Por Ginés Valera Escobar
Col. nº 2366
Miembro del Instituto de Estudios Almerienses
En los últimos años se ha intensificado la relación del Colegio de Arquitectos de Almería con el Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio del Instituto de Estudios Almerienses dependiente de la Diputación Provincial y fruto de esta colaboración son esta jornada, las precedentes dedicadas al legado de los grandes Arquitectos de los siglos XIX y XX (López Rull, Cuartara, Langle, Gógora Galera, Peña y Cassinello) con gran impacto y las que a buen seguro continuaremos organizando para sensibilizar y hacer didáctica de la protección del patrimonio.
Desde la fundación de Almería por Abderramán III allá por el año 955, la Ciudad de Almería es el espacio físico contenedor de una sociedad en constante evolución con transitorios solapamientos no rupturistas: la Almería musulmana dio paso a la Almería cristiana y una vez demolidas las murallas que la encorsetaban y urbanizados los huertos conventuales provenientes de la desamortización, surge la Almería liberal burguesa tras el antiguo régimen, recogiendo el testigo posteriormente la Almería franquista reconstruida tras la Guerra que se lo cederá a la próspera Almería desarrollista hasta llegar a la Almería contemporánea, de gran potencial.
La apacible ciudad mediterránea homogénea y equilibrada horizontaneaba con sus terraos tan solo interrumpidos por la verticalidad de campanarios de Iglesias y Conventos y la torre de los perdigones.
El progreso económico que trajo el desarrollismo en los 60 y 70 tras el aperturismo provocó que se interviniese urbanísticamente con intensidad en la ciudad histórica consolidada y preexistente para absorber con urgencia el éxodo rural, la eliminación de las casas-cueva e infraviviendas y el crecimiento demográfico, por resultar más económico crecer en vertical que horizontalmente con nuevos ensanches hacia levante, que hubiera sido la racional expansión, lo que originaría grandes gastos en infraestructuras.
El Casco Histórico de Almería empezó a padecer así una brutal presión y devastación en el parque de viviendas antiguas a partir del pistoletazo de salida que supuso Plan General de Ordenación Urbana de Prieto Moreno de 1950, agravada con las nuevas Ordenanzas Edificatorias del 62 y 74, que ante la pasividad municipal permitieron a los especuladores privados la construcción de mamotretos plurifamiliares a costa de destruir irreparablemente tradicionales e historicistas casas burguesas y obreras de “puerta y ventana” (proyectadas por los grandes Arquitectos Fabio Gago, Joaquín Cabrera, Marín Baldó, López Rull, Cuartara, Góngora, Langle…) sin atender al ancho de la calle ni a las manzanas completas. Baste señalar que según el censo de 1950, el 70% de los edificios (10.200) eran anteriores al 1900, mientras que en 1980 tan solo subsistirán 2000 edificios anteriores a 1900.
Con la llegada de la democracia se intentó detener y corregir el desastre, ordenar y racionalizar el crecimiento urbano y poner brida a tan indiscriminado destrozo con la elaboración en 1979 por personas representativas de la Cultura del primer Catálogo de Edificios y Conjuntos de Interés Histórico de la Ciudad de Almería, para conservarlos y protegerlos en su composición y altura, aunque fue muy reducido. Y a partir de la vigencia del Plan de 1998 se generalizará la técnica intermedia del “remonte” para que los propietarios de edificios protegidos pudieran elevarlos en una o dos plantas al rehabilitarlos y así rentabilizarlos y evitar que cayeran en abandono buscando la declaración de ruina y su completa desaparición.
La herencia que hemos recibido no puede ser más funesta: reconocemos un Casco Histórico que hace tiempo perdió identidad y personalidad propia por la colisión de distintos lenguajes arquitectónicos y escalas, desfigurado, desdentado, con problemas de saturación, déficits de equipamientos, con distorsiones volumétricas y de alturas, apareciendo horrorosas medianeras y discontinuas alineaciones, remontes poco armoniosos con el entorno en un panorama urbano que en algunaz zonas se aproxima al feismo .
Son de exigir imaginativas propuestas de regeneración del paisaje urbano almeriense con fórmulas de rehabilitación, recuperación y descontaminación visual que ya han sido ensayadas exitosamente en otras Ciudades del mundo y Municipios almerienses y que deberíamos adoptar normativamente para legar a las generaciones venideras un Casco Histórico más amable del que hace años habitamos.
Para hacer un completo diagnóstico visual de esta situación el joven Arquitecto y Arquitecto Técnico Manuel Montoya Sánchez, pronunció esta conferencia la tarde del 16 de mayo en el Colegio de Arquitecto de Almería, que coincidió con su trabajo “Distorsiones Volumétricas en el Centro Histórico de Almería: Medianeras y Remontes” que obtuvo máxima calificación en la Universidad de Granada en el prestigioso Máster en Rehabilitación Arquitectónica. Con su experiencia y capacidad de observación realizó una valiente exposición alegando lo que nadie se atrevía a decir y a buen seguro a ninguno de los presentes dejó indiferente.