La mayor parte de su vida la pasó en Chile, donde guardan un recuerdo imborrable quienes la conocieron. Dicen de ella que fue “gran misionera, catequista valiente y generosa, cariñosa y amiga fiel…”.
Desempeñó los cargos de Provincial y Maestra de Novicias en La Cisterna. En Concepción colaboró con los Jesuitas acompañando los Ejercicios Espirituales a seminarista y grupos de jóvenes, ayudó mucho a la Iglesia presidiendo en algún tiempo Conferre. Fue Directora de la Universidad Popular Obrera, y con varias religiosas de la comunidad de Concepción se desplazaban a trabajar en la cuenca minera de Lota.
También pasó algunos años en Lima (Perú) y México.
En España fue Superiora de Las Palmas de Gran Canaria, Almería y Loyola de donde fue destinada finalmente a Vélez Rubio. Quiso mucho a las gentes de este pueblo. Además de Superiora en los tres primeros años, atendió con gran dedicación a los enfermos llevándoles la Comunión. Atendió grupos de Vida Ascendente y preparó a varias personas para Ministros de la Comunión. Se sintió recompensada por todos. Y cuando en estos últimos años se le manifestó la enfermedad de Alzheimer y el Parkinson, que fue deteriorando su salud notablemente, la aceptó dejándose en manos de Dios. Cuando ya casi no se le entendía entre balbuceos, dijo: “sé muy bien lo que quiero decir, pero no lo puedo expresar…”.
El Señor quiso llevársela el domingo 30 de agosto hacía las 09:30h. El funeral fue en la parroquia de la Encarnación al día siguiente, presidido por el Vicario de Religiosas de la diócesis de Almería, quien leyó un mensaje del Obispo, Monseñor González Montes, donde se solidarizaba con la comunidad de religiosas. El párroco, D. Francisco Ruiz Fornieles, nueve sacerdotes, un diacono y un seminarista celebraron la misa de exequias por el eterno descanso de la hermana María del Carmen Valles.