El Día Nacional del Jefe tiene su principio en 1958, cuando una secretaria llamada Patricia Bays Haroski lo registró en la Cámara de Comercio de Estados Unidos. La misma trabajaba para su padre en una empresa llamada State Farm Insurance y sentía que el trabajo y el esfuerzo de su progenitor no era reconocido por los trabajadores. Con el fin de inmortalizarlo y hacer honor al esfuerzo y trabajo que asumió para mantener la empresa a flote, patentó el día del cumpleaños de su padre como el Día Nacional del Jefe.
Esta festividad no fue oficial hasta cuatro años más tarde, cuando Otto Kerner, Gobernador de Illinois, apoyó definitivamente el registro de Haroski y lo convirtió oficialmente en un festivo nacional.
Dos décadas más tarde, en 1979, este día se había vuelto tan popular que la empresa estadounidense especialista en tarjetas de regalo Hallmark Cards, Inc, fabricó tarjetas exclusivas del Día Nacional del Jefe para que los trabajadores pudieran obsequiar a sus superiores.
Años más tarde y cuando esta conmemoración aumentó en popularidad, miles de trabajadores se opusieron a su continuidad por el escenario laboral que disfrutan los empleadores, a diferencia del que se encuentran los empleados.
Las diferencias horarias, económicas y de poder argumentaban la extinción del Día Nacional del Jefe y estuvo a punto de desaparecer. Finalmente se concluyó que es importante rememorar que los jefes también son personas, y que aunque tengan mayor autoridad corporativa, también tienen mayor responsabilidad y sus esfuerzos son lo que permiten que los empleados continúen en su puesto de trabajo.
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