Muy grave está la empresa, -comenta “el compadre”-. Lo que usted mande –contesta “el mandao”-. “El cuenta cuentos” toma nota de todo lo que su compadre está exponiendo en la reunión (de alto nivel), ante la grave crisis que se avecina.
Surgen muchas dudas, y “El explicaor”, toma la palabra y se dirige al consejo de administración: Sr. Presidente, considerando todo lo expuesto por “el compadre”, y ante la gravedad de la crónica enfermedad que atraviesa nuestra empresa, debo exponer lo que considero muy urgente y necesario para afrontar de una manera eficaz el problema diagnosticado, que como muy bien usted sabe, fue diagnosticado el año pasado, como consecuencia del diagnostico que se realizó hace tres años. “El cuenta cuentos” está nervioso, y como sabe que le queda aún cinco años para la jubilación, se siente atrapado (entre la comedia y el suspense); pero es muy listo, algún cuento debe imaginar y contarlo de tal manera que cuando le llegue la jubilación (oficial), parezca que durante los años de vida laboral aportó mucho a su empresa, trabajando duramente y arriesgando.
“El compadre” lo tiene muy claro –con billetes todo se arregla-, lo que usted mande –contesta “el mandao”-. Continua su extraordinaria exposición “el compadre”: ¡cortar por lo sano!, y punto; antes de que el virus se extienda . “El explicaor”, necesita hablar, quiere exponer su opinión sobre el diagnostico, diagnosticado que (según su criterio) debe ser inmediatamente diagnosticado; y si lo diagnostica el mismo diagnosticador, mucho mejor. Esa es la cuestión – comenta “el compadre”-, ¿quién va a diagnosticar los problemas? “El mandao” se siente con ganas de participar en la conversación, por primera vez quiere ser proactivo y aportar un grano de arena para resolver la crisis de la empresa en la que trabaja.
“El mandao” comenta: si hay que ir se va, si hay que cortar se corta (por lo sano), si hay que….. Al compadre, empieza a dolerle la cabeza, se siente solo, inseguro, muy inquieto ante la gravedad de la enfermedad organizacional. ¿EMPRESA “FANTASMA”? –Se pregunta a sí mismo-. ¡Tanto diagnosticar lo diagnosticado para enterarnos que dirigimos una empresa que hace años murió! ¡Qué dices compadre! – comenta “el cuenta cuentos”, eso no puede ser, no hay nada más que vernos, vivos y sanos, “triunfaores”. ¡Déjate de cuentos! –comenta “el compadre” muy preocupado, al ser consciente de que el problema no tiene solución.
ESCENA PRIMERA: “EL COMPADRE”
Nada peor para crear, desarrollar y mantener, una cultura de excelencia empresarial, como contar con un grupo de compadres en la empresa. El compadre, es muy servicial, comprometido con los intereses de su RED SOCIAL, sus amigos, fi eles y leales, dispuestos a lo que haga falta para defender su código de honor y sus intereses personales. No se les ocurra tener un mal gesto, una palabra inadecuada, delante de un miembro del colectivo COMPADRES SIN FRONTERAS, son una piña. Tienen muy asumida y experimentada, una estrategia en el ámbito laboral. Su lema es “unidos sin trabajar”, y lo aplican con éxito rotundo, no dan un palo al agua, aunque sí muchas palmaditas a la espalda.
Para detectarlos, existen muchas técnicas, una de ellas es la indagación dinámica. Las manos y brazos de estos personajes, cogen un cierto vicio en el movimiento al saludar a otro de su red. Su sonrisa, no es natural, fuerzan el gesto facial; intentan representar una escena bucólica en un ambiente de intensa frustración profesional. Para cerciorarse que están delante de uno de ellos, intenten mantener una conversación seria sobre asuntos de importancia para el buen funcionamiento de la empresa, para la mejora de la organización del trabajo, etc. Comprobaran que reaccionan de dos maneras: huyen rápidamente, objetando cualquier excusa, o bien cambian la temática de la conversación hacia temas deportivos, de anécdotas graciosas al calor de una cañita….
Afortunadamente está muy estudiada por las ciencias sociales, y concretamente por la sociología y la psicología del trabajo, la dinámica y funcionamiento de la organización informal en el seno de las empresas. Aunque debemos reconocer, que necesitaríamos el asesoramiento de un antropólogo social, para entender los orígenes de este gremio de pasivos compulsivos en el ámbito laboral. -¡Compadre! Que bien vivimos sin estrés laboral, sin síndrome del quemado, con lo eficaz y rentable que es no complicarse la vida, para eso están otros.-
Lo más triste, cuando uno escucha conversaciones de esta índole, es el sufrimiento y desgaste laboral que sufren muchos profesionales y trabajadores, que comprometidos con sus obligaciones laborales, asumen sus responsabilidades y siendo proactivos realizan su trabajo y el de algún “pasivo compulsivo”. Podemos aumentar el rendimiento empresarial y mejorar nuestra satisfación laboral, si entre todos incrementamos el colectivo de COMPROMETIDOS SIN FRONTERAS, y disminuimos el número de compadres en todos los niveles de la empresa. El consejo de alministración de la empresa, debe prestar mucha atención al estilo de liderazgo y de gestión de los directivos, evitando la creación de una cultura corporativa del COMPADREO , que tanto daña al buen funcionamiento de la empresa, con la correspondiente pérdida de competitividad.
ESCENA SEGUNDA: “EL MANDAO”
No lo confundamos con el recadero, el corre ve y dile, el chaquetero, el cuenta cuentos, el listillo, etc. Son muchos los personajes que aparecen en la escena cotidiana del mundo laboral. Y digo mundo laboral, porque lamentablemente, para perjuicio de todos, dividimos nuestra vida en dos: la personal y la laboral. Defiendo la tesis, que aunque haya que buscar y encontrar un equilibrio entre lo personal y lo profesional; deberíamos ser más consecuentes y aceptar nuestras responsabilidades, tanto laborales como personales. Esta división de “nuestras dos vidas”, da lugar a la aparición de muchos personajes contradictorios.
Así, el que dice ser el dueño de su familia y de su casa, puede ser el mandao de su superior; el cuenta cuentos “en la empresa” puede ser el vividor de su historial personal; el chaquetero en lo laboral, puede ser un enemigo y desleal en lo personal; el recadero en la empresa, puede ser el exigente e incompetente en lo personal; el corre ve y dile en la empresa, puede ser un solitario en lo personal. Es preocupante la enorme cantidad de “mandaos” que hay en el ámbito de las empresas. Si nos situamos mentalmente en la esencia del “mandao”, observamos rápidamente que es un personaje que carece de cualquier tipo de autoridad y lógicamente no quiere ningún tipo de responsabilidades laborales. “Yo soy un mandao”, con esta expresión, el personaje se exime de cualquier tipo iniciativa que pueda redundar en beneficio de todos: sus compañeros de trabajo y el buen funcionamiento y rendimiento de la organización en la que trabaja. No hay nada que tema más “el mandao” como la palabra “proactivo”, parece como si fuese alérgico a esta expresión. “En mi casa mando yo, pero aquí soy un mandao y punto”. Y es que la mente de este personaje tan común, solo piensa, en la palabra “escaqueo”.
“El mandao”, perjudica enormemente a otros compañeros de trabajo, ya que sus obligaciones laborales las traslada a los demás, creando una sobrecarga a trabajadores comprometidos con su profesión y con la empresa en la que trabajan, que con el paso del tiempo pueden sufrir un desgaste físico y psicológico por estrés laboral. Lo más grave para las organizaciones, es tener en su equipo de dirección a un grupo de mandaos. Como he comentado en otros artículos, la Dirección de la Empresa es la responsable de crear una cultura empresarial transparente que genere compromiso y colaboración entre todos los miembros que la componen. Se imaginan cuantos gerentes, directores, jefes de personal, coordinadores, etc; se consideran, se sienten, y se autoproclaman unos mandaos.
ESCENA TERCERA: “EL EXPLICAOR”
Hubo una época, en la que el cine era mudo. Nos narra Ignacio Ortega en su libro “Crónica social del cine en Almería”, que existió un oficio que consistía en explicar las imágenes que el cinematógrafo proyectaba sobre un lienzo blanco. Lo anecdótico es que en Almería, no fue necesario el servicio de dicho profesional, la música amenizaba la sesión cinematográfica y ayudaba al entendimiento de las imágenes.
El libro de Ignacio Ortega nos acerca, con su narrativa de buen cronista, a nuestro pasado (1896-1936). Muchas son las imágenes que podemos proyectar, en un intento de sentir las vivencias de nuestros antepasados. ¡Cuanta imaginación tenemos los almerienses! Sólo con música entendíamos la historia que las imágenes plasmaban. Me interesa mucho analizar el trabajo que realizaba el EXPLICAOR. Podemos trasladarnos con nuestra imaginación a un pabellón cinematográfico de la época. Las imágenes se proyectan y con su movilidad inician una historia, que nos atrapa. Como son cinco los sentidos que tenemos, profundizamos en el entramado de la historia que nos cuentan las imágenes, escuchando la voz del explicaor. Él sabe, muy bien como empieza y como acaba la historia. Conoce, como si de un pariente se tratase, a cada uno de los personajes que el cinematógrafo proyecta.
Además, son tantas las ocasiones que ha tenido que explicar la misma historia, que en un momento determinado, se siente un personaje más de la obra. El mundo de la empresa está lleno de imágenes. Intentamos mejorar la comunicación interna, motivar a los empleados, comprometer a los equipos de trabajo con la misión de la empresa, proyectando unas imágenes, en blanco y negro, ralentizadas; que cuentan una historia poco creíble, que no entusiasma a nadie. ¡Qué interesante sería contratar a un explicaor! Un profesional ajeno a la empresa, que explicara, con voz clara y natural, el entramado de los personajes que actúan en la vida laboral.
Posiblemente entenderíamos mejor muchas situaciones incoherentes, donde el mensaje del equipo directivo no va acompañado de un comportamiento comprometido. También sería de gran ayuda para los responsables de la dirección de la empresa las explicaciones, neutrales e imparciales. Un buen explicaor, debe reunir unas características especiales. No es un director de cine, ni de teatro, no es un actor, no es un técnico de sonido; es un observador vocacional de la historia social que la empresa proyecta en imágenes ficticias.
El cinematógrafo acaba de ponerse en marcha y el EXPLICAOR nos cuenta una historia: un día, un emprendedor, con ilusión y perseverancia, consiguió hacer realidad el proyecto que desde niño visualizaba. La empresa creció y creció, se hizo tan grande que nadie sabía para quién trabajaba. El desánimo se apoderó de casi toda la plantilla; nadie comprendía el sentido de su trabajo, en aquella gran empresa. Un día, un descendiente, de aquel emprendedor leía en un periódico: la desaparición de la empresa “tiene explicación”.