La decisión de la alcaldesa de Garrucha, María Antonia López Cervantes, de quitar una palmera y una farola en el Paseo Marítimo para favorecer a la terraza del Club Marítimo ha producido una profunda indignación en un amplio sector social de garrucher@s, veraneantes y visitantes.
Esta decisión de la socialista María Antonia López ha servido para aventurar un declive de la hostelería en Garrucha tal y como ha ocurrido en Mojácar. La hostelería se ha convertido en el principal sector económico de Garrucha, donde hasta primaba el pesquero, y lejos de promocionarse se está produciendo un severo desgaste al haber subido los precios muchos bares, haber quitado las tapas de pescado a la plancha e intuir que la tendencia es unirse al hábito de la vecina Región de Murcia donde la tapa se cobra aparte. Desaparecidas las tapas de pescado a la plancha, solo es posible degustarlo a través de raciones y a precios al gusto, lo que no ha pasado desapercibido para muchos amantes de la tapa.
Pese a este punto de inflexión, en Garrucha se está viviendo durante el verano su temporada alta con una masiva afluencia, observándose el Paseo Marítimo con mesas y sillas que en algunas zonas lo estrechan tanto que resulta incómodo disfrutar de esta gran avenida en su frontal marítimo con una baranda de mármol que es el orgullo de la Derecha local y que este verano ha producido una cierta polémica por haberla cortado para construir un acceso a una terraza en plena playa, sobre la que se ha iniciado, al parecer, un expediente administrativo por parte del Servicio Provincial de Costas.