¿Cómo empezaste en el mundo de la música?
La música siempre ha estado presente en mi vida. Desde muy pequeña me llevaban a conciertos y ballets, y me encantaba. En casa tenía instrumentos y jugaba a tocarlos pero sin prestar-les demasiada atención, y mi familia no me presionó para estudiarlos porque yo era muy testaruda y me resistía, pero el gusanillo siempre ha estado ahí. Asistí a un concierto didáctico que el conservatorio organiza para los colegios y cuando escuché la música de las películas de Disney interpretada con todos aquellos instrumentos, quedé tan fascinada que llegué a casa diciendo que quería apuntarme también a música, porque ese año me iniciaba en danza. Así que ya con 7 años elegí este camino y tuve la suerte de escoger violín y que el destino pusiera en mi camino a la que ha sido mi profesora y consejera durante los 10 años de mi formación en el conservatorio de Almería, Verónica Morales. Ella, que también había estado vinculada a la danza y que había tenido otra alumna en la misma situación, me apoyó y motivó desde el minuto uno. Durante cuatro años estudié ambas disciplinas, pero cuando tuve que elegir cuál desarrollar, tuve claro que no podría dejar de tocar, y así hasta hoy.
Háblanos de tu proceso formativo
Llevar toda esa formación en dos conservatorios a la vez me obligó a gestionar bien el tiempo y a ser muy disciplinada con mi trabajo, y creo que la danza influyó mucho en mi manera de percibir la música y potenció mi pasión por ella. Al pasar a la etapa de educación profesional, tuve que tomar la decisión de dejar la danza para dedicarme de pleno a la música, y fue entonces cuando mi profesora me animó a entrar en la orquesta infantil, con 11 años. Tocar en orquesta supuso una experiencia increíble y fue determinante para que escogiera seguir con mi carrera musical. A partir de ese momento, mi trayectoria musical ha estado muy ligada a los proyectos infantil y juvenil de la OCAL. Con 12 años me propusieron hacer las pruebas para la OJAL, y desde entonces estoy en esa formación. No solo he participado en conciertos de la orquesta juvenil, sino que he tenido otras experiencias de formación orquestal promovidas desde la OJAL, tanto organizadas directamente por ellos o en colaboración con otros proyectos. En cuanto a mi preparación individual, nunca dejo de practicar por un largo periodo de tiempo, así que tomo clases durante las vacaciones desde pequeña y asisto a todos los cursos de perfeccionamiento que puedo desde los 13 años. He recibido consejos de grandes músicos desde entonces y ni siquiera durante la pandemia he parado, ya que he participado en una experiencia internacional de formación en línea que mantengo a día de hoy. Siempre hay mucho que mejorar.
En junio de este año terminé mi etapa formativa en Almería. Lamentablemente en nuestra provincia no tenemos implantados los estudios superiores de música en ninguna de sus modalidades y toca irse fuera para cursarlos. Es una decisión importante y complicada, ya que en esta clase de estudios es importante el tándem alumno-maestro y se depende de una prueba de acceso para entrar en el centro deseado. En mi caso, he decidido quedarme para preparar esa prueba, y tomo regularmente clases con uno de los mejores profesores en Madrid, que es uno de los destinos en los que estoy pensando, aunque no el único. Precisamente uno de los objetivos de mi formación constante es conocer a los que podrían ser mis profesores del futuro. Estoy buscando además becas, porque escasean en materia artística y el apoyo económico es determinante a la hora de elegir escuela, así que tengo mucho trabajo por delante durante los próximos meses, que llevaré para adelante junto con los ensayos y conciertos en los distintos proyectos musicales en los que participo, en su mayoría vinculados a la OCAL, aunque también mantengo mi conexión como exalumna del Conservatorio de Almería a través de su camerata , en la que estoy muy involucrada desde su fundación hace un par de años.
¿Cómo compaginas tus estudios con tu tiempo libre, de ocio?
La realidad es que no lo compagino mal del todo, aunque ese tiempo es escaso. Siempre que creo estar al límite, me meto en otro proyecto, ya llega a ser un poco vicio el tema de la música, y los que tengo alrededor me conocen y saben que es algo inevitable en mí, así que lo sobrellevan como pueden. Me apoyan y se adaptan a mis tiempos, así que en ese sentido me lo ponen muy fácil. Aunque es verdad que desearía tener más tiempo libre, me llena tanto la música que me merece la pena y no lo cambiaría, porque, a pesar del esfuerzo que implica, la música es como un hobby para mí una vez que he superado la primera parte dura del estudio. Además, intento que las horas de práctica sean muy eficientes y me impongo límites de horas por mi salud (y la de mis vecinos). El tiempo libre que tengo, intento aprovecharlo también al máximo.
¿Qué hace Isabel Santander cuando no piensa en música?
No sé si eso llega a suceder. Cuando no estoy tocando o ensayando suelo estar escuchando música de todo tipo, viendo vídeos o canturreando, pero también tengo otros pasatiempos como pintar a mano o hacer edición digital, hacer manualidades de cualquier tipo, etc. Me gusta jugar a juegos de mesa y videojuegos, ver una buena película, leer algún libro… Siempre es necesario dedicar unas horas a una charla o un paseo en buena compañía… Todas esas cosas me ayudan a desconectar para reconectar con más fuerza.
¿Qué supone para ti estar en la Orquesta Joven de Almería?
Principalmente motivación porque estoy disfrutando mi vocación y afición junto con muchas personas de mi edad que, como yo, invierten su tiempo libre para hacer música con otros, y eso es muy bonito. Comenzamos como compañeros y luego somos amigos deseando compartir dentro y fuera del escenario. Al promover desde la organización de la orquesta momentos de convivencia ya desde la orquesta infantil, tenemos la oportunidad de conocernos más. Estamos todos locos por la música, empezando por el director, que aunque es muy exigente, hace las sesiones divertidas con sus ocurrencias, y el ambiente de trabajo es genial. En mi caso, además, he tenido la suerte de que Michael Thomas confiara en mí para los primeros atriles desde el primer momento, y he contado siempre con el apoyo de mis compañeros, que me han hecho sentir cómoda con la responsabilidad, así que estar en la orquesta joven me aporta felicidad por encima de todo.
Además, se preocupan muchísimo por nuestra formación desde la organización de la orquesta, ya sea trabajando por secciones dirigidas por los propios músicos de la OCAL, con encuentros o cursos intensivos que han organizado ellos directamente -como el proyecto Connecting Musicians este pasado verano- o promoviendo nuestra participación en otros proyectos formativos musicales de otras organizaciones con las que han colaborado. Montan programas increíbles, traen a músicos invitados como Jesús Reina o Aarón Zapico y hemos participado con otras orquestas nacionales y extranjeras en encuentros o festivales. Incluso en confinamiento se preocuparon por motivarnos y, organizaron clases individuales impartidas por los músicos de la OCAL, concursos artísticos y organizaron charlas con Michael Thomas e incluso Ara Malikian, que a todos nos hizo mucha ilusión. Nos sentimos muy cuidados, somos una familia musical y eso te hace tener un sentido de pertenencia y te liga a los proyectos con un compromiso que sabes que es mutuo.
Recientemente, la Orquesta Ciudad de Almería organizó unos cursos de evolución e interpretación musical, Connecting Musicians, ¿qué tal fue la experiencia para ti?
En mi caso fue una experiencia genial. Yo, que me estoy formando fuera desde muy joven, valoro muchísimo el esfuerzo que realiza la organización trayendo a nuestra ciudad a músicos de esa talla porque en otras circunstancias una formación así nos tocaría salir a buscarla fuera, o directamente sería imposible que tuviéramos acceso a ella.
En Connecting Musicians hemos tenido a solistas y profesores de grandes orquestas y escuelas de España y del extranjero. Y hemos podido vivir momentos musicales y de convivencia con compañeros de otras partes de Europa. Es una sensación muy especial tener esa conexión con las personas con las que compartes solo unos pocos momentos de tu vida, pero que son muy intensos porque tenemos algo que nos une tanto y compartimos un idioma común, que es la música.
No es la primera vez que hacemos proyectos conjuntos con otras formaciones, pero sí la primera vez en la que, de una experiencia así, surge un ensemble con vocación de futuro, y eso es muy ilusionante para cualquiera de nosotros.
¿Repetirías esta experiencia?
Sin dudarlo, hasta ahora he dicho que sí a todo lo que nos ha propuesto la OJAL y nunca me ha defraudado, pero el Connecting Musicians ha sido especialmente bueno. Yo lo recomiendo a todos los músicos que quieran mejorar y vivir una gran experiencia. De toda la formación que han promovido siempre he sacado mucho rendimiento y ha supuesto una gran evolución personal. Es muy enriquecedor contar con distintas formas de enfocar tu progreso en tu instrumento, y eso lo aportan músicos excelentes con experiencias tan distintas.
Y a nivel de motivación, cuando estás en este tipo de cursos rodeada de gente queriendo mejorar, sientes que estamos todos en la misma onda. Miras a tu alrededor y encuentras a mucha gente ilusionada con lo que hace, pese al cansancio que conlleva una formación tan intensiva.
Sabemos que has tocado en varias ocasiones con la OCAL, cuéntanos qué siente por dentro Isabel Santander cada vez que se sube a un escenario con la OCAL.
Una mezcla de felicidad y nervios. Me considero privilegiada por tocar con ellos, pero a la vez siento, una gran responsabilidad por estar a la altura y merecer esa increíble oportunidad, así que trabajo más horas si cabe y con muchas ganas de vivir la experiencia. En los ensayos todo se ajusta muy pronto y el resultado es increíble, así que disfruto muchísimo tocando con ellos.
Yo soñaba con poder tocar algún día con la OCAL, pero no imaginaba que se cumpliría tan pronto, y la verdad es que he tenido mucha suerte porque llevo tocando con ellos desde que tenía 15 años, al principio un par de veces al año en los conciertos especiales de Año Nuevo o feria, pero actualmente cuentan conmigo para cada vez más programas y aún no me creo que esté pasando, es alucinante.
Háblanos de los proyectos de presente y futuro de la OJAL, de los que se pueda, claro.
Estamos a punto de recibir la propuesta de esta temporada, aunque ya nos han comunicado parte del repertorio y adelanto que es maravilloso. Normalmente hacemos conciertos en Navidad, concierto con motivo del Día Europeo de la Música y un concierto de cierre a comienzos del verano, que este año fue en el Claustro de la Catedral. Además hemos hecho un circuito de conciertos por la provincia en septiembre y quedaron proyectos estancados a causa de la pandemia que probablemente se retomarán, con colaboraciones con otras formaciones orquestales de otras ciudades españolas y del extranjero. Como he comentado, en el curso de verano surgió un ensemble de cuerdas formado por músicos de la OJAL y músicos procedentes de otras ciudades que participaron en el proyecto, y que tiene vocación de permanencia y su propio circuito de conciertos. Con este ensemble tocamos el pasado mes de septiembre en la Alcazaba de Almería, y esta semana lo haremos en el Auditorio Maestro Padilla, en el concierto de clausura de la VI reunión de Medicina y Deporte en Almería.
Sabemos que tu primer concierto fue con la Orquesta Infantil de Almería (OIAL), ¿qué recuerdo guardas de ese día?
Mi primer concierto con la OIAL fue de hecho el concierto de inauguración de ese proyecto. Lo que más ilusión me hacía era estar con mis amigos, era todo un juego. Recuerdo que tocábamos obras muy chulas, como Mary Poppins y villancicos. Teníamos que ponernos todos muy guapos, con algo rojo porque era un Concierto en fechas navideñas. Fue en el Edificio de las Mariposas, que es tan bonito… Nuestro director era Salvador Esteve, que nos trataba con infinita paciencia. Y supongo que a todos los que estábamos allí nos pasaba, nos sentíamos especiales por estar tocando en una Orquesta y que nuestras familias nos pudieran ver en un escenario. Fue muy mágico.
En la OIAL me sentía tan feliz que cuando me dijeron de hacer las pruebas para la OJAL me agobié por tener que dejar a mis amigos, y de hecho estuve todavía un trimestre en ambas formaciones porque me costaba dar el paso. Luego se fueron incorporando muchos compañeros a la OJAL y se me pasó la morriña, pero aún me daba envidia ver los proyectos de la Infantil, con disfraces y talleres increíbles. Es que el proyecto infantil es un lujazo para quienes participan en él, porque combina la formación desde la diversión, y a la vez aprenden valores y disciplina desde el principio.
¿Cambiarías tu instrumento por otro? ¿Por qué lo elegiste?
No, no lo cambiaría por nada del mundo porque estoy enamorada del violín desde las primeras clases, y mis sentimientos no han cambiado hasta ahora. Cuando fui descubriendo el repertorio creado para violín supe que no lo cambiaría por ningún otro, aunque me gustan muchísimos instrumentos y también desearía aprender a tocarlos, pero hay tantas composiciones maravillosas para mi instrumento que aspiro a aprender a tocar algún día, que no sé si me dará tiempo a mucho más.
n cuanto a por qué lo elegí, creo que fue el violín el que me eligió a mí, como cosa del destino, porque aunque era uno de los instrumentos que más me había gustado en el concierto didáctico, no era mi primera opción, y fue en el momento justo de la inscripción cuando lo escogí sobre la marcha por impulso, teniendo otras opciones disponibles pero no mi favorita que en aquel momento era percusión. En ese momento no era consciente de lo que mi decisión supondría, y ahora creo que todo se alineó para que el violín y yo nos encontrásemos.
Imagina que hay una persona a la que no le gusta la música, ¿cómo intentarías hacerle cambiar de opinión?
Me cuesta mucho imaginar a alguien a quien no le guste la música ni aunque sea un poco, de hecho por ahora no he conocido a nadie así. Me parece bien que haya diversidad de gustos, yo soy la primera que tiene sus preferencias, pero de ahí a no gustar la música me parece algo muy radical. Aunque, si me encontrara ante un caso así, le haría ver sus películas favoritas sin banda sonora y seguramente cambiaría de opinión.
¿Quiénes son tus referentes?
Tengo muchísimos, empezando por los músicos que tengo a mi alrededor. De pequeña mi referente era mi profesora, quería ser como ella, dar clase y tocar en una orquesta. Con 9 años me llevó a mi primer concierto de Ara Malikian precisamente con la OJAL y para mí fue muy motivador por la pasión que transmite y su forma de acercar la música al público, así que creo que él fue mi primer referente en cuanto a violinista famoso, y voy a verlo siempre que tengo ocasión. También soy muy fan de Jesús Reina y Anna Nilsen con quienes he tenido la suerte de trabajar. Y de los violinistas de fuera de España, me gustan todos los grandes, pero en especial Itzhak Perlman, Janine Jansen, Anne-Sophie Mutter, Maxim Vengerov o Nicola Benedetti, no solo por cómo tocan sino por cómo se implican en la formación de otros músicos. La lista sería inmensa, pero hay algunos que me llegan especialmente y muchos de ellos ya no están con nosotros, como Ivry Gitlis. Me fijo en ellos para motivarme para aprender, aunque aspiro como músico a tener mi propia esencia.
En un día de agobio, ¿qué haces para lidiar con los nervios?
Es complicado no tener algo de tensión, y más desde el puesto de concertino porque debo estar especialmente atenta a las indicaciones del director y a la coordinación con los compañeros. Todos los músicos estamos nerviosos por lo que supone tener que tocar ante un público y que todo salga bien como se ha ensayado, pero en esas situaciones lo que intento es tomar las cosas con perspectiva y sobre todo pienso en disfrutar. El trabajo duro ya ha tenido que ser hecho antes del día del concierto, así que ya solo queda hacer música. Me suelo concentrar en transmitir, en conectar, tanto cuando toco a nivel grupal como a nivel individual. Si pienso así, si estoy enfocada en las emociones que me gustaría provocar, en que lo que hago llegue al público, el agobio disminuye, aunque siempre está esa parte necesaria de nervios que dispara la adrenalina y nos hace vivir la experiencia del concierto de forma mucho más intensa.
Si no te dedicases a la música, ¿qué haría Isabel Santander?
Si no me dedicase a interpretar por alguna circunstancia muy extrema, como una lesión, o de-jara de disfrutar tocando, creo que seguiría ligada a la música de otra manera, porque me interesan muchos otros aspectos además de la interpretación. Y si mi trabajo no tuviera nada que ver con la música, que lo dudo, no estaría muy alejado del mundo artístico creativo, quizás algo relacionado con lo audiovisual. También me llama la enseñanza, pero lo veo como algo más lejano porque quiero tener otro tipo de experiencias previamente.
Por último, ¿cómo te ves en el futuro?
Me veo viviendo de la música, trabajando muy duro pero muy feliz por hacer lo que me gusta. A ser posible, tocando grandes repertorios y visitando sitios increíbles.