Decía que la Derecha Sociológica es mucho más ostentosa que la Izquierda Clásica en su forma de gobernar, habiéndose vuelto la ostentosidad por parte de esta Derecha Sociológica incrustada en el Partido Popular tras su inesperada derrota electoral en 2004, que la sacó del Gobierno del Estado y la sumió en una incertidumbre que aún le perdura y que lejos de recapacitar para proyectarse con éxito hacia el futuro se mantiene impasible el ademán en un túnel del tiempo del que nada se vislumbra a corto plazo.
Al extranjero que nos visita en una provincia eminentemente turística, y al españolito de a pie en particular, le resulta sumamente fácil identificar el color del Equipo de Gobierno que está al frente de un municipio en España. Con tan solo adentrarse en el casco urbano, el ciudadano puede observar la enseña nacional como seña de identidad del Equipo de Gobierno, cuando sabido es que la enseña que ondea en el acceso al casco urbano es el símbolo que nos une a todos los españoles. La captación de ese símbolo de unidad de un pueblo es el primer gran error que está cometiendo ese gobernante, por cuanto lo está utilizando como símbolo de un grupo y lo está enalteciendo como propio de un grupo de ciudadanos sin deparar, posiblemente, en que es el acto más sectario que está manifestando, cometiendo y expone un estilo de gobierno alejado de la realidad social actual.
No es solo en la enseña nacional donde se manifiesta esta característica de principios que inspiran al PP de Rajoy/Aznar/Arena, toda vez, que la soliviantez que los almerienses vivimos en los estertores del año que ha acabado ante la pretensión de Izquierda Unida por hacer cumplir la Ley, es otra de sus manifestaciones clásicas. Ningún motivo aparente, ninguna sensibilidad herida, sino que simplemente se trata de retirar la simbología de regímenes totalitarios y condenados por la Historia Universal. Por eso llamó poderosamente la atención el agrio debate que generó esa petición y que sirvió para colocar a cada grupo político en su lugar ante la historia de la ciudad.
Carteles y símbolos del Régimen de Franco proliferan desapercibidamente por las calles y monumentos de nuestra ciudad a la que se viene a acceder desde el solemne ondear de la Bandera de España que abre paso, como si en una situación preguerra civilista nos halláramos. No es menos cierto que también figuran vías públicas que llevan el nombre de ilustres personajes de la Izquierda clásica, pero hay que convenir que generan más los del Régimen Franquista que los de la Izquierda Clásica, debido al grado de afección a la ciudadanía y a la memoria histórica.
Y, sinceramente, yo no pondría a las calles y avenidas de nuestra ciudad el nombre de ilustres personajes que nada tuvieron que ver con Almería y sus pueblos, y si algo hicieron lo fue en un contexto nacional en el que se incluyó a Almería por mera inercia. Se echa, en cambio, muy en falta el nulo recuerdo que nuestros gobernantes tienen para ilustres convecinos que contribuyeron a hacer una ciudad cada día mejor y que por estrictas razones de envidia pueblerina se les ha sumido en el más profundo olvido, lo que ha servido para rescatar a conspicuos personajes que, repito, en nada contribuyeron a la ciudad.
Si bien es cierto que procede legalmente aplicar la Ley de Memoria Histórica, con lo cual se alejará de la vista y de la memoria colectiva de los almerienses esos emblemas que ya resultan improcedentes, hubiese sido una ocasión inigualable el que desde el Equipo de Gobierno se hubiere procedido a una revisión del callejero de la ciudad. Si la política es oportunidad, ningún momento será el más adecuado para haber iniciado esa anhelada por muchos almerienses revisión de nuestro callejero y haber incluido en él a ilustres convecinos que hoy se encuentran en el olvido colectivo de las almeriensas y de los almerienses por la inanición de nuestros gobernantes. Por consiguiente, sería de desear que el Equipo de Gobierno que rige los destinos de la ciudad de Almería, PP y GIAL, comenzaran a replantearse una revisión del callejero municipal y a que las calles y avenidas de nuestro municipio se empiecen a denominar con ilustres almerienses y almeriensas que contribuyeron determinantemente a hacer una ciudad cada día mejor.