Q. Fabio Máximo. Como esta nueva política de ataque fue otro fracaso, la oligarquía senatorial se exoneró de toda responsabilidad, sobre lo que pudiera pasar con el problema púnico.
Las críticas senatoriales se dirigieron, entonces, contra el nuevo cónsul del 216 a.C., Gayo Terencio Varrón (Gaius Terentius Varro. Antigua Roma, ¿?-Siglo II a.C., ¿?), a quien Tito Livio (Titus Livius. Patavium/Padua, 59 a.C.-Patavium/Padua, 17 d.C.) dedica los epítetos más peyorativos
«Según Tito Livio, Varrón era un hombre de origen abyecto, ‘hijo de un carnicero’, que había subido al poder manipulando a la plebe con su demagogia, alimentando las exigencias políticas de esa facción heterogénea denominada ‘popular’. El brazo derecho de Varrón era Bebio Herenio, en cuya boca Tito Livio pone unos horribles discursos antisenatoriales. El historiador romano pone todo su empeño en dejar claro que esta elección provocó ‘la más amarga disensión entre el orden senatorial y la plebe’. En cualquier caso, este ‘partido del pueblo’ triunfa sobre los nobiles y Varrón es elegido cónsul, derrotando a tres candidatos aristócratas y a dos plebeyos, candidatos que, enfatiza Tito Livio, ‘debían su ascenso en la escala social a haber desempeñado magistraturas públicas’. Este breve resumen del relato del historiador romano basta para comprender que, salvo en el caso de compartir sus intereses espurios, es preferible considerarlo a cierta distancia» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 64).
En el Senado las decisiones las tomaban los ‘nobiles’ de la Curia, y lo que la plebe pensase no tenía la más mínima trascendencia. Y, aunque en el Derecho Romano, el Senado era una cámara asesora de los cónsules, en la realidad palpable era el gobierno de facto del SPQR. Los cónsules eran elegidos por la votación de todos los ciudadanos romanos, en lo que se denominaba como los comitia centuriata, por lo que ningún cónsul era elegido sino contaba con el apoyo de los senadores.
-MONEDA DE ASDRÚBAL BARCA-
Será, por consiguiente, en este hecho histórico, cuando G. Terencio Varrón obtuvo los votos suficientes como para ser elegido y, para ello, le fue necesario obtener el apoyo de, cuanto menos, un par de familias patricias.
Cuando un patrono senatorial apoyaba a un cliente, lo que pretendía era obtener del mismo un apoyo favorecedor para sus intereses; más, si cabe, cuando Tito Livio describe la carrera política o cursus honorum de T. Varrón de modo y manera de lo más ortodoxa posible, desde cuestor de la plebe (magistrado encargado de recaudar los impuestos); pasando por edilde la curia (magistrado a cuyo cargo estaban las obras públicas) y, por fin, como pretor urbano (encargado de la administración de justicia).
La experiencia para la milicia de Roma se le supone, ya que era absurdo el que entonces hubiese obtenido el nombramiento para el consulado, más en el caso de que con la suspensión de la Lex Genucia, del año 217 a. C. era ilegal ser cónsul sin tener experiencia militar.
Además, de que, a pesar de la estrepitosa derrota sufrida en Cannas, la curia de Roma le siguió distinguiendo con su servicio, ininterrumpido, hasta el año 200 a.C., tanto como soldado como político.
- T. Varrón se encargó del cumplimiento de los imperia del dictator, Q. Fabio y de su jefe de caballería M. M. Rufo, teniendo ambos el mismo valor; y en este momento histórico ya era pretor, aunque más volcado en su apoyo hacia M. Minucio Rufo, en su afán de recurrir a una estrategia claramente de ataque.
Cuando recibió la censura política en el Senado, siempre lo sería por parte de los que apoyaban a Fabio.
A la par, el tribuno-plebeyo (año-216 a.C.)Quinto Bebio Herenio, que estuvo apoyándole en la campaña política al consulado, era junto a la familia de los Escipiones y la tan poderosa de los Emilios, el partido más beligerante contra Aníbal.
Tanto los Emilios como los Escipiones estaban coaligados para acabar, políticamente, con Quinto Fabio Máximo, y su dilatoria política militar. Como es de rigor para su prepotente mentalidad, estaban convencidos de que Aníbal Barca solo podía ser aplastado en una batalla en campo abierto. En estas circunstancias, llegaron a la convicción de que M. T. Varrón era su hombre para la guerra.
El segundo cónsul ya sería, directamente, uno de los suyos, aunque un poco más medroso para poderse enfrentar, en igualdad de condiciones y directamente, al genial militar cartaginés, sería Lucio Emilio Paulo (Lucius Aemilius Paullus. Antigua Roma,¿?-Cannas, 2 de agosto de 216 a.C.).
Una vez elegidos ambos, se comenzó a intentar recuperar la iniciativa para poder derrotar al caudillo cartaginés. Fabio estaba convencido de que Aníbal era un genio militar imposible de ser derrotado en campo abierto o en una batalla campalsensu stricto.
V.-LAS MOVILIZACIONES LEGIONARIAS DE ROMA-
El prepotenteorgullo romano consideraba este concepto contemporizador inaceptable, y se tomaron las medidas oportunas para que la iniciativa bélica, a partir de ese momento histórico de conflagración, conllevase que el predominio victorioso fuese el de las águilas de Roma y no el de los elefantes de Cartago.
Para ello, se prorrogó el mando de Servilio Gemino y de Atilio Régulo, aunque le les dejó claro que, en ninguna circunstancia, aceptasen las provocaciones de lucha realizadas por la manera de combatir del púnico, salvo que fuesen las legiones del SPQR las que decidiesen donde, cuando y como luchar:
«Esta decisión del Senado, que con toda seguridad resolvería todo de manera favorable, solo puede explicarse como resultado de la voluntad colectiva de salir al encuentro de Aníbal y enfrentarse a él en esa ‘decisiva’ batalla, de la que, en opinión de Fabio, Roma no tenía posibilidad alguna de salir bien parada» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Págs. 65 y 66).
El Senado de Roma “dando un paso que los romanos nunca antes habían dado”, ordenó que fuesen movilizadas hasta ocho legiones, para que de esta forma se pudiese celebrar una auténtica y definitiva batalla campal contra los púnicos, y así conseguir derrotar, sin la más mínima apelación posible, a la complicada milicia de los africanos.
El problema para los romanos estribabaen que aquellos soldados-legionarios reclutados nunca habían sido llamados a filas.
Por consiguiente, y, como era de esperar, a los pueblos aliados o socii se les exigió un número equivalente de soldados de infantería, y tres unidades de caballeros por cada dos de los romanos.
Por lo tanto, el número total de soldados puestos en pie de guerra por Roma sería el de unos ochenta mil soldados.
-JURAMENTO REALIZADO POR ANÍBAL BARCA EN PRESENCIA DE SU PADRE-
Además, las legiones XVIII y XIX fueron enviadas a la Galia Cisalpina, para poder presionar a los pueblos celtas de la zona y, de esta forma, manu militari, evitar que Aníbal Barca pudiese reclutar soldados entre ellos. Lo paradójico del hecho es que tanto los legionarios de esas dos, como los homónimos de la XX y la XXI que se dejaron acuarteladas en la propia urbe capitolina, para su protección, no estaban lo suficientemente entrenados o capacitados como para poderse enfrentarse al genial caudillo púnico.
El resto de las tropas legionarias fueron enviadas al hinterland de Geronium, que era donde estaban situados los cuarteles de invierno de los africanos, para rodearlos; conformadas estas tropas por unos treinta mil infantes y mil ochocientos caballeros; a ellos se unieron dos mil setecientes entre infantes y caballeros de los aliados o socii o aliados latinos.
El tirano Hierón II de Siracusa (Siracusa, 306 a.C.-REINADO entre 270 a.C. hasta 215 a.C.) envió unos mil honderos y saeteros. Por consiguiente, en total y en torno a Geronium, los romanos congregaron 60.000 infantes y 4.500 caballeros, y sumados los efectivos de la XVI y XVII legiones.
El total indicado por Polibio de Megalópolis (Megalópolis-Grecia, 200 a.C.-idem, c. 120/118 a.C., por una caída de caballo) sobre el ejército romano que contendió en Cannas, que sería el de 80 mil infantes y 6 mil caballeros, es totalmente correcto.
VI.-EN DIRECCIÓN HACIA CANNAS-
Aníbal siguió vegetando en sus cuarteles de invierno hasta los comienzos del mes de junio, que era el momento en el que se podía realizar la recolección del trigo, y así poder alimentar a sus soldados.
Por fin, ya estaba en condiciones el Bárcida de dirigirse, de forma acelerada, hacia una fortaleza en ruinas, en dirección al meridión de Italia, que se llamaba Cannas, y que estaba situada a 120 kilómetros de Geronium. En dicha ciudadela existían todo tipo de víveres, y en cantidad abundante, ya que allí era donde lo almacenaban los romanos a título de ser sus reservas.En la llanura colindante se podía forrajear de forma ilimitada.
Roma, entonces, tuvo que buscar nuevos proveedores diversos de grano, sobre todo en Cerdeña y en Sicilia además de los más habituales de la Apulia. Por lo tanto, el genial caudillo cartaginés tenía ya la certidumbre de que era preciso y necesario que los enemigos trabasen, lo más pronto posible, un combate a muerte definitiva en campo abierto.
“Hacer cuanto estuviera en su mano para que el enemigo trabase combate en campo abierto”.
Aníbal estaba seguro de que los romanos le plantarían cara en el Sur peninsular. Enterado el Senado de que el Bárcida ya se había movido, ordenó a Gemino y a Régulo que esperasen a que las tropas consulares se les acoplasen. Sea por lo que sea, los dos oficiales de Roma se pararon y decidieron que era preciso mantenerse a una más que prudente distancia de la astucia militar annibálica, y así evitar que los emboscase.
Entonces, Varrón y Paulo salieron de la urbe capitolina para reunirse con los anteriores citados. Se sabe que, en el discurso de despedida, Máximo pronunció terribles consecuencias al hecho bélico, que se anunciaba ya, contra Aníbal Barca, lo que conllevaría un desastre inevitable.
«Si Varrón procede, como jura que hará, a atacar a Aníbal, si tal cosa ocurre -oíd bien lo que digo-, entonces tendremos un nuevo Trasimeno, aún más terrible que el primero, o yo no soy un soldado y no sé nada de esta guerra ni de quién es Aníbal»(“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 69; Apud TITO LIVIO, “Ab Urbe Condita”).
Quinto Fabio Máximo no se dirigía, en su diatriba dialéctica, contra la personalidad consular de Gayo Terencio Varrón; ya que eso chocaba con el muy desarrollado sentido de grupo social que tenían los romanos, y más contra sus enemigos declarados; sino en contra de la forma de conducir la guerra.
Fabio era un hombre valeroso y vehemente, y no estaba acostumbrado a estarse callado cuando se discutía algo en el Senado.
-BUSTO DE MARCO ATILIO RÉGULO-
Pero, la equivocada decisión de presentar batalla campal contra Aníbal, en Cannas, no dependió de Varrón sino del quorum absoluto del Senado de Roma, que era tanto como decir lo que definía al SPQR.
Cuando los cónsules se unieron a los legionarios de Minucio y a Régulo, el ejército de Roma era tan imponente, que tardaron dos días en movilizarse, y se dirigieron hacia el Sur a dos días de llegar a Cannas, por la llanura del hinterland de Foggia-Arpi.
«La información proporcionada por Polibio sobre este punto quizá pueda ayudar a resolver la eterna cuestión sobre la situación del campamento de Aníbal. ‘Al segundo día (29 de julio) divisaron a los cartagineses, y establecieron el campamento a unos 8 km’»(“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 70; Apud POLIBIO, “Historias”).
Los romanos, a pesar del viento llamado el Volturno (viento cálido del sureste, el actual Siroco), que les provocaba una muy mala visibilidad, observaron el campamento de los púnicos ya con bastante nitidez. Entonces, el cónsul Emilio Paulo, según refiere Polibio, acampó con sus legiones: “con la posición de Aníbal a la vista”. Los legionarios de Roma tenían un conocimiento exhaustivo sobre donde estaban los problemas terrenales, o sobre el terreno, para poderse enfrentar a los africanos.
«Paulo hizo ver que el terreno que los rodeaba era llano, sin árboles, y que, a su juicio, no debían presentar batalla a Aníbal en él, ya que su caballería era superior, sino que debían llevarlo a un terreno donde la infantería decidiese la suerte del combate» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 70; Apud TITO LIVIO, “Ab Urbe Condita”).
Pero, como ya era habitual, la prepotencia y el orgullo de Roma despreciaron, sin más, el terreno escogido y la táctica bélica de Aníbal Barca. Era preciso que en el lugar del combate se pudiese aplastar, ya, a la caballería númida dirigida por Maharbaal, el primo-carnal de Aníbal y, luego, dejar el terreno preparado para que la infantería pesada romana pudiese rematar la faena sobre la homónima de los púnicos, ya bastante inferior en número.
El plan de los romanos era el de siempre, y de una simpleza espectacular; pero, para conseguir su ejecución positiva era preciso estar por encima de la inteligencia de los caudillos enemigos y, en este caso que nos ocupa, enfrente se encontraba el más grande de aquel momento histórico, y que era Aníbal Barca “el Grande”.
Incluso el vilipendiado M. T. Varrón estaba capacitado para comprender ese plan del SPQR, aunque fuese humillado historiográficamente, tanto por Tito Livio como por Polibio, por considerar ambos historiadores que: “tenía poca experiencia militar”; algo totalmente absurdo, ya que Varrón se había pasado tres largos años luchando en la segunda guerra de Iliria (220 a.C.-219 a.C.) contra el Rey de Iliria Demetrio de Faros (Hvar/Croacia, Siglo III a.C.-Mesene, 214 a.C.), bajo las órdenes del propio Emilio Paulo.
Cuando estaba en su exilio macedónico, como consejero del Rey Filipo V de Macedonia, recibió la información de la victoria de los púnicos en Trasimeno (217 a.C.), y, entonces aconsejó al soberano macedónico que centrase su atención en el oeste, y apoyase al Bárcida. Polibio escribe sobre las palabras de Demetrio:
«La Grecia toda obedece ya ahora vuestras órdenes y las obedecerá en adelante; los aqueos han entrado de voluntad en vuestros intereses; los etolios entrarán de miedo con lo que han sufrido en la guerra presente; con que solo el paso a Italia puede seros el principio para la monarquía universal. El proyecto a nadie cuadra mejor que a vos, y la ocasión es ahora, que están arruinados los romanos».
Tanto Tito Livio como Polibio describen sendas escenas, en las que tanto Varrón como Paulo disienten de forma furibunda sobre las medidas que habría que tomar para poder aplastar, de forma inmediata, a la milicia de Aníbal Barca.
-BUSTO DEL CÓNSUL PUBLIO CORNELIO ESCIPIÓN “AFRICANO”-
«En efecto, según ambos autores, el berrinche que el bisoño Varrón, un verdadero cabeza cuadrada, coge contra el prudente y bragado Paulo es lo que provoca el desastre de Cannas, por lo que Paulo está libre de culpa, pero no así Varrón. Si, como era costumbre entre los cónsules, estos dos hombres ejercían su mando en días alternos, échese una ojeada a la estadística. Porque, tal y como estos autores relatan los hechos, todos los errores, e incluso la misma batalla, coinciden con los días en que el mando del ejército correspondía a Varrón» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 71).
VII.-LAS CONDICIONES, LAS OPINIONES MILITARES, Y LAS TÁCTICAS DE AMBOS CÓNSULES-
Los historiadores citados se empeñan en culpabilizar constantemente al cónsul plebeyo, de la terrible derrota en Cannas, aunque no se sabe quién estaba aquel día al mando de las legiones, y si estuviese Emilio Paulo, por tocarle el mando en esa jornada, su derrota y su muerte subsiguientes, caerían, de forma oprobiosa sobre la propia familia de Lucio Emilio Paulo.
Polibio sigue defendiendo a Paulo: «Todas las miradas estaban puestas en Paulo, y que todas las esperanzas estaban depositadas en su destreza y experiencia» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 72).
Tanto Polibio como Tito Livio indican: que el malhadado día de la debacle de Cannas era Paulo el que comandaba a la caballería, y Varrón ostentaba el mando general.
-BUSTO DE ANÍBAL BARCA “EL GRANDE”, DE JOVEN-
«Aquel día, prosigue Polibio, Varrón “levantó el campamento y dio la orden de acercarse al enemigo (…), a pesar de que Paulo, dando grandes muestras de contrariedad, trataba de disuadirle”. Es curioso observar que el historiador griego se cuida de no decir abiertamente lo que está dando a entender: que Varrón había puesto en pie al ejército para atacar a Aníbal. De lo contrario, sería inexplicable la reacción de Paulo, puesto que, como ya se ha visto, se había opuesto a combatir en aquel terreno. Pero conviene recordar que esta versión de los hechos se construye sobre la premisa de que Varrón era un ignorante en materia castrense, hipótesis poco plausible. Por lo tanto, se ha de desestimar que Varrón, al poner en marcha el ejército, lo hiciese para atacar a Aníbal. Entonces, ¿qué pretendía?»(“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 72).
Se puede colegir que Marco Terencio Varrón pretendía establecer dos campamentos, antes de comenzar la batalla, pero que no lo hizo y dejó la responsabilidad del hecho a Lucio Emilio Paulo, ya al día siguiente.
Sea como sea, Aníbal Barca lanzó a la infantería ligera y a la caballería contra los romanos y, entonces, M. Terencio Varrón le plantó cara, adelantando a su infantería pesada apoyada por la caballería. Esta forma habitual de combatir ya la conocía el púnico, y sabía cómo derrotarla.
El hecho consistía en que mientras las dos primeras legiones formaban en orden de batalla, el resto de los legionarios se encargaban de acondicionar su campamento, cuya construcción duró hasta el anochecer. Por consiguiente, los romanos ya tenían construidos sus dos castros, rodeando a las tropas africanas del Bárcida, el más numeroso en la orilla Norte, y el más pequeño en la ribera meridional; de esta forma dificultaban, enormemente, el forrajeo de los cartagineses.
Los dos cónsules romanos querían que las condiciones y los resultados de la batalla fuesen marcados por ellos. Y en esto los dos cónsules estaban en un acuerdo absoluto; no obstante, siempre persisten las dudas sobre quien estaba al mando de la milicia global de Roma el pavoroso día de la terrorífica derrota de Cannas; y esto seguirá, indefinidamente, en el análisis de los historiadores; ya que, si la batalla tuvo lugar 72 horas después de levantar sus dos campamentos, entonces el mando ya correspondería a Lucio Emilio Paulo.
Según, Polibio, la confrontación bélica tuvo lugar en la orilla meridional del río Aufidus-Ofanto. Tanto los legionarios romanos como las tropas púnicas cruzaron el río antes de la batalla. El 31 de julio, el caudillo cartaginés arengó a sus soldados para que estuviesen preparados para la inminente confrontación. El 1 de agosto, las tropas africanas se desplegaron en orden de batalla, ahora ya en la orilla norte del río. De forma sorprendente, los romanos todavía seguían acuartelados; pero, entonces, los cónsules prepararon a sus legiones para la lucha del previsto 2 de agosto del año 216 a.C.
En el momento de la batalla de Cannas, Roma disponía de 17 legiones; por lo tanto,alrededor de 300.000 soldados, incluyendo legionarios y aliados. En dicha batalla murieron alrededor de unos 50.000 romanos, fue un desastre de gran magnitud.
Al alba del 2 de agosto, las tropas del SPQR ya salieron de sus castros. En los cuarteles permanecieronlos triarios, en número de 10.000 para salvaguardar los cuarteles, quienes eran los legionarios más veteranos y experimentados, siempre estaban en la retaguardia como reserva para el caso de crisis grave, utilizaban una larga lanza, el glaudius (longitud de medio metro, hoja recta y ancha de doble filo) y dos dardos emplomados.
En la Roma de la Antigüedad existía un refrán, por el que se medía el grado de enconamiento de la lucha: ‘la pelea llegó hasta a los Triarios’.
Los cónsules, entonces, desplegaron, pues, a 70.000 soldados en orden de batalla, en la deseada tierra de su elección, que era la llanura delimitada por el río Ofanto al Norte, y por la línea de colinas que rodeaban a la ciudadela de Cannas al Sur. El ala derecha estaba comandada por Lucio Emilio Paulo, y conformada por unos 1.600 caballeros; así pensaba delimitar la maniobra, ya en campo abierto, de la caballería númida de Maharbaal. En el otro lado se encontraba el otro cónsul, con 4.800 caballeros conformados por los aliados.
-BUSTO DEL HISTORIADOR POLIBIO DE MEGALÓPOLIS-
«El extremo izquierdo de sus filas limitaba con el pie de las colinas que se alzaban al sur, quedando así conjurado el riesgo de una maniobra envolvente en esta ala. Paulo pensaba que de esta manera la caballería cartaginesa tendría que limitarse a cargar frontalmente contra la suya. Es decir, que la misión de la caballería romana y aliada consistía en aguantar el empuje de la caballería enemiga, impidiendo a cualquier precio que rompieran la línea romana. En vista de ello, debieron formar en columnas de al menos diez hombres de profundidad cada una. Si se concede una distancia de unos 2 m. entre uno y otro jinete, así como una separación prudencial entre las distintas turmae, la línea de la caballería del ala derecha debió extenderse tan solo entre 575 y 600 m., y la del ala izquierda, unos 1.725 m. No debía ser, por tanto, una formación cómoda para moverse, y dejaría al descubierto la pequeña extensión del segmento de la línea romana que ocupaban. Paulo asumía estas desventajas por considerar que los jinetes, aunque se limitaran a encajar el ímpetu de la caballería cartaginesa y fueran retrocediendo paulatinamente, permitirían a la infantería pesada, situada en el centro de la línea, hacer valer su gran ventaja numérica y romper la línea enemiga»(“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 77).
La formación de la milicia romana era mucho más compacta de lo habitual, con los manípulos (compuesta por dos centurias de ochenta soldados cada una. Cada cohorte estaba formada por tres manípulos, y diez cohortes formaban una legión) varias veces más profundos que anchos, con una tal situación de proximidad entre un soldado y el siguiente, que solo existían unos 90 centímetros; y cada legión ocuparía unos 90 metros. Por lo que, el total longitudinal de la milicia del SPQR sería de unos 3.000 metros, aunque en situación oblicua.
Lucio Emilio Paulo habría colocado, por consiguiente, a los veteranos de la batalla de Trebia en el centro, los flancos estarían defendidos por la infantería pesada de los aliados comandada por Gemino y Minucio. En suma, pues, las fuerzas de Roma estarían compuestas por unos 55.000 soldados, por delante irían, más o menos, unos 15 .000 exploradores.
La milicia de Aníbal Barca se desplegó con toda rapidez, y de esta forma poder cruzar el río lo antes posible, precediendo al grueso de las tropas africanas los eficaces honderos y saeteros de las Islas Baleares, y detrás de ellos iba la infantería pesada cartaginesa. En total, 40.000 infantes y 10.000 caballeros. El genial estratega púnico trató de conservar vivos, como fuera, a los 10.000 hispanos y 6.000 africanos, que ya habrían demostrado su valor en la supervivencia alpina.
Al comprobar lo gigantesco de la milicia romana, algunos oficiales cartagineses se sintieron aterrorizados, entre otros se cita a un oficial cartaginés llamadoGiscón/Gisgón:
«Y que fue Gisgón quien osó poner palabras a aquella sensación. Aníbal, absorto, apenas se volvió para contestarle: “Hay algo, Gisgón, de lo que no te has dado cuenta”. “¿El qué señor?” -preguntó Gisgón-. “En toda esa turba que ves ahí enfrente, no hay ni un solo hombre que se llame Gisgón” -respondió el general cartaginés-. Estalló un coro de carcajadas homéricas. De boca en boca, en un momento, todos los soldados supieron de la escena. Ahora avanzaban tranquillos y confiados hacia el combate. Gracias a esta anécdota es posible hacerse una idea del estado anímico de Aníbal en el umbral mismo de la mayor batalla de su carrera. Lo que primero se advierte es una confianza ciega en sí mismo. Sólo resta suponer que el general cartaginés intuía el plan romano; que, consciente de la magnitud de aquel ejército y de lo previsible de sus tácticas, ya le tenía cogida la medida y sabía muy bien lo que debía hacer. Las pocas instrucciones que dio en el último momento, a la vista ya de la línea enemiga, pueden compararse con el músico que, justo antes del concierto, afina su instrumento» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 80).
En ellado izquierdo del ejército púnico, Aníbal colocó frente a Lucio Emilio Paulo a otro general cartaginés llamado, asimismo, Asdrúbal, que comandaba a la caballería pesada hispana y celta, y de esta forma conseguiría borrar del mapa bélico a los caballeros del ala derecha de Roma; la indubitable pericia de este comandante cartaginés es de tal calibre, que tiene una importante capacidad militar al conseguir maniobrar, a pesar de la situación del río.
Como en anteriores ocasiones, el genial Maharbaal sería quien estaría al mando de la eficacísima caballería ligera númida, luchando en el ala derecha en contra de la caballería romana de los aliados; por ello, para que los enemigos no supiesen lo que iba a hacer, Aníbal les ordenó que recurriesen a sus particulares modos de lucha númida, con sus más que inteligentes ardides.
La infantería hispana y celta situada en compañías alternas formó la línea central. Los soldados fácilmente sacrificables serían, como siempre, y por su forma atrabiliaria de luchar, los celtas. La formación púnica debería avanzar en una forma de línea convexa y no recta. De esta forma, el caudillo cartaginés pretendía retrasar el momento del ataque, que estimaba sería furibundo, por parte de la infantería romana; por ello, el planteamiento le permitiría sacar al campo de batalla a su mejor cuerpo de ejército, y que no era otro que la infantería pesada africana. Aníbal y su hermano pequeño Magón Barca (Cartago, 243 a.C.-Mar Mediterráneo, 203 a.C.) formaron a dichos soldados en dos columnas, tras la caballería de cada ala.
-MONEDA DEL CÓNSUL LUCIO EMILIO PAULO-
«En cada fila de ambas columnas había un guía, que ocupaba la posición extrema interior de la misma. Así, con que cada hombre girara 45 grados sobre su propio eje vertical, ambas columnas se convertían en sendas falanges. Nada induce a pensar que Varrón y Paulo no estuvieran convencidos de que la victoria se decantaría de su lado. Por primera vez Roma había tomado la iniciativa. No sólo habían elegido el lugar, sino que también habían acudido con una tropa tan numerosa, que no tendrían ningún problema para imponerse al cartaginés. Sólo les inquietaban aquellas nubes de polvo de Apulia que levantaba el Volturno, obligando a los legionarios a parpadear y frotarse los ojos para ver bien» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 81).
VIII.-COMIENZA LA BATALLA-
Tanto los soldados hispanos como los celtas o los latinos prorrumpieron en un ensordecedor griterío; golpeando con fuerza sus escudos, el ruido era horrísono. Tras un rápido intercambio de hondas y saetas, los exploradores romanos y púnicos cargaron unos contra otros. Los más que eficaces honderos baleares comenzaron a desmontar, con sus pedradas, a los caballeros romanos; para, a continuación, lanzar a la caballería de Asdrúbal contra los jinetes enemigos colocados frente por frente. La lucha fue monstruosa y crudelísima; los celtas cisalpinos y sus hermanos celtíberos hispanos lucharon con una gran eficacia, ya que sabían lo que representaban para poder alcanzar la victoria final, cargando con furia y saña contra la conjuntada caballería del SPQR. No obstante, la infantería de los aliados pudo frenar la acometida de la caballería cartaginesa.
Aquel conglomerado de jinetes provocó una carnicería espantosa. Los caballeros luchaban como infantes, dando tajos a diestro y a siniestro, y sin cuartel. Poco a poco, los romanos fueron cediendo ante el empuje de los africanos, que eran superiores en número. Ya en los inicios de la lucha, el cónsul Lucio Emilio Paulo fue herido de muerto por medio de un hondero balear, y entonces sus hombres retrocedieron asustados.
Tras finalizar la batalla, Aníbal manifestó: «Para eso, podían habérmelos entregado encadenados»(“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 84).
Los caballeros de Roma, al no poder detener el empuje de la caballería cartaginesa, desmontaban, motu proprio, y eran, entonces, atropellados por los caballos de los africanos, y lo único que pretendían era huir y poder salvar su vida. Las lanzas de sus homónimos púnicos los copaban y los aniquilaban.
Al comprobar, Asdrúbal, lo que estaba ocurriendo, gritó de forma estruendosa, ordenando a sus jinetes de la retaguardia que penetrasen en el hueco creado en la línea de la caballería romana, y pasando por detrás de su infantería cayesen sobre la propia retaguardia de los caballeros del SPQR. Cuando Asdrúbal ya había conseguido dominar la situación, Aníbal ordenó la retirada y sus caballeros cruzaron las líneas de su propia infantería, para colocarse tras su mencionada infantería pesada, y desde ese lugar poder volver a intervenir.
Entonces los cuernos o instrumentos de viento o trompas de los cornicines, que eran suboficiales de la milicia del SPQR, y que con esos instrumentos transmitían las órdenes impartidas por el signifer/miles principalis(suboficial de las unidades de infantería, que portaba la enseña o signum de cada centuria. Era elegido por su valor y su honradez. También custodiaba la caja de ahorros de su centuria), por medio de señales de sonido, al resto de los legionarios de Roma; dieron, pues, ya la orden de avanzar a la gigantesca infantería pesada romana.
Los asteros o hastati (eran los más pobres y jóvenes de los legionarios) comenzaron, pues, a avanzar en forma compacta marcando el ritmo golpeando su lanza o pilum contra la parte posterior de su largo escudo o scutum; peleaban en una formación de quincunx, que era una disposición geométrica de cinco lados. Desde lejos, a los legionarios, sus enemigos-cartagineses, les parecían un extraño y compacto océano de multitud de colores.
Los hispanos, sobre todo los íberos luchaban con sus características túnicas blancas, con sus llamativos ribetes de púrpura, alternando con grupos de celtas y de celtíberos, que guerreaban semidesnudos, con sus ojos inyectados de un rojo que subrayaba el odio a los enemigos.
Aníbal solía alternar, en la formación, a los celtas de la Galia Cisalpina, muy poco rigurosos y bastante atrabiliarios en su forma de pelear, con los muy serios, eficaces y rigurosos celtíberos hispanos, quienes no retrocedían nunca en la batalla, y solían frenar las retiradas de sus congéneres de la Cisalpina.
Los celtas solían portar unos llamativos pantalones de múltiples colores, y utilizaban barro húmedo rojo con el que erizaban sus cabellos, su finalidad era la de aparentar de mayor estatura, al quedar endurecidos.
-EL REY PIRRO “EL GRANDE DEL ÉPIRO-
La habitual disciplina y seriedad de los legionarios de Roma, chocaban con este comportamiento que no comprendían y, sobre todo, por los gritos de burlay los calificativos procaces que los soldados enemigos les dedicaban a voces, acompañados de toda una panoplia de gestos obscenos y saltos, como si estuviesen enloquecidos. A todo ello, añadían ademanes con las espadas, con una mímica demostrativa de como los iban a degollar.
Entonces, los asteros arrojaron, pues, sus lanzas y sacaron sus espadas. La infantería africana encajó, por lo tanto, una lluvia ingente de dardos y muchos de sus infantes murieron atravesados por las finas puntas metálicas de esas lanzas.
No obstante, otros muchos consiguieron extraer sus venablos clavados en sus escudos, prorrumpiendo en gritos hilarantes de odio hacia los legionarios romanos. Tras conseguir capear este primer embate, la infantería púnica pasando por encima de sus muertos y de sus heridos, cerraron sus filas para poder encajar con mayor seguridad defensiva los ataques de los legionarios del SPQR.
Los asteros, ya, con sus espadas desnudas y a todo correr chocaron contra los infantes cartagineses, en la parte más convexa de la formación de su milicia, lo que obligó a los romanos a tener que adaptarse a la forma de combatir de la línea enemiga. La lucha fue pavorosa y cuerpo a cuerpo, ahora entre hispanos y celtas púnicos contra los asteros romanos y sus aliados.
Pero, entonces, los romanos se vieron obligados a frenar sus ímpetus, su propio cansancio y el extraño modo de combatir de los celtas y de los hispanos, formando en manípulos alternos, los desconcertaba; ya que según se encontraban frente a un celta (su espada cortaba) o un hispano (su espada daba estocadas), se veían obligados a mutar su forma de pelear.
Tanto Aníbal como su hermano Magón por el lado de los cartagineses, y un recuperado Lucio Emilio Paulo por el bando de los romanos, exhortaban a sus hombres a luchar hasta la extenuación.
«La línea cartaginesa, convexa en la formación inicial, fue cambiando su aspecto a medida que empujaba la formación romana. Primero fue perdiendo su curvatura, pero como la presión de las legiones no cesaba, empezó a ceder por el centro y, como Aníbal esperaba, pasó a hacerse cóncava. Las legiones del centro, vislumbrando la victoria, siguieron empujando, arrastrando consigo más y más legiones en su intento de llenar aquella concavidad en que con su ataque estaban convirtiendo la línea cartaginesa. Sin embargo, tan obsesionados estaban con romper la formación de hispanos y celtas que retrocedía y perdía densidad, que se habían olvidado de la infantería pesada africana, que, sin haber entrado aún en combate, formaba en ambos extremos de la línea de batalla. Giraron, pues, 45 grados sobre su propio eje hacia el interior de la línea los infantes africanos y, bajando sus picas, formaron sendas falanges junto a cada flanco de la línea de infantería romana. Cargaron entonces contra las respectivas masas de hombres que tenían delante, y el doble ataque no tardó en surtir efecto en la formación enemiga. Los legionarios, detenido su avance y apelotonados, se esforzaban en vano por dar media vuelta y hacer frente a aquel peligro inesperado. Entonces Aníbal reagrupó a los hispanos y celtas que quedaban de su línea de infantería y, con la ayuda de las tropas ligeras, les ordenó que cargaran de nuevo contra el centro de la línea romana» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 86).
La caballería de los aliados, mandada por Varrón, ya estaba siendo neutralizada, casi desde el inicio de la batalla, ya que los númidas de Maharbaal los habían hostigado de continuo, arrojándoles desde cerca una lluvia incesante de lanzas, en cargas y retrocesos continuos. El agotamiento psíquico de los caballeros de Varrón fue inmediato, y se descompusieron totalmente cuando fueron atacados por la homónima de Asdrúbal, ahora por la retaguardia, y el final de los romanos fue el de la desbandada. Maharbaal persiguió a los aliados matando a un gran número de ellos. Entonces, Asdrúbal lanzó a su caballería pesada, desde la retaguardia, contra las ya agobiadas legiones romanas.
«Fijas, pues, en la ‘tenaza’ formada por las dos falanges africanas de sus respectivos flancos, atacadas por delante y por detrás, las legiones romanas, rodeadas, luchaban desesperadamente por abrirse paso y escapar, sin éxito, de aquella ratonera» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 87).
-BUSTO DEL HISTORIADOR ROMANO TITO LIVIO-
Muchos legionarios no podían, para evitar su muerte, levantar sus espadas y defenderse, por lo angosto del espacio en que se encontraban. Los africanos seguían avanzando cercando, de forma asfixiante, al ejército de Roma.
«Polibio remata su narración de la batalla diciendo: “Como en las filas exteriores no cesaba el goteo de bajas y los supervivientes se veían obligados a retroceder, apiñándose aún más con el resto, al final cada uno murió donde estaba”» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 87).
Cuando finaliza la batalla, Aníbal está en la plenitud del conocimiento de que la derrota romana ha sido total y absoluta. Tito Livio señala a 47.000 infantes y a 27.000 caballeros como el número de muertos, mientras que los prisioneros serían unos 19.300. Los caídos más conspicuos serían: Paulo, Minucio, Gemino, los cuestores de los cónsules, 29 tribunos militares y más de 80 senadores. Los púnicos perdieran unos 8.000 soldados.
IX.-TRAS LA BATALLA DE CANNAS. INTENTO DE NEGOCIACIÓN POLÍTICA Y DE PAZ-
En la urbe capitolina, la llegada de la noticia de la catástrofe de Cannas dejó a sus habitantes, en primer lugar, anonadados y estupefactos y, acontinuación, aterrorizados. Sea como sea el estado de la cuestión, el Senado se vio obligado a tomar serias medidas para evitar los desórdenes y las protestas públicas. Como primera medida se prohibieron, de forma taxativa, los duelos funerarios o las muestras públicas de aflicción, todo ello dentro de los muros capitolinos.
La tríada capitolina conformada por Júpiter, Juno y Minerva estaba claro, para los romanos, que les habían dado la espalda a las legiones de Roma, y para aplacar su cólera se decidió enterrar vivos a dos parejas, una de celtas y otra de griegos, en las tierras del Foro de Roma.
En segundo lugar, era preciso comenzar a planificar la nueva defensa militar frente a los púnicos, ahora claramente victoriosos, y esta nueva táctica debería prolongarse hasta la derrota total, bien de los cartagineses o de los propios romanos.
En este momento histórico, es cuando Aníbal Barca envío a su delegado principal, o embajador plenipotenciario, con una necesaria embajada de paz y de buena voluntad, se llamaba Cartalón (¿?-Tarento, asesinado, c. 209 a.C.).
El diplomático africano regresaría sorprendido cuando el lictor (era una especie de alto funcionario de justicia, que precedía con las fasces -insignias del cónsul romano, ad hoc, formadas por un hacha en un haz de varas, a los cónsules y a otros magistrados) del nuevo dictador, Marco Junio Pera (Marcus Iunius Pera. Antigua Roma, años 300 a.C.-República romana, Siglo III a.C. Dictador rei gerundaecausa en 216 a.C.), se negó a pagar el rescate por los prisioneros romanos, animando a estos a que intentasen huir por la noche, reiterando a la embajada cartaginesa lo mismo, que sesenta años antes ya le habían indicado al Rey Pirro “el Grande o el Rubio o el Pelirrojo o el Águila” delÉpiro (Epiro, 318 a.C.-Basileos/Rey de 307 a 302 a.C.; de 297 a 272 a.C.; y de 273 a 272 a.C.); que nunca Roma pactaba con ejércitos enemigos que estuviesen ocupando Italia.
Todo ello dejaba bien claro el orgullo prepotente del ser romano, la consciencia de ser superiores moralmente a sus enemigos, y sobre todo, la fortaleza indubitable que les otorgaba la unidad, indisoluble entonces, entre patricios y plebeyos ante un peligro tan grave.
“¡ROMA NO NEGOCIARÁ LA PAZ MIENTRAS PISE SUELO ITALIANO UN ENEMIGO EXTRANJERO!”.
Para forzar más, si cabe, la situación, el plenipotenciario cartaginés puso precio al rescate de los legionarios romanos prisioneros; pero, los senadores romanos manifestaron, con total desprecio, que no necesitaban para nada a aquellos soldados tan inútiles. Se realizó, por consiguiente, una nueva leva de emergencia, de la cual salieron dos legiones, y otras dos conformadas por esclavos comprados por el propio SPQR. Además, seis mil deudores y asesinos confesos fueron excarcelados, conmutándoles la pena de reclusión por el servicio militar obligatorio.
Los supervivientes de la catástrofe de Cannas, ahora refugiados en la ciudad de Canusium-Canosa de Puglia, equivalían a otras dos legiones, bastante bien equipadas.
A todos estos legionarios se les ordenó, taxativamente, que se uniesen a una nueva legión creada entre los marineros de la marina de Roma, la cual ya había sido enviada hasta el Norte de la región de la Campania, por si acaso el caudillo púnico se decidía a marchar contra la propia Roma, cuyos ciudadanos estaban convencidos de que, en muy poco espacio de tiempo, el genial Bárcida se dirigiría contra la propia urbe capitolina; e, indudablemente, el grito de ‘¡HANNIBAL AD PORTAS!’ se escucharía con toda nitidez, ya que los romanos no entendían que existiese el más mínimo motivo para que el gran militar cartaginés no decidiese acabar con Roma y con la misma guerra, stricto sensu.
-ESTATUA DE ASDRÚBAL “EL BELLO”-
«El día después de la batalla, Maharbal pidió permiso a Aníbal para dirigirse a Roma. Aníbal dudó, y se dice que entonces Maharbal le habló en estos términos: “A fe mía que los dioses no dan todo a un solo hombre. Tú, Aníbal, sabes vencer, pero no sabes sacar provecho de la victoria”. También Tito Livio pensaba lo mismo, ya que, en su opinión, aquella decisión “salvó el Imperio”, y así lo han considerado la mayor parte de comentaristas hasta el día de hoy; sin embargo, no está nada claro que Roma hubiera sucumbido a un ataque de Aníbal. Sagunto, por ejemplo, había requerido ocho meses de asedio, y la magnitud de sus instalaciones defensivas no podía compararse con las de Roma. Aníbal lo sabía muy bien. Un dilatado asedio hubiera sido la antítesis de su manera de afrontar la guerra, que, basada en su genio de estratega y en la profesionalidad inigualable de sus hombres, implicaba movimiento. Asimismo, sabía que, a pesar de Cannas, el potencial militar romano seguía siendo muy importante. En efecto, las primeras defecciones de la confederación no se produjeron hasta que, en el 218 a. C., cayeron en combate casi 100.000 hombres de Roma y sus aliados. Lo que Aníbal necesitaba eran otras batallas como Cannas. Por desgracia para Aníbal, el Senado romano no estaba dispuesto a complacerle de nuevo. El principal efecto de aquella batalla fue la reivindicación de la estrategia fabiana. De hecho, cuesta imaginarse una prueba más concluyente de que el ex dictator tenía razón. La facción de los Escipiones y los Emilios estaba de capa caída en el Senado, y entre el 216 y 203 a.C. Roma se abstuvo de entablar batallas en campo abierto con Aníbal» (“Las Guerras Púnicas, Cannas. Aníbal diezma las legiones”. Mark Healy. Osprey/RBA. 2009. Pág. 89).
X.-EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE ANÍBAL BARCA “EL GRANDE”-
Obviamente, no estoy nada de acuerdo con ese aserto, que ha sido repetido hasta la saciedad; ya que la inteligencia del genial militar púnico o cartaginés estaba capacitada para poder superar todos los obstáculos habidos y por haber, como había ocurrido hasta ese momento histórico.
Aníbal Barca había crecido, desde su nacencia, en su infancia en una Cartago en guerra, sojuzgada por una Roma criminal e imperialista. Tuvo que contemplarcómo se producía la frustración de su padre, el gran Amílcar Barca (c. 275 a.C.-228 a.C. Posible ahogamiento al cruzar el río Segura en Iberia, en Helike o Elche de la Sierra, tratando de proteger a sus hijos frente a los oretanos de Orisón-siglo III a.C.), frente a la sevicia agraria africanista comandada por Hannón “el Grande” (Siglo-III a.C.), que ya afectaba a toda su familia.
Siendo todavía un niño (9 años de edad) viajó con su padre a Gades-Cádiz, donde juró ante el altar de Melkart-Hércules-Heraklesque nunca aceptaría componendas políticas o estaría en amistad con los romanos (¡Nunquam romani in amicitia pore!).
A continuación, comprobaría lo que significó la carencia de ética de la Balanza o el Senado de Cartago, qué al no cumplir sus compromisos económicos con sus soldados mercenarios o profesionales, provocaría la llamada ‘Guerra de los Mercenarios o Inexpiable’; que, también, su padre debió resolver con gran dificultad y pericia, aunque manu militari.
Tras la indeseada e inesperada muerte de su progenitor en Iberia luchando contra los oretanos, sería escogido por la Balanza de Cartago, como comandante en Iberia su cuñado Asdrúbal Janto o “el Bello” (ca. 270-221 a.C.), quien fundaría una Nueva Ciudad (año-227 a.C.) llamada Qart Hadasht–Cartago Nova-Cartagena; y que moriría asesinado a manos de un esclavo del régulo celta Tagus (Rey de los ólcades, ca. 256 a.C.-Qart Hadasht, 221 a.C. Pena de muerte por crucifixión), quien vengaría la muerte previa de su señor, por medio de crucifixión.
Por consiguiente, todo el esfuerzo identitario de su desdichada patria recaería, ahora, sobre sus hombros y los de sus dos hermanos, Magón Barca y Asdrúbal Barca (Cartago, 245 a.C.-Río Metauro, Italia, 207 a.C. Sería decapitado); y detrás de todo ello se hallaría la traición de Hannón “el Grande”. Aníbal nunca trató así a los cuerpos de los cónsules derrotados y muertos por él, siempre, en el campo de batalla, donde nunca permitió que fuesen vilipendiados, como sí hicieron los romanos con el cuerpo muerto de su querido hermano Asdrúbal Barca. Tras este hecho tan incalificable, Tito Livio (Ab Urbe Condita, XXVII) indica que:
«Tras la muerte de su hermano, Asdrúbal, Aníbal, muy afectado por el grave quebranto público y familiar al mismo tiempo, dijo que veía claro el destino de Cartago».
«Es difícil juzgar la verdadera capacidad de Asdrúbal Barca como general, puesto que se sabe más de sus derrotas que de sus éxitos. Aunque no en la misma clase con Aníbal y Escipión, era ciertamente mejor que la mayoría de los generales cartagineses y romanos que habían luchado en las guerras púnicas».
Tras el cerco de Sagunto, que estaba totalmente justificado, Cartago plantará cara a Roma, analizando él mismo como poder acabar con la preeminencia de los hombres del Lacio, y todo lo planificado irá de cara hasta Cannas.
Por consiguiente, estimo que, tal como se iban desarrollando los acontecimientos hubiese podido aplastar el orgullo desafiante de Roma. Pero, por primera vez en su vida, y por circunstancias inesperadas de la Historia, Aníbal no se presentó ante el juicio de la diosa Clío de la Historia y de la Poesía, y una de las nueve musas de Grecia; y bien que se arrepentirá de ello, amargamente después, cuando maldiga por los dioses no haber mutado su actuación contra Roma, en la estela broncínea del templo de Juno Lacinius, del cabo Lacinium-Lacinio, que era un promontorio de la Magna Grecia en la costa Este del Bruttium-Calabria.
-MONEDA DE ANÍBAL BARCA “EL GRANDE”-
Sea como sea, Cannas fue el principio del fin de la dilatada carrera militar del Bárcida. Se vio obligado a dejar guarniciones militares cartaginesas en las ciudades rebeldes a Roma, léase verbigracia Capua, lo que debilitaba su poder militar.
Sus soldados más veteranos, que estaban a su lado desde Sagunto y los Alpes, se fueron muriendo por causas naturales.
El Sufete-Shophet(JUEZ en el sentido de los israelitas veterotestamentarios) púnico-cartaginés del momento decidió enviar los necesarios refuerzos militares solicitados, a Iberia, en el año 215 a.C., en lugar de a Aníbal en Italia; ya que para la Balanza cartaginesa la prioridad era Iberia y no la guerra de Aníbal.
Por lo tanto, Roma conseguiría restañar sus heridas hasta la victoria de Publio Cornelio Escipión “Primer Africano” (Publius Cornelius Scipio Africanus, Roma, 20 de junio de 236 a.C.-Liternum-Giugliano de Campania, 3 de diciembre de 183 a.C.) en la Batalla de Zama (19 de octubre del año-202 a.C.), que daría fin a la Segunda Guerra Púnica o Romana o Romano-Púnica (218 a.C.-201 a.C.).
“CETERUM CENSEO CARTHAGINEM ESSE DELENDAM. ET. TIMEO DANAOS ET DONA FERENTIS”.
-CURRICULUM VITAE-
-Del Instituto de Estudios Zamoranos “Florián de Ocampo”. (CSIC).
-Del Ateneo de Valladolid (Creación año-1872).
-Del Instituto de Estudios Gerundenses (CSIC).
-De la Real Sociedad Arqueológica Tarraconense (CSIC).
-Del Círculo Cultural Péndulo de Baza (UNESCO).
-Del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino (CSIC).
-Del Centro de Estudios Benaventanos “Ledo del Pozo” (CSIC).
-Del Centro de Estudios Fenicios y Púnicos (CSIC).
-Del Centro de Estudios Históricos Jerezanos (CSIC).
-Del Ateneo Jovellanos (Creación año-1953).
-De la Sociedad Española de Estudios Clásicos (CSIC).
-De la Asociación Hispania Nostra.
-Asesor de la Asociación Cultural Reinos de España (FEAH).
-De la Sociedad Española de Estudios Medievales (CSIC).
-Del Instituto de Estudios Bercianos (CECEL/CSIC).
-De la Asociación Gaxarte, Luanco-Gozón.
-De la Asociación Cultural Proculto, Toro-Zamora.
-De la Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia. La Coruña.
-De la Asociación Cultural Arte, Arqueología e Historia de Córdoba.
-De la Asociación Cultural Arte, Arqueología e Historia de Bujalance-Córdoba.
–Historiador -Colaborador de la Fundación Gustavo Bueno-Oviedo.
-Del Centro de Estudios Merindad de Tudela.
-Del Centro de Estudios Linarenses-Linares/Jaén.
-De la Asociación Cultural Placentina “Pedro de Trejo”-Plasencia/Cáceres.
-De la Asociación Cultural San Bartolomé de San Martín del Rey Aurelio-Sotrondio/Asturias.
-De la Asociación Cultural Rey Ordoño I-Villamejil/La Cepeda/León.
-De la Asociación de Amigos del Museo Marítimo de Asturias-Luanco.
-De la Asociación Cultural “Raíces Lacianiegas”-Villablino/León.
-Médico-Geriatra en Larrañaga/Domusvi
–Historiador-Diplomado en Estudios Avanzados de Historia Antigua y Medieval y Médico-Familia de Atención Primaria.
-Vicepresidente del I Concurso de Trabajos Cortos de Investigación en Historia de la Medicina en Asturias. Colegio de Médicos de Asturias.
-Médico-Valorador de Discapacidades y Daños Corporales del Colegio de Médicos de Asturias.
-337 Críticas Literarias/Ensayo en “Todo Literatura”. Madrid.
-36 Trabajos-Ensayos-Curriculares de Historia en “La Gaceta de Almería”.
-49 (2023) Trabajos publicados en Dialnet.
-30 (2023) Trabajos/Libros publicados en Regesta Imperii /Universidad de Maguncia/Mainz.
-234 Trabajos de HISTORIA publicados.
-40 Biografías de Músicos de Música-Académica publicadas.
-120 Conferencias impartidas sobre Historia.
-LIBROS PUBLICADOS-
1.-EL GRAN REY ALFONSO VIII DE CASTILLA, “EL DE LAS NAVAS DE TOLOSA”. Editorial Alderabán/Alfonsípolis. 2012. Cuenca.
2.-BREVE HISTORIA DE FERNANDO “EL CATÓLICO”. Editorial Nowtilus. 2013. Madrid.
3.-EL REY ALFONSO X “EL SABIO” DE LEÓN Y DE CASTILLA. SU VIDA Y SU ÉPOCA. Editorial El Lobo Sapiens/El Forastero. 2017. León.
4.-EL REY ALFONSO VII “EL EMPERADOR” DE LEÓN. Editorial Cultural Norte. 2018. León.
5.-URRACA I DE LEÓN. PRIMERA REINA Y EMPERATRIZ DE EUROPA. Editorial El Lobo Sapiens/El Forastero. 2020. León.
6.-EL REY RAMIRO II “EL GRANDE” DE LEÓN. EL “INVICTO” DE SIMANCAS. Editorial Alderabán/Alfonsípolis. 2021. Cuenca.
7.-LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA. UN MITO HISTÓRICO. Editorial Alderabán/Alfonsípolis. 2023. Cuenca.