En los estertores del año pasado se celebraba un pleno de la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Almería que no tiene desperdicio, debido al interés político que posee, treinta y tres año después de la muerte del General Franco y treinta de haberse aprobado la Constitución que restaura el sistema político democrático en España.
Provocó este debate político Izquierda Unida, cuya contribución, paradójicamente apara algunos, a enriquecer el sistema político democrático de que gozamos está superando con creces su representación política en los distintos parlamentos y corporaciones españoles. Lo que en buena lógica democrática debería de haber sido un aspecto de puro trámite, se tornó en un debate tan agrio en las formas y profundo en el contenido que debería generar una reflexión en las almeriensas y en los almerienses de a pie. Se trataba, pues, de hacer cumplir la llamada Ley de Memoria Histórica (LEY 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura) en el término municipal de Almería, y la respuesta a esta demanda del concejal de IU-CA, Diego Cervantes, fue provocar por el Partido Popular y su socio de Gobierno, Grupo Independiente de Almería, un cataclismo político en la ciudad con el aparentemente poco saludable propósito de contentar a un sector de la Derecha Sociológica más conservadora y estática.
Hasta hace seis, incluso cinco, lustros la postura del PP hubiera sido entendida por gran número de ciudadanos, pero situados ya a una distancia que cuenta con la friolera de treinta años, cuesta trabajo comprender la posición política de los actualmente nefastamente autodenominados populares sino se tratara de una acción encaminada a hacer prevalecer la esencia de su ideario político, que en la actual sociedad española no encaja lo más mínimo. Cuesta mucho trabajo poder entender a una clase política, en su mayoría, pretendiendo emular la etapa más negativa de nuestra Historia Contemporánea y que no vivieron ni padecieron pero que condicionó la vida de millones de españolitos de a pie. Me sigue costando mucho más trabajo cómo jóvenes formados en el sistema democrático y que adquirieron por formación y educación una conciencia democrática pueden llegar a tornarse sectarios e inquisidores, conllevando una elevada carga de adrenalina antidemocrática. Y me parece, a estas alturas de mi vida, que puedo llevar a cabo esta reflexión. En esa etapa represiva se solía decir que la seducción de los políticos era el Poder pero ahora hay que añadir razones como los elevados emolumentos que reciben por una actividad que serían imposible de recibir por sus actividades profesionales, quienes las tengan, y por lo que rencorosa y puerilmente llamamos ajuste de cuentas.
Decía que Izquierda Unida instaba al Equipo de Gobierno PP/GIAL que aplicara la Ley y estoy seguro que, personificada en el edil Diego Cervantes, quedó estupefacta como muchos almerienses de a pie, ante la retahíla de disquisiciones del portavoz gubernamental que quedaron fuera de lugar bien entrado el siglo XXI y en el último tramo de su primera década. Ni la demanda para aplicar la legalidad debiera suscitar crispación y tampoco la eliminación de los símbolos del régimen anterior que exhiben en lugares públicos de la ciudad. Por consiguiente, si en buen criterio no deberíase haber producido es que algo está sucediendo. Y lo que está acaeciendo es ese grupo político municipal está en perfecta consonancia con lo que sucede a nivel nacional y regional, donde la radicalización es evidente y en algunos casos están situando a grupos franquistas a la izquierda política de algunos conspicuos personajes de la Derecha Sociológica, que no son otros que Aznar/Rajoy/Arenas.
Existe la tendencia en los gobernantes de la Derecha Sociológica a pretender pasar a la posterioridad, en su incierta creencia de que han sido llamados a gobernar por inspiración divina y es por lo que piensan estar haciendo Historia. No hay hazaña que no quede bien proclamada ante la ciudadanía, y de este modo en muy corto espacio de tiempo empiezan a proliferar emblemas que están llamados a hacer pasar, como digo, a la posterioridad a los susodichos. Este estilo de gobernar convierte en señeras a las circunscripciones donde gobierna la Derecha Sociológica, de tal modo que con solo penetrar a esa circunscripción electoral rápidamente se puede conocer la orientación política de quien la gobierna.