Hoy, EL TRIDENTE
da gracias a “la carta”,
se lo merece.
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Con internet,
se despojó a la carta
de su papel.
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Ahora “el correo”
lo reparten las ondas,
no es el cartero.
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Ya quedó atrás
el poético género
epistolar.
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No hay palpitantes
requiebros afectuosos
de los amantes
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Ahora son cartas
de menú o de despido;
las tiernas, faltan.
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Queda una buena,
la de navegación,
que nos orienta
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Pero hay muy malas,
las que a quien va al casino
dejan sin blanca.